Los clientes que asisten al Cabaret Tropicana Santiago sólo perciben la sonrisa del elenco artístico, sin embargo, debajo del maquillaje de estos profesionales se ocultan las preocupaciones de sus trabajadores, quienes se enfrentan a un ambiente insalubre y con alarmantes condiciones de deterioro.
Servicios sanitarios llenos de fetidez, pisos levantados, falta de higiene ponen en riesgo la salud de los artistas y los expone, además, a resbalones, caídas y otros accidentes de trabajo que en la carrera de un bailarín, por ejemplo, pudiera resultar irreversible y difícilmente compensable.
Apodado como el “Cabaret del Caribe” y considerado el más grande de su tipo en Cuba, pues tiene capacidad para 1200 personas, el lugar es hoy diana de críticas en las plataformas digitales de viajeros y redes sociales, y motivo de desvelo entre sus trabajadores.
Un vestuarista, que no quiso ser identificado por temor a represalias, dijo que si se considera la naturaleza y el ritmo del trabajo, también los diversos profesionales que congrega el lugar, se puede concluir que actualmente el centro no es adecuado porque carece de condiciones de salubridad y seguridad.
Otro trabajador, identificado como utilero, culpa a las actuales administraciones por su abandono e indiferencia a los reclamos, también de no realizar los mantenimientos preventivos, periódicos, predictivos y correctivos que la propia instalación demanda, causados por el propio desgaste, y por el mal uso de las instalaciones.
Ante el posible cierre del Cabaret Tropicana Santiago, anunciado recientemente por funcionarios de Salud Pública, los artistas han manifestado estar preocupados y tristes por las probables cesantías masivas en tiempos de bastante estrechez económica.
Alegan, además, que el deterioro que exhibe la instalación turística se debe al uso inadecuado del sitio promovido por directivos que autorizan constantes presentaciones de autodenominados artistas urbanos o reguetoneros, seguidos por un público caracterizado por mal comportamiento.
También estos profesionales del espectáculo culpan a las empresas Turarte y Palmares por la ineficiente gestión administrativa, y hacen referencia que la falta de mantenimiento a la estructura es producto de manejos turbios y cuestionables de quienes estaban supuestos a cuidar y lograr maximizar la vida útil de la instalación.
El llamado “Cabaret del Caribe” ya no es aquel legendario escenario al que todo joven bailarín soñaba llegar para formar parte del selecto Ballet del Tropicana Santiago de Cuba.
Abrió sus puertas al público por primera vez el cinco de agosto del año 1991 ante más de 1200 espectadores y la presencia de autoridades del deporte internacional y atletas de varios países que por esos días formaban parte de la celebración de los Juegos Panamericanos en la mayor de las Antillas.
Operado en sus inicios por la compañía Carishow S.A., del grupo Cubanacán, y bajo la dirección de los mejores profesionales de las variedades artísticas y los espectáculos musicales del país, el afamado cabaret acogió grandes producciones artísticas del más alto nivel, pasando por su escenario figuras de fama mundial y personalidades del arte nacional e internacional.
Hoy resulta incierto el futuro del icónico lugar, reconocido una vez como hito de la cultura cubana, y muchos lamentan que no se le devuelva la lucidez a la instalación que vestía de glamour las noches de Santiago de Cuba.
Urgen acciones antes que se apaguen las luces del escenario y la oscuridad murmulle al oído de quienes le conocieron porque el famoso cabaret Tropicana Santiago de Cuba dejó de ser hace mucho un paraíso bajo las estrellas.
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