El ganador de las históricas elecciones estadounidenses de 2020, Joe Biden, declaró en la entrevista realizada por CiberCuba que una de sus prioridades, en relación con Cuba, será “la eliminación de las restricciones de Trump a las remesas y los viajes, las cuales perjudican al pueblo cubano y mantiene a las familias separadas”.
A la espera de que transcurra el período de tiempo necesario para el traspaso de poder de la presidencia de Donald Trump a la futura administración Biden, CiberCuba analiza las posibles implicaciones que tendría para Cuba la elección del candidato demócrata a la Casa Blanca.
Entrevistado por este medio, Joe Biden declaró que el pilar de su política hacia Cuba sería el empoderamiento del pueblo cubano. Con estas declaraciones, el que fuera vicepresidente de Barack Obama da a entender su voluntad de recuperar la estrategia y actualizar los instrumentos y mecanismos de la anterior administración demócrata.
"Empoderar al pueblo cubano para determinar su propio futuro es fundamental para la seguridad nacional de Estados Unidos (...) y será la pieza central de mi enfoque", declaró Biden en la entrevista. "Seguiré políticas que reconozcan el ambiente de hoy, empezando con la eliminación de las restricciones de Trump a las remesas y los viajes".
Asimismo, el ex vicepresidente aseguró que restauraría el Programa de Reunificación Familiar Cubano (CFRP), favorecería los asilos a refugiados, y limitaría las deportaciones a la isla lo antes posible. "Las políticas de Trump hacia Cuba han sido un fracaso total", afirmó Biden en la entrevista exclusiva concedida a este medio.
Sin embargo, la idea de que Biden revertirá de inmediato la política de Trump hacia Cuba puede que sea prematura. Antes de empezar a dar pasos efectivos en la política exterior hacia la isla, la nueva administración tendrá otras prioridades que requerirán su atención. El problema nacional es de tal dimensión que hará falta otro tipo de America first. Y la proyección exterior de esa otra America tiene escenarios más importantes en los que desplegarse.
El propio Biden ha enunciado varias de estas prioridades, desde la vuelta al Acuerdo de París para el cambio climático hasta el posible retorno a la negociación multilateral para el control del programa nuclear iraní -el Plan de Acción Integral Conjunto del que Trump decidió retirarse en mayo de 2018. Las relaciones con los socios europeos y con el Londres post Brexit, estarán entre esas prioridades, así como con Beijing o Moscú.
Partiendo de ello, y teniendo en cuenta que el compromiso de Biden con la mayoría de electores cubanoamericanos no se formalizó con una victoria del candidato demócrata en Florida (una encuesta de Univisión estima que el 55% de ellos votó a favor de Trump), es posible pronosticar que las decisiones de su futura administración en relación con Cuba no estarán entre sus temas urgentes.
La declaración de Biden de que sus políticas partirán del reconocimiento del “ambiente de hoy” deja espacio, en primer lugar, a un proceso de evaluación de las medidas implementadas por la presidencia de Trump. Uno de los grandes desafíos para el nuevo inquilino de la Casa Blanca, será devolver el papel fundamental que juegan las instituciones y organismos gubernamentales en el diseño e implementación de las políticas de la administración. En relación con Cuba, se antoja difícil que las decisiones se tomen de manera impulsiva, sin tener en cuenta la legalidad internacional y el criterio de los expertos.
En ese caso, es lógico pensar que una presidencia de Biden consultará a todos los actores relevantes para tomar decisiones de política exterior hacia Cuba. Si bien no le faltaba razón cuando contestaba a CiberCuba que la política de Trump no había hecho más que conseguir el aumento de la represión en la isla, el análisis que haga de ello quizás le lleve a la conclusión de que el régimen cubano siempre responde igual cuando ve peligrar su permanencia en el poder. Las amenazas externas vienen de unos y de otros, pero la represión interna es la respuesta a cualquiera de ellas.
Biden y su administración contarán ahora con mayor información y datos más precisos que le permitan calibrar su política hacia Cuba. Tanto las decisiones de Obama, como las de Trump, ofrecerán información suficiente a sus expertos para llegar a conclusiones a la luz del momento actual. Un contexto que ya no es el final del mandato de Obama, sino el comienzo del que fuera su vicepresidente.
La política exterior de Biden hacia Cuba tendrá en el dilema de las remesas un ejemplo de la complejidad actual. Cuestionado por CiberCuba sobre cuál iba a ser su postura sobre esto si resultaba elegido, Biden contestó que “las limitaciones a las remesas en particular solo perjudican a las familias cubanas, especialmente a los ancianos y más vulnerables, tanto en la isla como en nuestro país”.
Sin embargo, más allá del mensaje político que entraña esta respuesta, las señales que emite el régimen cubano indican que las decisiones de Trump de cerrar el grifo de las remesas hicieron impacto en los mecanismos por los cuales la élite político-militar se perpetúa en el poder en Cuba. A la hora de decidir qué hará con esta medida de Trump, la futura administración Biden tendrá que tener en cuenta estos datos y la movilización de la opinión pública que provocó este asunto, así como la posibilidad de implementar vías alternativas para hacer llegar las remesas a las familias sin que pasen por las manos del régimen cubano.
Empoderar al pueblo cubano pasa por tomar decisiones basadas en la evidencia. La estrategia de Obama también rezaba lo del empoderamiento, pero en su visión a largo plazo, menospreció el papel obstaculizador que representan las élites del régimen que cooptan casi la totalidad del terreno de juego para esta política. La evidencia está en las propias conclusiones a las que llegó la oposición y la sociedad civil cubana, en principio mayoritariamente a favor de la estrategia de Obama, y luego desencantada con sus fallos, que no hicieron más que reforzar al régimen, cuando no casi que legitimarlos.
En cuanto a los temas migratorios, una futura administración de Biden y Harris “reabrirá vías para la migración segura y legal de la isla, incluyendo el Programa de Permiso de Reunificación Familiar Cubano (CFRP) y el programa de refugiados cubanos lo antes posible. El opresivo régimen cubano no debería evitar que los estadounidenses –y los cubanoamericanos en especial– ayuden a sus familias y amigos en Cuba”.
“Abordaré el atraso de más de 20 mil visas que ha aumentado bajo la administración Trump”, anunciaba Biden en la entrevista. “Y exigiré la liberación de los presos políticos y defenderé los derechos humanos en Cuba”, avanzaba el futuro presidente norteamericano. “Durante toda mi carrera he defendido la democracia y los derechos humanos, la libertad de prensa, de reunión y religión, y he luchado contra los dictadores tanto de izquierda como de derecha”, sentenciaba para dejar claro su compromiso con la justicia y las libertades cívicas y políticas, más allá de cualquier ideología.
“La administración de Trump está deportando a cientos de cubanos de vuelta a la dictadura. Hay casi 10.000 cubanos languideciendo en campamentos de tiendas a lo largo de la frontera con México por culpa de la agenda antiinmigrante de Trump”, reconocía Biden y declaraba que “nada de esto ayuda al pueblo cubano. Nada de esto ha avanzado la democracia en Cuba”.
Pero quizás lo más llamativo de las declaraciones de Biden a este medio, estaba en su última respuesta a la pregunta sobre qué opinión le merecía la política de sanciones de la administración Trump a los regímenes de Cuba y Venezuela. CiberCuba le preguntó directamente si pensaba levantar o negociar estas sanciones, a lo que Biden contestó:
“Las sanciones son una herramienta importante, pero no son nuestra única herramienta y deben formar parte de una estrategia más amplia para lograr los resultados que queremos. El objetivo es más libertad para las personas que viven bajo regímenes opresivos. Si las sanciones ayudan a avanzar en ese objetivo, las utilizaré”.
Preguntas sobre la Ley de Ajuste Cubano, la posibilidad de levantar el embargo, los programas federales de ayuda a la sociedad civil y la oposición política en Cuba, y la opción de desactivar los títulos III y IV de la Ley Helms-Burton, quedaron pendientes para un próximo diálogo. En la medida en que avance el proceso de traspaso de poder, estas y otras interrogantes podrán ser abordadas por el presidente Biden y altos funcionarios de su futura administración.
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