Ave rara política, personaje de novelas de piratas y bucaneros; controversial, falaz por un lado, simpático y locuaz, digno de estudio, con pretensiones de liderazgos mayores; marcado complejo de inferioridad y con ambiciones desmedidas de poder que nunca pudo satisfacer.
Así es el retrato que hace de Edén Pastora, el mítico Comandante Cero, el general (r) Hugo Torres, su compañero en el asalto al Palacio Nacional, que puso a Nicaragua y a los sandinistas en el mapamundi, aquel 22 de agosto de 1978.
Pastora fue muy antisomocista porque la Guardia Nacional mató a su padre, que era Conservador, siendo Edén un niño y entonces el juró combatir siempre a Somoza; y asi se alistó en la lucha guerrillera desde los primeros momentos, pero nunca fue un hombre de partido, el y su circunstancia, entraba y salía al FSLN, que entonces tenía establecido un riguroso clandestinaje, recuerda Torres.
Edén era diferente, no acataba la disciplina de partido, por eso cuando se va a producir el asalto al Palacio, Edén estaá pescando en el Caribe costarricense y va a buscarlo Sergio Ramírez, que estaba adscrito a la tendencia Insurrecional, liderada por los Ortegas, y Víctor Tirado, cuenta el general que hoy está alejado del orteguismo.
En aquella época, el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) tenía otras dos tendencias, Guerra Popular Prolongada, encabezada por Henry Ruiz, Bayardo Arce y Tomás Borge y la llamada Proletaria, que dirigía Jaime Wheelock; Luis Carrión y Carlos Núñez. Fidel Castro Ruz unió a las tres tendencias, justo antes de la ofensiva final sobre Managua, en 1979.
Edén Pastora dejó su trabajo de pescador en una cooperativa y viajó clandestinamente a Chinandega, donde lo recibió Torres, que lo llevó a una casa de seguridad del FSLN. En esa época, viajar era relativamente fácil para los sandinistas porque apenas eran conocidos, incluidos los miembros de la dirección nacional, excepto Carlos Fonseca Amador.
En 1978, el enfrentamiento entre somocistas y sandinistas era muy fuerte, y aunque Pastora estaba en una de sus etapas de alejamiento de la militancia sandinista, vio en el asalto al Palacio Nacional la gran oportunidad de su vida política, aunque ello no le resta méritos a su valentía y méritos en la lucha antisomocista, subraya el general Hugo Torres.
Inicialmente, el FSLN barajó -como primer candidato a jefe del comando- a Germán Pomares Ordóñez, campesino, aguerrido, querido, y que habíamos participado en la toma de la casa de Chema Castillo, pero se consideró que Pomares era más adecuado para dirigir el Frente Norte; y Pastora fue el jefe del grupo de asalto con Dora María Téllez y yo, rememora.
Después del exitoso asalto y liberación de los presos sandinistas, Edén viajó por Panamá y Costa Rica, y fue nombrado jefe del Frente Sur, que fue el principal frente de combate, y quizá eso alimentó sus deseos de pertenecer a la Dirección Nacional del FSLN y ser nombrado ministro de Defensa, añade.
Finalmente, fue nombrado viceministro de Defensa y Jefe Nacional Milicias, pero Edén consideró que ambos cargos no estaban a la altura de sus aspiraciones y apenas trabajó en ellos, aunque nosotros nos esforzábamos por despachar con el diferentes planes, asegura el general Torres.
Edén siempre tuvo mucho ego y fue díscolo y, siendo la figura más relevante del comando de asalto al Palacio Nacional, a partir de las imágenes que se difundieron, se puede comprobar que nunca usó el pañuelo que establecimos para proteger nuestras identidades; de hecho, conversaba con diputados conservadores, sin ninguna protección, y uno llegó a decirle, ya te he reconocido, pero ¿que querés, que lo diga en voz alta para que la Guardia Nacional me mate?, apunta.
Creo que Edén Pastora fue un hombre sádico por relatos que hacía. Una vez contó a una periodista española que, en los años 60, había torturado a un guardia nacional, quemándole el ano con un cigarrillo. Aquello fue impactante para mi, cuenta Torres.
Tampoco estuve de acuerdo con las burlas que hacía, durante la toma del palacio, presionando a diputados somocistas, haciéndoles creer a algunos que iba a ser el primero que fusilaríamos. A mi eso no me gustó nunca y tuve que explicarle que nuestra acción era política, relata.
Finalmente, Pastora escribió una carta estilo Che, diciendo que se iba a pelear y se fue un tiempito a Guatemala, pero la guerrilla no les hizo caso. Formó el Frente Sur en Costa Rica, para combatir a la revolución sandinista y cometieron muchos crímenes, sobrevivió a un atentado en La Penca, organizado por Tomás Borges, pero tras el triunfo electoral de Doña Violeta Chamorro, regresó y se entendió bien con la dirección del FSLN.
En 2007, con la vuelta al poder de Daniel Ortega, se volvió orteguista y fue nombrado para un cargo, con buen sueldo, en el río San Juan, que debía dragar, pero nunca lo consiguió porque la draga empleada era una fabricada por un ruso residente en Nicaragua, aunque sus acciones provocaron un litigio con Costa Rica, que acabó ganando un pleito en el Tribunal Internacional de La Haya.
Edén murió como un aliado de Ortega, a cambio de un buen salario y prebendas del poder. Un apologista del régimen orteguista-murillo, aunque con Rosario nunca se llevó bien porque ella no se lleva bien con nadie de la vieja guardia.
Tristísimo fue su papel como organizador de fuerzas paramilitares contra la insurrección cívica que empezó en abril 2018. Causó mucho dolor, muerte, ciudad por ciudad arengando a viejos militantes del FSLN, jubilados ejército y policía.
Triste final como jefe paramilitar, asesino de la población nicaragüense. Llegó al colmo de amenazar a los sacerdotes y a la Conferencia Episcopal, adviertiendo que las balas también entran a las sotanas, y lo dijo, riéndose, concluyó el general Hugo Torres.
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