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El artista plástico de la Isla Yulier Rodríguez Pérez decidió homenajear con su obra el drama de los balseros cubanos, muchos de los cuales perdieron sus vidas en el mar intentando llegar a suelo estadounidense.
La obra, titulada “Balseros”, emplea una técnica mixta sobre lienzo, con dimensiones de 225cm por 160cm. La misma está dedicada a la memoria de “los hermanos emigrantes fallecidos en el mar en busca de una vida digna”.
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El trabajo de Rodríguez se caracteriza por la denuncia de la realidad que vive el pueblo cubano bajo distintas formas de represión, generalmente ocultada por los canales oficialistas y el arte acomodadizo que evita provocaciones o confrontaciones con el régimen.
Con este lienzo más reciente, Rodríguez quiere trasmitir con sus figuras humanas contrahechas de grandes ojos y largas extremidades enjutas, características de su universo, “la desesperación ante la muerte, el riesgo tan grande que corren los cubanos con tal de huir del régimen opresor que los mantiene en la miseria perpetua”.
“Tengo un tío balsero que hizo la travesía actualmente vive en EE.UU. También vengo de un pueblo donde muchos de sus ciudadanos han emigrado en balsa y muerto igual en ese camino, para mí es algo muy cercano, por eso lo expreso”, dice en declaraciones a CiberCuba.
Una de sus más recientes obras titulada “Santa Hambre”, con un toque de hereje, está compuesta por un rústico crucifijo de madera donde se cruzan una cuchara y un tenedor, como si se trataran de la figura vejada de Cristo. Encima de los utensilios, los números 59 y 20, una clara referencia de los años durante los que se ha extendido la revolución liderada por Fidel Castro. Muchas de sus figuras están plasmadas en escombros y paredes de La Habana.
Balseros, el drama inconcluso
No hay dudas de que el fenómeno de los balseros tuvo su punto más dramático en 1994, cuando estalló el llamado “Maleconazo”. Por esos días, Cuba atravesaba una profunda crisis económica provocada en gran medida por el derrumbe del campo socialista de la URSS, del cual la isla dependía para subsistir.
Más de 35 mil cubanos emprendieron su viaje a través del mar hacia Estados Unidos, de los que más de 32 mil fueron llevados primeros a la Base Naval de Guantánamo, por orden del entonces presidente norteamericano Bill Clinton.
El éxodo motivó a Clinton para que aprobara en 1995 la política de Pies Secos, Pies Mojados, que amparaba, protegía y concedía beneficios especiales a los cubanos que lograban alcanzar tierra firme de EE.UU. sin ser interceptados. Dicha política fue eliminada en 2016 por otro mandatario demócrata, Barack Obama, en una de sus últimas acciones como presidente para fomentar el llamado “deshielo” de las relaciones entre Washington y La Habana.
De ese modo, Obama ponía fin a una política que, durante años, permaneció como un memorando de la Ley de Ajuste cubano y que entre sus beneficios ofrecía, además de la permanencia legal en el país, la posibilidad de obtener trabajo, así como ventajas económicas, sociales y médicas.
Sin embargo, a pesar de que tales beneficios concluyeran, todavía el fenómeno de los balseros persiste, si bien en menor medida. Hace solo unas semanas, autoridades de Estados Unidos y Bahamas interceptaron dos embarcaciones con 13 balseros cubanos en el Estrecho de Florida, los primeros capturados en alta mar en el recién inaugurado año fiscal 2021.
“Eso no ha cambiado, la miseria. Sigue la muerte, sigue la emigración. Y los balseros continúan lanzándose al mar”, expresa Yulier Rodríguez.
En septiembre, la Guardia Costera de EE.UU. interceptó a 5 balseros cubanos a 35 millas al sur de Cayo Marathon. Luego informaron que los cinco migrantes cubanos -todos adultos- fueron repatriados a la Isla.
A finales de ese mismo mes, las autoridades estadounidenses interceptaron a otros 9 balseros cubanos a unas 10 millas al sur de Key Colony Beach. Estos fueron interceptados y repatriados a Cabañas, en el municipio Mariel, en la provincia de Artemisa.
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