Jessy es cubana, vive en el Cotorro (La Habana), y ha pasado por una sala de parto en tres ocasiones. La última vez, en diciembre de 2019. Su bebé, Paola, falleció a los 22 días de nacida. Ella lo achaca a la mala praxis médica de los profesionales sanitarios que le dieron seguimiento a su embarazo en el policlínico que le corresponde.
"A las 20 semanas ellos (profesionales de la Salud) empezaron a ver que la niña tenía taquicardias. Yo, preocupada, pregunté, y los dos médicos que me atendieron me dijeron que algunos bebés hacían eso porque sentían la corriente de la máquina de ultrasonido".
Ella continuó con su embarazo hasta que a las 39 semanas, una doctora se preocupó y la derivó al Hospital Hijas de Galicia (Materno infantil de 10 de Octubre, en La Habana). Allí le hicieron un ultrasonido; no vieron nada anormal y la enviaron para su casa quejándose al policlínico de que la remitieran sin motivo alguno. "Me dijeron que yo lo que tenía era hambre", dice.
"A las 41 semanas di a luz a mi bebé Paola, de 7 libras. En el salón una doctora me dijo con estas palabras: 'Te voy a tener que meter cuchilla'. Yo le pregunté por qué y me dijo que porque la niña venía con taquicardias. Pasó un rato y pregunté qué me iban a hacer y me contestaron: 'Nada, inducirte el parto'. Así mismo fue. A las horas di a luz a mi niña y todo parecía normal. Les conté todo lo que había vivido durante el embarazo y les pregunté si todo estaba bien y me dijeron que sí. Los tres días de hospital transcurrieron con normalidad y después me fui a mi casa".
"A los pocos días fui al consultorio a preguntar cuándo era la consulta con la pediatra y me dijeron que en el municipio no había. El 26 de diciembre mi niña llegó en paro cardiaco al policlínico de mi zona. A los meses fue que me dieron los resultados de la necropsia de la niña: tenía cinco malformaciones en su corazoncito".
Después de los resultados de la autopsia, Jessy ha escrito hasta al ministro de Salud Pública de Cuba y nada. "Sólo la doctora de Genética me dio cita para explicarme qué le había pasado a mi bebé. Nadie ha hecho nada con esos médicos a los que no les importó en absoluto la muerte de una bebé. Nadie asume la responsabilidad de los diagnósticos errados. En este país hay médicos a los que les gusta su trabajo y otros que sólo trabajan por los regalitos. Lo único que quiero es justicia para mi niña y que ninguna otra madre pase por esto tan doloroso", dice a CiberCuba.
Hospital provincial de Sancti Spíritus
Otra madre cubana, esta vez, de Sancti Spíritus, asegura haber sido víctima de violencia obstétrica cuando dio a luz a su segundo hijo en 2016. Nunca dijo nada ni se quejó a nadie del infierno que vivió en el hospital provincial espirituano hasta que hace poco vio un reportaje sobre partos humanizados fuera de Cuba y decidió que había llegado el momento de contar su experiencia. "Quedé traumatizada. Me trataron tan mal que no lo olvidaré nunca", aseguró a CiberCuba.
"Pasé tremendo susto. Mi niño nació negrito. Era un macrofeto. Dilaté bien, pero el bebé no bajaba. Me hicieron Rayos X, me midieron y comprobaron que la cabeza cabía por la cavidad, pero no sabían por qué demoraba tanto. No querían hacerme cesárea, pero no me dejaban comer nada para mantenerme el estómago vacío por si tenían que hacérmela de urgencia. Me dio una hipoglucemia y me desmayé. La enfermera me aguantó, pero los médicos se reían y decían que estaba inventando", señala a este diario.
Esta madre cubana, residente en la Isla, prefiere hacer su denuncia desde el anonimato. Ella cree que la trataron tan mal porque no tiene amigos ni conocidos en el hospital. "No conocía a nadie por lo que nadie me hizo un trabajo de parto adecuado como debe ser", añade.
"Tenía las 42 semanas y justo antes de la reunión que los médicos hacen a las diez de la noche, donde deciden qué van a hacer con las mujeres que no han parido todavía, fue que pude parir. Gracias a Dios sólo fue un susto, pero pudo ser mucho peor".
Al día siguiente se enteró de que su bebé tenía tres circulares del cordón umbilical en el cuello y uno en un pie y que había sufrido el síndrome de aspiración de meconio (primera caca del bebé), que guarda relación con la asfixia y el sufrimiento fetal. Tuvo acceso a esa información porque el historial clínico cayó accidentalmente en sus manos y ella se atrevió a abrirlo y leerlo. "Si no, no me hubiera enterado de nada porque ellos no informan de nada".
"No consigo olvidar cómo te acuestan en una cama junto a otras madres. Da mucha desesperación ver cómo las que llegan último, se van y tú sigues ahí sin avanzar. Y luego vas toda destruida a tu casa y ves en la televisión un programa de partos humanizados en otros países y te dan ganas de llorar. Yo no sabía lo que era un parto humanizado ni lo que era la violencia obstétrica", concluye.
Hospital de Morón, Ciego de Ávila
Es cubana, abuela y vive en Estados Unidos. Ella viajó a Cuba en octubre de 2019 para acompañar a su hija mayor en el parto. Estaban tranquilas porque habían sobornado a uno de los médicos del hospital de Morón, en Ciego de Ávila, para que estuviera en la sala donde iba a tener lugar el parto. La experiencia, según cuenta a CiberCuba, fue traumática.
"Mi hija estuvo desde las 6:00 am a las 6:00 pm habiendo comprado al médico. Él estaba allí, pero no hizo nada, hasta que la llevaron y le hicieron cesárea. Después estuvo un mes ingresada".
El caso de su hija era delicado porque padecía una diabetes gestacional. Por eso la ingresaron en la sala de gestantes quince días antes de la fecha del parto. "El aire acondicionado estaba roto y tuvimos que llevar un ventilador. Las máquinas de hacer pruebas a las embarazadas estaban rotas. A mi hija le bajó el azúcar y tuve que salir corriendo a buscar un jugo. No me dejaron, desde por la mañana que se puso de parto, asomarme a informar a la familia de que la pasaban a hacerle la cesárea. Entré con ella hasta el salón donde la preparan. La sacaron por la noche, por un pasillo porque no había camas. La pasé súpermal".
Y protestó por lo que estaba ocurriendo. "A la jefa de la sala no le gustó que protestara y le dio las quejas a mi esposo. Bastante bien me porté y no dije que el médico era pago. Cuando le dieron el alta (a su hija), salió a los dos días con una infección gravísima", cuenta a CiberCuba.
Un año después mira para atrás y de aquella experiencia recuerda "el churrero que había debajo de las camas (del hospital), las cucarachas o las aguas albañales que caían desde la planta de arriba por las tuberías del baño".
También recuerda que había un grupo de presos trabajando en el hospital y pasaban al baño a recoger la basura sin avisar ni pedir permiso. Se quejó, pero no sirvió de nada. Lo que debería ser un momento feliz para cualquier familia, para la suya fue la peor experiencia en años.
Medio centenar de madres fallecen en Cuba durante o a consecuencia del parto
En 2016 fallecieron en Cuba 49 mujeres víctimas de complicaciones directas o indirectas, relacionadas con el embarazo y el parto. Esta cifra se mantuvo más o menos estable en 2017 (45 casos), pero subió en 2018 hasta los 51 decesos, según los últimos datos disponibles en el Anuario de Salud de Cuba.
En Cuba, entre 2017 y 2018, según las estadísticas oficiales, aumentó el número de niños que murieron por causas relacionadas con el parto. La tasa de mortalidad de menores de siete días fue 12.9, la peor desde 2009 cuando se registró la misma cifra.
En el año 2014 la Organización Mundial de la Salud emitió una declaración animando a prevenir la falta de respeto y el maltrato durante la atención del parto en centros de salud a nivel mundial.
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