El 1 de abril de 1996, el oficial Gerardo Hernández Nordelo, cabecilla de la Red Avispa, recibió un mensaje cifrado desde la Dirección de Inteligencia (DI) en La Habana felicitándolo por "los resultados de su trabajo" de espionaje en Estados Unidos.
El mensaje, firmado por el General de Brigada del MININT, Eduardo Delgado Rodríguez, se convertiría en pieza clave de la acusación por conspirar para cometer asesinato y de la condena a dos cadenas perpetuas más 15 meses de prisión que Hernández recibió ante un tribunal federal de Miami en 2001.
La orden de reconocimiento del jefe de la DI indicaba que se le otorgaba a Hernández por el trabajo cumplido durante las "provocaciones llevadas a cabo por el gobierno de Estados Unidos el 24 de febrero de 1996".
La misión cumplida no era otra que la estructuración desde Miami del plan que desembocaría en el derribo de dos avionetas de la organización Hermanos al Rescate y la muerte de cuatro pilotos, pulverizados en aguas internacionales por Migs cubanos.
Dos meses después, el 6 de junio de 1996, Hernández y su subordinado René González, el agente Castor o Iselín, fueron ascendidos al grado de capitán del MININT, en ocasión del aniversario del organismo, según consta en una de las más de 10.000 páginas desclasificadas por el FBI para el encausamiento de los cinco miembros de la red que no colaboraron con el gobierno estadounidense.
La recién estrenada película sobre la Red Avispa, dirigida por el francés Olivier Assayas con un elenco de estrellas internacionales, se salta estas y otras tantas evidencias de la labor que una telaraña de oficiales y agentes entrenados en Cuba desarrollaron desde comienzos de los años 90 en el sur de la Florida.
Hoy, glorificados por un libro de omisiones (Los últimos soldados de la Guerra Fría, del brasileño Fernando Morais) y por el distorsionado filme que distribuye Netflix, Hernández y sus otros cuatro "compañeros de viaje" reciben la legitimación de héroes por audiencias internacionales que desconocen la verdad profunda de este episodio de infamias.
La revisión de los mensajes ocupados a los integrantes de la red es un ejercicio revelador para desentrañar hechos y descubrir las aristas de personajes que no son los que aparecen en la película de Assayas ni en el libro que la inspira.
La versión oficial del régimen de La Habana sobre los llamados "Cinco Héroes prisioneros del Imperio" anuló toda posibilidad de que la población cubana conociera al menos otras de las "prioridades asignadas" a sus espías y que, contrario a los fogonazos de la propaganda difundida en los medios y los foros estatales, no eran precisamente penetrar grupos del exilio de Miami para evitar acciones violentas contra la isla.
CiberCuba se ha propuesto difundir el contenido de numerosos de esos mensajes que permanecen desconocidos para una inmensa cantidad de compatriotas, sobre todo porque el caso de la Red Avispa fue previo a la explosión de las redes sociales y la masividad de acceso a la internet.
Las 13 páginas que se adjuntan en este artículo están directamente vinculadas a Hernández como principal figura en las operaciones realizadas entre 1994 y 1998, años que enmarcan su llegada a Miami y el desmantelamiento de la red.
Hernández se radicó en Estados Unidos como agente ilegal, suplantando la identidad del niño Manuel Viramontes, nacido y fallecido en Texas en 1967. Su identidad impostada era la de un puertorriqueño con un acento marcado al hablar el inglés.
Su más importante tarea fue la Operación Venecia para el derribo de las avionetas de Hermanos al Rescate, un plan que se estructuró en la DI y estuvo listo desde el 13 de febrero de 1996, cuando "Giro" y el también oficial ilegal Alberto Manuel Ruiz, alias "Miguel", "A-4”, “Albert” y “Manny”, le ordenaron por escrito a René González que precisara detalles sobre los próximos vuelos de la organización encabezada por el exiliado José Basulto.
Cuatro días más tarde, el 17 de febrero de 1996, la más alta jerarquía militar de Cuba decidió evitar la más mínima posibilidad de error y ordenó que bajo ninguna circunstancia sus agentes podían volar con Hermanos al Rescate u otra organización entre los días 24, 25, 26 y 27 de febrero.
El asesinato estaba ya decidido como resultado de una minuciosa operación de inteligencia, cuidadosamente preparada y ejecutada con la intervención de actores a ambos lados del Estrecho de la Florida. Hernández había viajado a La Habana a finales de 1995 para ultimar detalles de los operativos en marcha.
El macabro plan incluyó también el regreso del agente Juan Pablo Roque como un "exiliado arrepentido" y opuesto a las supuestas actividades terroristas de Hermanos al Rescate.
La “Operación Venecia” fue concebida para garantizar el traslado de Roque a Cuba y neutralizar a la opinión pública internacional, particularmente en Estados Unidos, por el derribo de las avionetas. Fue pensada en estrecha conexión y como apoyo de la “Operación Escorpión”, que se focalizaba en el derribo de las avionetas y la desaparición física de todos los integrantes de Hermanos al Rescate que volararían en esa fecha.
De retorno a La Habana, Roque debía identificarse -y así lo hizo en su entrevista de confesiones con la periodista Lucía Newman para la CNN- como un informante del FBI que decidió "desertar" de Hermanos al Rescate por supuestas acciones terroristas, algo que no podría rebatir Basulto porque iba a estar muerto. A la vez debía insistir en que.advirtió con anticipación la posibilidad de la tragedia, sin que el gobierno estadounidense lo impidiera.
Ese mismo fue el planteamiento del vicealmirante (retirado) Eugene Carroll Jr al día siguiente del derribo de las avionetas. Carroll no condenó al régimen cubano por el asesinato perpetrado por sus aviones de combate, sino que cuestionó al gobierno de Bill Clinton por no impedir el despegue de las avionetas desde el aeropuerto de Opa-Locka.
En entrevista con medios estadounidenses, Carroll aseveró que tras una visita a la isla había alertado a funcionarios del gobierno estadounidense, pero sus advertencias fueron desestimadas.
Pero en esta narrativa hay que recordar algo significativo con la intención de poner las cosas en su sitio, al menos cronológicamente.
Carroll fue contactado la víspera por la Agencia de Inteligencia para la Defensa (DIA) del Pentágono para compartir sus experiencias del viaje a Cuba con representantes de varias agencias federales. El contacto y la preparación del encuentro estuvieron a cargo de la entonces poco conocida analista principal de asuntos cubanos en la DIA, nombrada Ana Belén Montes.
La reunión se efectuó finalmente la noche del 23 de febrero de 1996, horas antes del trágico desenlace. Y ya sabemos el papel de Ana Belén Montes, quien por 16 años espió para el gobierno cubano desde el Pentágono.
Como recuerda el exagente cubano Edgerton Ivor Levy, figura clave para la penetración y desmantelamiento de la Red Avispa, "el papel de Ana Belén consistía en neutralizar una posible reacción militar de Estados Unidos en respuesta a un hecho artero y desproporcionado del régimen cubano".
"En materia de inteligencia las casualidades no existen... Y eso se encargan de repetirlo los mismos preparadores de la DI", dijo Levy, quien es autor de Nadie me lo contó, un libro testimonial de próxima aparición.
Por eso quedará por desentrañar si la "conveniente reunión" convocada por Ana Belén, en vísperas de los cohetazos de los Migs cubanos, constituyó un muro de contención para detener una contundente respuesta militar desde la Base Aérea de Homestead ante la acción criminal de pulverizar dos avionetas y aventurarse en la persecución de la nave donde viajaba Basulto.
Junto a las reveladoras referencias sobre el fatídico suceso, se añaden mensajes que dan una perspectiva amplia sobre las acciones de Hernández para crear conflictos entre los exiliados, desacreditar sus conductas y valerse de aliados estratégicos, como el comentarista radial Francisco González Aruca, para sugerir acciones de contrapropaganda.
Especialmente ilustrativos de su personalidad son los reportes de Hernández alertando a la jefatura de la DI sobre manifestaciones anticastristas y críticas a Fidel Castro detectadas durante un viaje a Cuba, así como su "propuesta" para que ni Arturo Sandoval, Maggie Carlés o Paquito D'Rivera "nunca más puedan poner un pie" en la patria que los vio nacer.
En los últimos meses estamos asistiendo en Cuba a una nueva exaltación de Gerardo Hernández Nordelo como héroe, ahora bañado de "contactos con el pueblo" y convertido en promotor de la agricultura casera en su papel de vicecoordinador nacional de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR).
Su presencia y declaraciones a los medios oficiales durante eventos recientes -como el sepelio del estelar pelotero Juan Castro- hacen presumir que el superespía está en los planes de la élite gubernamental para otras tareas de alto rango en el gobierno o el Partido Comunista.
No es casual que en su cumpleaños 55, el pasado 4 de junio, el gobernante Miguel Díaz-Canel le dedicara un efusivo mensaje en Twitter: "Feliz cumpleaños a Gerardo Hernández Nordelo, quien exaltó a #Cuba con su heroico compromiso y #ahora lo ennoblece con su hermosa familia y sus nuevos deberes en los #CDR. Deseándole un Happy Birthday al valiente soldado de la Revolución".
Sorpresivamente, el 17 de diciembre de 2014, Hernández fue liberado como parte de una negociación secreta de la administración Obama para avanzar su política de normalizar las relaciones bilaterales. El gobierno cubano podrá deificarlo y catapultarlo hasta la cúpula, pero la evidencia y la documentación sobre su paso por Miami lo condenan como un hombre siniestro que no vaciló en colaborar en el asesinato de cuatro compatriotas suyos, con una estela imborrable de sangre e ignominia.
Y eso quizás deban tenerlo en cuenta los cubanos del futuro.
Mensajes desclasificados de la Red Avispa
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