Es cubano, médico y está ahora de misión en Venezuela. "Nuestro salario es 1 200 000 bolívares. Se lee mucho dinero, pero a la hora de comprar es nada. El dólar sube todos los días y en estos momentos está en 300 000, así que equivale a 4 dólares al mes", comenta a CiberCuba.
De ese salario los profesionales cubanos de la Salud, que cumplen misión en Venezuela, tienen que sacar un pellizco para "la brigada". "Es como pagar al partido en Cuba. Sabiendo cómo está la situación tenemos que pagar 18 000 en efectivo. Eso es difícil hasta para los mismos venezolanos. Tenemos que hacer uso de nuestro "mercal" (los mandados) y vender algún producto muy por debajo de su precio para conseguir ese efectivo".
Casi siempre, aclara, sacan el dinero para pagar ese "impuesto revolucionario" de la harina, que en el mercado se paga a 200 000 bolívares pero ellos tienen que venderla a 90 000.
Ese "mercal" lleva tres productos básicos: 3 kilos de arroz, 3 de pasta y 3 de harina. "Azúcar nos dan muy pocas veces y aceite, mucho menos". Eso, asegura este médico cubano, es para todo el mes. "Tenemos que utilizar parte de esos productos para cambiarlos por plátanos, tomates o aliños".
Comer carne en Venezuela es un lujo que no está al alcance de los médicos cubanos, cuenta este profesional de la Salud. "Los precios suben constantemente. Un kilo de carne es la mitad de nuestro salario. Eso sin contar el aseo personal, que es otro dineral más". Si alguien protesta, los jefes les dicen: "Señores, esto es una misión. Esto es lo que hay".
Últimamente les dan un respiro los bonos de 200 000 o 500 000 que el Gobierno de Venezuela les da a los venezolanos una vez al mes y que también están llegando a los médicos cubanos. Aún así, aclara, no se puede vivir con eso. "Dependemos muchas veces de la ayuda de las amistades que hacemos aquí. Yo tengo un buen amigo que tiene una finca y cuando matan un becerro me colabora con algo. Yo, ese algo, lo comparto con otros colaboradores. Pero no todos tienen un amigo que tiene una finca", apuntó.
Este cooperante forma parte de una brigada de 32 médicos que llevan entre 5 meses y un año en Venezuela. Todos tendrán que pasar en este país, viviendo en estas condiciones, entre dos y tres años. Más o menos en mitad de la misión, les toca pasar un mes de vacaciones en Cuba, pero hay mucha gente que este año no ha podido regresar a la isla por la pandemia.
¿Cómo viven?
"Mi vida aquí es como la de todos. Vivo en una casa con otras dos personas, también colaboradores. Cuando llueve, cae más agua dentro que fuera de la casa. Con nuestros esfuerzos hemos eliminado un poco de goteras, poniendo nylon en los techos, pero nunca es suficiente", explica a CiberCuba.
El sistema eléctrico es un caos. Contamos con luz en cada cuarto y parte de la sala gracias a nuestros inventos. El agua que nos llega, cuando nos llega, está negra (ver foto). Un amigo venezolano nos trae agua limpia para tomar. Antes hervíamos el agua, pero ya hace meses que no tenemos gas. Tenemos que utilizar hornillas eléctricas, pero los apagones son constantes. Muchas veces tenemos que cocinar con leña", insiste.
"Estas no son cosas con las que un cubano no pueda lidiar. Estamos adaptados a pasar trabajo. Lo que nos molesta es la exigencia para que trabajemos, pero nadie se acerca a preguntar qué necesitamos. En una ocasión llegaron superiores pidiendo un informe de las necesidades de cada casa y esto provocó una carcajada general. Hasta el mismo superior tuvo que decir: "Señores, yo sé que esto es por gusto, que ninguna de sus exigencias se van a cumplir. Lo que el Estado está pidiendo es burocracia y papeleo".
Pero los problemas se agravan cuando alguno de los médicos de la misión se enferma. Le ocurrió a una doctora que tiene un fibroma en sus ovarios, que le provoca fuertes dolores cuando le llega el período. Por más que pidió un carro para ir al ginecólogo, no se lo dieron. Le dijeron que tenía que ir por sus propios medios. Ella escribió a su familia en Cuba, contándole el caso y su familia protestó en Cuba. "Por arte de magia apareció un carro que la llevó y la dejó allí. El regreso se lo tuvo que costear ella y, encima, sufrió un atraco.
Poco después vinieron los superiores y cuestionaron su comportamiento. Le afearon que hubiera contado a su familia que no tenía forma de llegar al hospital.
"No somos los más revolucionarios"
Este colaborador cubano en Venezuela ha definido también a CiberCuba el perfil de los médicos cubanos que cumplen misión con él en ese país. "Los que estamos aquí no estamos porque somos los más revolucionarios ni nada por el estilo. Estamos aquí solamente por el fruto monetario que brinda esta misión, que tampoco es mucho, pero alcanza al menos para hacer tus 'arreglitos' en la casa y darte un gusto personal, cosa que trabajando 100 años seguidos en Cuba nunca podrás lograr", señala.
Sobre la misión en Venezuela, aclara que no es obligatorio aceptarlo cuando te lo ofrecen, pero en la vida real sí lo es. "Si no quisiste venir a Venezuela no tienes derecho a una misión buena", dice.
Además, alerta de que la imagen que vende el Gobierno sobre los médicos cubanos que cumplen misión en el extranjero es falsa. "Nos obligan a postear en las redes sociales el trabajo que estamos realizando, exaltando los valores revolucionarios, pero no se nos permite mostrar la situación precaria en que vivimos. Algunos de nosotros han caído por ponerse de pie frente a los jefes y hablar en buen cubano", añade.
"A nuestros familiares siempre les mandamos fotos donde se nos ve contentos con nuestros compañeros de trabajo y amigos venezolanos. Es nuestra estrategia para no preocupar a nuestras familias. Si cuentas la realidad y algún familiar se dirige a los canales pertinentes a plantear una queja, esto es tomado como una alta indisciplina. Puede costarte la misión y la pérdida total de tus ganancias, que están en manos del Gobierno hasta el fin de tu misión".
A todos estos problemas hay que sumar la falta de seguridad que sufren los médicos cubanos en Venezuela. "Todos los días un médico cubano sufre un atraco. Felicidades al que solamente lo atracaron y le quitaron su móvil. En más de una ocasión hemos llorado al enterarnos que grupos de malandros han irrumpido en una casa de cubanos, los han amordazado y golpeado para quitarles todo y por supuesto para ambos gobiernos esto es un tema que no debe salir a la luz".
"En más de una ocasión hemos llorado la pérdida de un compañero por estas mismas acciones y duele más cuando nos enteramos que la noticia que le brindan a sus familiares es que él se estaba juntando con malas compañías y se escapó para una fiesta en la madrugada. Pero de qué sirve pedir ayuda a la Guardia Nacional si a estos mismo malandros cuando los atrapan los sueltan a la media hora. Como consecuencia no puedes acusarlos pues te estarías sentenciando tú mismo. Entonces nuestra única opción de protección es entablar amistad, hacer negocios a sabiendas que en cualquier momentos se nos pueden revirar, pero es nuestra única opción ya que ninguno de los dos gobiernos nos brinda seguridad".
"Sé que me encuentro en la boca del león. Sólo quiero que el mundo sepa cómo vivimos y que no vivan engañados. Nosotros, los colaboradores, no contamos con derechos humanos. Somos esclavos de la mentira", concluye.
Este médico cubano no es el único que ha denunciado las severas condiciones en las que viven los profesionales cubanos de la Salud dentro y fuera de la Isla. A finales de este mes de julio otro médico cubano denunció que es explotado en el policlínico donde trabaja en la Isla de la Juventud y que ha encontrado trabas judiciales que impiden que esa denuncia prospere.
Pese a que países como México pagan hasta 6 millones de dólares por el trabajo de los médicos cubanos, Cuba ha sido denunciada internacionalmente por los bajos salarios que paga a lo doctores que cumplen misión fuera del país.
Estados Unidos ha amenazado con tomar represalias contra las naciones que accedan a firmar estos convenios con el régimen cubano. A finales del mes pasado, su embajada en La Habana pidió al Gobierno cubano que pague una compensación justa a los médicos enviados a misiones en el exterior.
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