Cubana denuncia discriminación racial y abuso policial: “se salvan porque son mujeres, a los hombres los reviento sin mirar”

Dos mujeres se sentaron en un muro en La Habana y sufren varios maltratos después de hacerlo.

Patrulla de policía cubana en La Habana y Aracely Rodríguez. © Cibercuba / Facebook / Aracely Rodríguez
Patrulla de policía cubana en La Habana y Aracely Rodríguez. Foto © Cibercuba / Facebook / Aracely Rodríguez

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Este artículo es de hace 4 años

Una cubana denunció en redes sociales un hecho de discriminación racial y violencia policial que sufrió luego de que ella y otra mujer de raza negra decidieran sentarse en un banco público que colinda con una inmobiliaria en La Habana.

La Licenciada en Derecho y Máster en Estudios del Caribe, Aracely Rodríguez Malagón, una de las víctimas, expuso que había estado tres horas haciendo una cola para comprar alimentos y papel higiénico, cuando decidió ir a descansar junto a su hermana al mencionado muro, mientras permanecían a la espera de su turno en la fila.


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Ambas se habían animado a hacerlo porque vieron que allí estaba sentada otra mujer, de piel blanca. Pero una vez que se acomodaron en el muro, salió una persona de la inmobiliaria a requerirlas. Ellas alegaron que ninguna señal indicaba prohibición y que a la otra mujer no le habían pedido explicaciones.

El hombre de la inmobiliaria se marchó entonces amenazando con llamar a la policía y soltando la frase “esto no es asiento para coleras”. Para Rodríguez, a partir de ahí el requerimiento se vuelve racista.

“¿Por qué atribuirle lo de coleras a estas hermanas? ¿Por qué llamarles la atención sola a ellas cuando había otra persona sentada anteriormente?”, se pregunta.

Según refirió, desde la cola empezaron a escucharse comentarios como: “dejen eso”, “van a salir perdiendo”, “ustedes son negras”, a lo cual ellas contestaron: “Esto es Cuba, basta de callar y aguantar en silencio para que no te lleve la policía”.

Cuando llegó la policía al lugar, según Rodríguez, solo escuchó la versión del trabajador de la inmobiliaria, al que le dio la razón, a pesar de que las mujeres insistieron en que el muro donde se sentaron estaba “fuera de la inmobiliaria sin cerca perimetral y sin señalización de prohibición alguna”.

Ante la amenaza del agente de llevárselas para la estación de la PNR, las hermanas deciden levantarse y retirarse, cuando escuchan que el mismo dice en tono amenazante: “se salvan porque son mujeres a los hombres los reviento sin mirar”.

Luego intentan tomarle una foto a la patrulla, ya que no habían anotado el número del carro ni del oficial. Pero entonces la patrulla se detiene y le dicen que se las llevarían a la estación por la fotografía. Tras un intercambio de palabras, el oficial acude a la fuerza, maltrata y arresta a una de las mujeres a las que introduce en el automóvil.

Adentro le pide que borre la foto para quedar en paz y soltarla. Lo hace su compañero, pero la promesa de liberarla no se cumple, sino que continúan hasta la estación. Sentada en el asiento trasero, pidió que le bajaran la ventanilla porque no podía respirar bien y era asmática. Por el contrario, el agente subió más la ventana y cortó la ventilación en el carro, espetándole: “ahora te ahogas hasta que termine, por bocona”.

Asimismo, cuenta que bajó de la patrulla “muy ahogada” y “al salir había 4 carros parqueados y 10 agentes conversando, al verla, comenzaron a reírse y a expresarse de manera irrespetuosa, agresiva y racista, ¨y esta negra manca con esas pasas de dónde salió¨ y continuaron su burla”.

Un rato después uno de los jefes de la unidad determinó que no había delito en el incidente del muro, en cambio, sí le dijo que por tomar la foto debía ser multada por 30 pesos cubanos por “alteración del orden público”. Sin embargo, para Rodríguez, “aceptar la multa era como aceptar el delito”.

“Su integridad, posición política, antirracista, ideológica y feminista no tiene un precio”, expresó. “La foto era el motivo y fue borrada a solicitud de ellos. Sin fotos, no habría justificación para conducirla y aun así fue conducida”, enfatizó.

“El delito que más pesa en esta historia, es el del racismo sutil, histórico, endémico, ese, que no está recogido en código alguno, ni descrito en ley de procedimiento penal, pero que permanece muy tatuado en el subconsciente y accionar de la mayoría de los agentes de la policía”, expuso.

“Las hermanas sabían bien el motivo por el cual les dijeron sólo a ellas que no se podían sentar, ambas eran negras, la otra mujer era blanca, las tres estaban en la cola, pero sólo las dos hermanas fueron tildadas de coleras y por defenderse, conflictivas. De esa manera fueron sentenciadas”, añadió más adelante.

“Hay muchas violaciones cometidas por estos agentes ¿cómo se educan estos para lidiar con la población? ¿Cuál es su proceder en tiempos de Covid donde hay mucha sensibilidad y limitaciones?, ¿Cuáles son sus orientaciones: ¿maltratar, ofender, agredir? Estas y otras preguntas se desatan a partir del proceder de estos agentes que responden a estadísticas y a un perfil estereotipado de las personas negras”, conluyó.

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Maykel González

Periodista de Cibercuba. Graduado de Periodismo por la Universidad de La Habana (2012). Cofundador de la revista independiente El Estornudo.


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