Activistas cubanos relataron este jueves sus experiencias el pasado 10 de octubre, cuando grupos de la seguridad del Estado los reprimieron para impedirles participar en un concierto.
La artista visual Camila Lobón hizo un análisis de los sucesos a través de Facebook, donde describe los actos de repudio de que fueron víctima decenas de cubanos ese día por intentar llegar a un concierto organizado por una organización opositora.
"El simple acto de salir de casa este pasado 10 de octubre, lo convirtió el estado cubano en un gesto de provocación digno de castigo. Si por manifestarse se entiende salir a un concierto en una casa privada, tocar la puerta de un amigo a riesgo de correr la misma suerte de seres queridos, colegas artistas, profesores, periodistas, poetas, sobre los que día tras día se agudizaba una estrategia represiva de vigilancia, amenazas, persecusiones, arrastres, secuestros, entonces supongo que sí, que salí a manifestarme", relató.
"A veces, cuando la irracionalidad y arbitrariedad del poder se normaliza al punto de condenarte a un estado de perenne desasosiego e impotencia y ningún efecto consiguen los reclamos virtuales y el poder se complace en asfixiar con impunidad tu espacio vital y el de quienes te importan, solo te queda poner el cuerpo. Que sepan quienes abusan, que esos cuerpos y conciencias que maltratan no están solos", señaló.
Lobón también se refirió a la actitud de la sociedad cubana antes estos hechos.
"A los que piensen: ¿Pero si saben cómo es esto, para qué se exponen? Pero si no van a conseguir nada con eso!.... Les advierto, están cayendo en la lógica de quien justifica o minimiza la violación de una niña, por el largo de su falda".
"No hacen más que minimizar lo injustificable y eso es complicidad (voluntaria o no) con la injusticia. No pregunten más a la niña, por qué tenía la falda corta, acusen al violador por su crimen. Porque mañana, puedes ser el violado. Porque cada ciudadano en Cuba (incluyo a los que están en la posición de reprimir) han sido violados desde que se les maleducó para sobrevivir en un ecosistema de odio legalizado con una concepción torcida e ideologizada de la libertad", dijo la artista.
Contó que el 10 de octubre Tania Bruguera, Michel Matos, Aminta De Cárdenas, Kirenia Yalit y ella llegaron a la sede del Movimiento San Isidro en La Habana Vieja, donde había un acto "cultural" con personas convocadas por la Seguridad del Estado.
"En cuanto tocamos la puerta de Luis Manuel (Otero Alcántara), agentes de la seguridad del estado se nos abalanzaron encima. Cambiaron el tema de reparto que sonaba por consignas políticas grabadas. Una mujer de civil se tiró sobre Tania y le tumbó el teléfono de la mano. Me lancé a recogerlo. Lo agarré justo antes de que un agente fuerte, de 1.80 le plantara el pie arriba. Cuando me incorporé, varios segurosos trataban de inmovilizar a Tania y la gente comenzaba a gritar. La empujaban por la espalda y el seguroso la halaba. Tania todo el tiempo buscaba apartarme, protegerme", contó Lobón.
Narró que la masa anónima las iba empujando hacia la patrulla, ubicada cerca de la Avenida del Puerto, "bajo insultos: Gusanas! Perras! Mercenaria! Bajanda! (que irrespeto citar al Choco en esa situación). Vecinos de San Isidro miraban desde sus casas, llevaban semanas siendo citados y amenazados", subrayó.
Según el relato de la artista a Michel lo apartaron del grupo y lo esposaron.
Ella preguntó al policía por qué lo esposaban, "pero los segurosos nos empujaban dentro de la patrulla en medio del vaivén de aquel tumulto anónimo histérico. Nos montaron a las cuatro mujeres (Tania, Kirenia, Aminta y a mí) dentro de la patrulla. De pronto una mujer (asumo que vecina de Luis Ma) se pegó a la ventanilla de la patrulla y alzándonos los pulgares nos mostró su apoyo, gesto hermoso, que hoy le agradezco, y que respondimos de la misma forma. No se fue de allí hasta que la patrulla arrancó".
"Nos llevaban a nosotras en una, a Michel en otra y a Iliana Hernández en la última. Nos pasearon por el malecón camino a la unidad de Zanja. Toda una caravana de la humillación. Iban con las sirenas sonando y desde una moto filmándolo todo", afirmó.
Otro testimonio es el de la escritora Catherine Bisquet, quien ese día fue agredida y detenida cuando visitaba a la curadora de arte Anamely Ramos.
Esta vez, Bisquet narra la brutal represión que sufrió el activista Alfredo Martínez, quien también intentó llegar a la sede del concierto en San Isidro.
"Durante las detenciones el pasado 10/10 Alfredo fue tratado impunemente con demasiada brutalidad. Alfredo no estaba haciendo nada ilegal. Solo asistía a nuestro encuentro. Alfredo es un muchacho brillante, noble. Alfredo es ingeniero civil. Alfredo es mi amigo. Es necesario ponerle cara a los represores y que ellos sepan quiénes somos y a qué nos dedicamos. Es necesario que sepan qué es lo que exigimos y defendemos. Es necesario narrar con detalles todos estos crímenes y violaciones de los derechos humanos. No más violencia policial. Exigimos respeto a nuestros derechos cívicos y libertad de expresión. Libertad, y todo lo que abarca esa palabra", escribió.
En su perfil de Facebook Martínez narra que al ver las imágenes de los grupos violentos de la Seguridad del Estado apostados frente a la casa de Otero Alcántara en San Isidro, decidió llegar a ese punto de encuentro haciendo una directa, para que la gente viera lo que estaba pasando.
"Solamente por tocar la puerta de la casa de mi amigo, fui atrapado por 5 agentes de la Seguridad del Estado. Se cortó la directa, ni siquiera sin poder virarme. Entre los 5 me llevaron cargado como si fuera un animal a un matadero por el medio de la calle Damas. Yo gritaba que no había hecho nada, que era ilegal lo que me estaban haciendo. Intentaban quitarme el celular, no lo solté ni un momento, mis audífonos hechos talco, ya sin nasobuco", afirmó.
"El policía que iba atrás conmigo me decía que si gritaba más, más me iba a doler, y me alzaba los brazos por la espalda con la llave aplicada. Me dolía. Eran unos perros sin alma al servicio de un régimen totalitario", comentó.
"Fue tan rápido y tan violento, que en un abrir y cerrar de ojos los 5 agentes me habían entregado a 3 policías que me esposaron, por primera vez en mi vida me esposaban", contó el activista.
Relata que fue trasladado a la estación de policía de Marianao, allí lo amenazaron con su familia, con su mamá, una fiscal de la isla, y le dijeron que debería "darle «vergüenza» tener un hijo como yo".
"Lamentablemente para él, mi mamá sabe que estudié y soy buen hijo. «No me amenacen más con mi familia, ellos saben quién soy», le dije", explicó Martínez.
Al activista lo volvieron a meter al calabozo, luego lo sacaron y le dijeron que lo hacían por quien era su madre.
"Le dije bien claro que si era por eso que me volviera a meter y me dijo «no te preocupes, nos volveremos a ver»", dijo en su post Martínez, quien también fue víctima de homofobia durante su detención arbitraria.
"Cuando salía hacia la carpeta todavía se encontraba ahí y lo oí decir «¡De pinga la pájara esta!» Respondí: «Pájara y bien, da pena que seas un oficial de la contrainteligencia y seas homófobo»", dijo en su testimonio.
El Movimiento San Isidro, con sede en La Habana, enfrenta una de las oleadas represivas más fuertes de los últimos meses por parte de la Seguridad del Estado cubano.
Sus integrantes han denunciado en las últimas horas acoso, detenciones arbitrarias, desapariciones forzosas y sitios frecuentes a su sede en La Habana Vieja.
Un testimonio similar lo hizo Anamely Ramos, quien también fue detenida ese día y amenazada por un Policía. "Agradece que por esta vez te respetamos la vida", le dijeron.
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