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El pasado 12 de junio el Departamento del Tesoro de Estados Unidos debía implementar la sanción anunciada contra la financiera FINCIMEX, encargada de administrar las entregas de remesas en Cuba. Pero llegó la fecha y nos enteramos de que la medida no será efectiva hasta que no se produzca una “corrección” en el Registro Federal de publicaciones gubernamentales, al parecer por un percance involuntario de las autoridades estadounidenses.
Cualquier abogado sabe que la publicidad de las normas legales por lo general dispone que la norma aprobada surta efecto cuando la Gaceta, el Boletín Oficial o, en el caso de Estados Unidos, el Registro Federal, publique la directiva en cuestión. En un lenguaje llano diríamos que alguien muy avispado buscó una fórmula publicitaria para revivir las medidas restrictivas que endurecen el embargo comercial contra el régimen cubano en tiempos de campaña electoral. La iniciativa tuvo, indudablemente, un gran efecto mediático.
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Pero Estados Unidos es un país de leyes y el Memorando Presidencial de Seguridad Nacional (NSPM-5), firmado por el presidente Donald Trump el 16 de Junio de 2017 no deja lugar a “olvidos”. Ese documento establece bien claro en su Sección 3, inciso (iii) que los cambios regulatorios no prohibirán transacciones que el Secretario del Tesoro o el Secretario de Comercio, en coordinación con el Secretario de Estado, determinen que son consistentes con la política que promueve la administración para recrudecer el embargo contra el gobierno cubano e impedirle que se beneficie desproporcionalmente de todas sus prácticas económicas.
Sin embargo, entre las excepciones de la Sección 3 referida a la implementación de las medidas, figura un acápite (G) que permite enviar, procesar o recibir remesas autorizadas. Lo que hace pensar que Western Union obtiene con este “olvido” un tiempo adicional para gestionar, conjuntamente con el gobierno cubano, la búsqueda de un nuevo interlocutor bancario que maneje “el procesamiento y distribución” de las remesas en Cuba.
La movida del ejecutivo estadounidense tiene todos los indicios de una jugada electorera. No se le da tanta prensa, incluso con la participación directa del Secretario de Estado, Mike Pompeo, a una medida de tanta magnitud para luego olvidar (¿involuntariamente?) la inclusión de FINCIMEX en la lista negra de entidades sancionadas, algo que en el argot criollo equivaldría a olvidar el pollo del arroz con pollo.
Cualquiera que sea la opinión de un cubanoamericano sobre el presidente Trump, lo que está en juego en el panorama nacional es la contienda electoral del próximo 3 de noviembre. De cara a las urnas, nada es más temido por la campaña del actual inquilino de la Casa Blanca que un electorado cubano joven descontento por el corte de las remesas a Cuba en un estado como Florida, clave para sus aspiraciones a un segundo mandato.
No debe perderse de vista que el tema de los envíos de remesas y paquetes, y los viajes a Cuba es altamente sensible para una franja demográfica de la comunidad cubana, compuesta por emigrados de las últimas dos décadas con creciente derecho al voto. Solo con darse una vuelta por las agencias de Miami o Hialeah que mantienen sus despachos de mercancía por vía marítima a la espera de la reanudación de los vuelos a La Habana, o de acercarse a una sucursal local de Western Union para percatarse del impacto y la volatilidad que las medidas de la administración Trump -especialmente la interrogante sobre las remesas- han causado entre los cubanos residentes en el sur de la Florida.
Pero esto se va a extrainnings. Y algo más incisivo pudiera colegirse del desliz oficial. O los burócratas del Departamento de Estado tienen cierta simpatía por el régimen cubano o necesitan tomarse algún remedial de redacción jurídica, algo que pongo en duda a pesar de que no son pocas las órdenes del presidente Trump con baches notables a la hora de ser implementadas.
Confío en que Western Union, el principal emisor de dinero hacia Cuba, pueda tener suficiente tiempo para buscar un banco o agencia financiera que no dependa del conglomerado militar GAESA, y que algún asesor sensato -como el que convenció a Raúl Castro para realizar una reforma migratoria y quitar la tarjeta blanca o permiso de salida en 2013- le explique a los jerarcas usureros del régimen que aun dejando de gravar el 10% de las remesas en dólares o permitiendo incluso que el cubano reciba el 100% de la transacción en dólares u otra divisa, el único destino que tendrá ese dinero seguirá siendo el amplio e insaciable bolsillo del gobierno cubano.
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