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Pedro Calvo Rojas (La Habana, 1942), es quizá el cantante cubano más popular de las últimas cinco décadas, cuando su voz, sus sombreros separados del cuero cabelludo por un pañuelo y su bailoteo en escena, divierten a los buenos y exigentes bailadores, que ya venían entrenados por otras Octavas del pentagrama cubano como Benny Moré, Arsenio Rodríguez, Abelardo Barroso, Félix Chapotín, Tito Gómez y Miguelito Cuní.
Elena Burque, José Antonio Méndez, Lino Borges, Portillo Scull y Roberto Sánchez, entre otros, fueron también inspiración de un adolescente que fue creciendo con aquellos timbres sonoros, letras irrepetibles y voces afinadas que iban de la congoja al delirio en dos acordes.
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Decir Pedrito en Cuba y parte del mundo latino también implica decir Van Van, orquesta en la que llevó la voz cantante durante casi 30 años; pero de niño cantó con el Bárbaro del Ritmo, y su padre músico le dijo: ¡Fíjate como afina ese hombre! Su mamá también cantaba, de casta le viene la voz, pero su carisma y sandunga son su sello inimitable.
Tras dejar Van Van, con quien ganó un Grammy (2000), fundó Pedrito Calvo y la Justicia, un empeño personal en seguir haciendo buena música con batuta democrática, que tuvo en cuenta las peculiaridades de cada uno de sus integrantes, pero ese capítulo también está cerrado y ahora sigue siendo un atleta que bebe poco alcohol y sube al escenario para cantar la intimidad lírica, su verdadera pasión estética, que no siempre pudo asumir por exigencias del formato de orquesta.
Con más de 60 años en la música, ganó en La Corte Suprema del Arte la condición de Estrella naciente, en 1957, cantando La Barca, del mexicano Roberto Cantoral, pero no se considera el mejor, tampoco el peor. Cree que está en el medio y siempre junto a su pueblo, que sabe de música y ama a los buenos artistas, pero quizá no sepa que fue zapatero remendón en una época en que no se podía vivir de la música ni del cuento porque no daba la cuenta.
¿Cuándo y cómo supiste que te gustaba cantar?
Desde chiquito. Mamá, Antonia Rojas, era cantante, papá músico y eso se te va pegando. A mi lo que me gusta es el género romántico, quizá porque lo heredé de mi mamá, que cantaba canciones de la trova cubana. Mi padre tuvo una orquesta que se llamaba como el y yo.
¿Cual es tu formación musical?
Primero autodidacta, influido por mi papá y los músicos de su orquesta; luego estudié guitarra, pero la dejé a los tres años. Aprendí a pasarle la mano al piano y lo demás lo aprendí en la calle. Tuve la oportunidad, siendo un chamaquito, de cantar con Benny Moré y mi padre me dijo: ¡Fíjate como canta, como afina ese hombre!
También tuve la suerte de actuar dos veces con la orquesta del viejo mío, esto no lo sabe casi nadie. Una fue en Palatino y otra en un pueblo de campo que no recuerdo.
¿Que cualidades debe reunir un buen cantante popular?
Yo no soy un buen cantante; soy popular por mi forma de ser, porque me llevo bien con todo el mundo. Caigo en gracia; pero yo no soy grande, soy una gente de pueblo, normal, como la mayoría de las personas. Y siempre he evitado tener problemas con compañeros. Creo que eso se transmite, incluso en la calle.
Un artista debe ser lo más normal posible y hacer su trabajo como debe ser. ¡Y ya! Yo no soy el mejor, tampoco el peor, ando por el medio y siempre junto a mi pueblo, que me quiere y eso es lo más importante para mi.
La imagen de los artistas suele estar asociada a estereotipos de afición al trago y cierta indisciplina; pero eres un atleta, que apenas bebe alcohol. ¿Por qué?
Siempre pensé que el deporte podía ayudarme en mi carrera como artista y; durante muchos años corrí diez kilómetros diarios, ya no los corro, pero sigo corriendo y cuidádome. De ahí viene mi fuerza para aguantar en el escenario dos o tres horas y acabar fresco. Asi que yo recomiendo a los intérpretes de música bailable que hagan deporte.
No soy perfecto, no todo lo hice bien; a veces me doy un trago como muchos cubanos; pero no me quejo de la vida que he tenido; aunque esos desayunos contigo en Madrid de jamón ibérico y tostones son vitamina pura, asi que pásame un poquito, hermano; cuando abran las fronteras y yo te mando fotos mías, con barba y sin barba, para que veas que me mantengo, aunque me quité la barba porque me envejece.
Los bailadores asocian tu timbre al sonido Van Van; ¿qué te aportó esa gran orquesta y que aportaste al fenómeno musical más popular de los últimos 50 años en Cuba?
Van Van es posiblemente un fenómeno único por su calidad y popularidad. ¡Hay que seguir contando con Van Van, cuando sube a un escenario! Surge en una época de mucha creatividad musical en Cuba con Iraquere, Revé, Los Latinos, la Ritmo Oriental, Rumbahavana y luego llegaron Adalberto Álvarez con Son 14 y El Tosco, entre otros.
En esos años, los músicos cubanos estábamos cerrados por cuestiones políticas contra Cuba, circunstancia que aprovecharon agrupaciones extranjeras como El Gran Combo de Puerto Rico, pero cuando Van Van debutó en el extranjero, el mundo musical dijo: ¡Cuidao que han vuelto los cubanos!
Y me alegro porque fíjate ahora que ya hasta nuestros reguetoneros triunfan en el mundo y son apreciados por su público, los puertorriqueños ya no tienen la hegemomía.
Entiendo lo que dices de mi imagen asociada a Van Van, pero yo era la voz, una cara, detrás había grandes músicos como Juan Formell, Pupy Pedroso, Changuito y Orlando Cantó entre otros, que trabajaron con rigor la música cubana y para complacer a los bailadores que, como tu dices, son muy exigentes. Y muy buenos cantantes como Lele, Mayito Valdés e Israel Kantor, que en paz descansen; aunque el último solo estuvo un año y poco con la orquesta.
Los bailadores mayores de 30 años asocian mi timbre a los Van Van; ya hoy los jóvenes y los niños van por el reguetón y quizá no disfrutan de esa música que hicimos. De los 60 años que llevo en la cultura cubana, 30 fueron en Van Van.
Pero no me detengo, sigo haciendo música, y este tiempo encerrado por la COVID-19 me ha servido para grabar y meditar en canciones cosas para mi público; pues antes -entre conciertos y viajes- no podía dedicarle el tiempo necesario a grabar cositas buenas. Y aquí seguiré, cantando y bailando, con mi sandunga,
¿Van Van estaba insertado en los grandes mercados de la Música latina bailable como Lima-El Callao y Nueva York?
Mientras no salimos al extranjero, no. Pero cuando pudimos empezar a actuar la historia cambió y el público, la crítica musical y los propios salseros reconocieron la calidad de Van Van.
Fíjate la ventaja que tuvo Puerto rico, que forma parte de Estados Unidos y contó con todo el billete necesario para hacer buena música; acaparando el mercado desde los años 70, pero una vez oí a Tito Puentes decir, "cuando abran a Cuba, se le va acabar la gracia a la gente" y no se les ha acabado, pero ya las grandes empresas que mueven el mercado musical tienen que contar con Cuba, que tiene una cantera de músicos extraordinarios.
Van Van fue el fruto del talento que creó la revolución cubana con su sistema de escuelas musicales por todo el país, que permitió a niños y jóvenes con talento formarse como buenos músicos, independientemente del lugar en que vivieran.
Ya en Europa se baila casino, hay escuelas de Salsa en muchas ciudades y eso ha sido posible gracias al talento de los músicos cubanos, incluidos profesores que trabajan en escuelas públicas y privadas. Cuba está cogiendo el lugar que le corresponde en el escenario internacional.
Un problema que tenemos es que la EGREM no cuenta con todo el dinero necesario para promover adecuadamente el talento musical de Cuba, tiene que repartir pocos recursos entre muchos; pero su catálogo es de los mejores del mundo.
Los músicos cubanos estamos vivos, nos faltan cosas, como a la mayoría del pueblo, pero nos sobra excelencia musical, capacidad de trabajo y creatividad. Yo, a veces me admiro viendo en la televisión a niñitos que están volaos en la música.
Cuba es una potencia musical y deportiva; repito, no exenta de dificultades y carencias. Pero, ¡cuidao! aquí hay una cantera grande. Como también tenemos buenos médicos, buenos ingenieros, buenos trabajadores. Cuba se merece un lugar bonito, un respeto.
Sueño con ver un día a Cuba en el lugar que le corresponde, pero tu sabes que el almanaque va que jode por ahí pallá...
Compartes el criterio que el bailador cubano es tan exigente que las orquestas bailables aceleraron el tempo heredado del Cha Cha Cha o la aceleraron para poner a prueba a los bailadores (Timba)?
La Timba es un ritmo más rápido, más jazzista; una combinación de jazz con música cubana, que obliga a meter muchas notas. El son es la raíz de nuestra música, de ahí vino todo y seguirán surgiendo nuevas combinaciones. Yo no soy timbero, prefiero una cadencia más lenta; y no es por mi edad. He hecho y puedo hacer Timba, pero mi preferencia es otra. Aunque tampoco me niego a cantar reguetón, alguno tengo grabado, busca por ahí. El fuerte mío es el bolero.
Siempre refieres a Arsenio Rodríguez como una ceiba frondosa de la música cubana; pese a que lo tenía todo para perder: Negro, pobre, ciego y zurdo. Lo de zurdo es porque algunos aseguran que tienen más difícil ejecutar la armónica del son. ¿Tu estás de acuerdo?
Todos los zurdos son grandes virtuosos. la naturaleza les ha dado una fuerza que no tenemos los derechos, quizá porque son menos. Pero son grandes en el pentagrama. Te hablo desde mi experiencia, los zurdos en la música y la pelota se destacan siempre.
Arsenio fue el zurdo maravilloso del son cubano, llegó a Nueva York y paró las orejas de todo el mundo. Y además tenía la fuerza de alguien que carece de vista, Arsenio era un ser superior y ahí está su obra.
¿Que fue Pedrito Calvo y la Justicia?
Fue un esfuerzo mío para tratar con justicia a los músicos, tras ver como algunos que primero fueron soldados, cuando cogieron el mando, trataron mal a sus músicos, pagándoles mal y creyéndose por encima de ellos. Eso no es justo ni es la vida.
Puedes entrevistar a cualquiera de los músicos que pasaron por mi orquesta y verás que todos te dirán lo mismo sobre como los traté, incluso dejándoles actuar con otras agrupaciones, si le surgía una oportunidad de trabajo y siempre les dejé las puertas abiertas para que regresaran cuando terminaran esa gira y quisieran; mientras otros directores dicen: si te vas, adiós.
En la música se puede triunfar o no, pero lo que nunca debe faltar son el respeto y el cariño entre compañeros.
De tus hijos, ¿quienes han seguido tus pasos?
Pedrito Calvo Jr que vive en Europa, Liuba que canta conmigo y Nairín, que vive en Miami y está haciendo sus cositas por allá.
Tu hermano Manolo, Piloto Maestro del aire, prisionero de UNITA en Angola, fue muy buen pelotero. En un juego le metió tremendo palo a Alex Díaz, controlador aéreo de San Antonio de los Baños, que actuaba como pítcher contrario y Manolo le cazó una curva que se quedó alta. ¿Baila y canta tan bien como volaba y bateaba?
Mi hermano Manuel es tremendo piloto y, cuando éramos peloteros, daba tremendos batazos. Sus compañeros lo quieren y admiran porque tiene muchas cualidades. Su historia está ahí.
¿Has asumido el cierre de tu carrera como solista romántico?
Lo mío siempre ha sido cantar música romántica; aunque eso no ha impedido que haya cumplido con mis obligaciones en Van Van, la Justicia y otras orquestas, empezando por la de mi papá.
Mi madre cantaba música romántica y me pegué a eso y ahora la disfruto más, aunque a mi me hizo grande la música popular y mi capacidad para pegar la oreja al solar, a la esquina y rumbear con los dicharachos de la gente.
La vida sigue y lo que he hecho está ahí, hay un trabajo reconocido por el cariño de los cubanos y de muchos extranjeros.
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