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Al menos unos cuatro manatíes fueron vistos cerca de La Isleta, uno de los ecosistemas de bahía mejor protegidos en el archipiélago cubano.
Esta región pertenece a Las Tunas y posee una subestación científica donde se estudia el manejo de especies de la flora y fauna de Cuba y el Caribe.
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La presencia de los mamíferos se detectó en la Bahía de Nuevas Grandes, en el norteño municipio de Manatí, el cual lleva su nombre precisamente en honor a esta especie, que está hoy entre las más amenazadas.
Los animales fueron observados en un grupo de al menos cuatro individuos. Desde hacía mucho tiempo que los científicos no conseguían presenciar un suceso como este en la isla.
Roberto Pérez Cabrera, experto de esta Área Protegida, considera que la presencia de este grupo en las aguas de La Isleta está relacionada con el confinamiento que realiza la población por el coronavirus.
“La cercanía del manatí a nuestra estación es uno de los efectos positivos del control de incidencias que realizamos constantemente y con mucho rigor. Estos protocolos preservan los valores de las áreas protegidas y ameritan el establecimiento de un punto de inspección para identificar el acceso de quienes circulan por estos predios, mucho más en el contexto epidemiológico actual", aseguró el experto al Periódico 26.
El comentario de Pérez alude a uno de los problemas que enfrenta esta especie en Cuba y que la ha conducido casi a su extinción: la caza furtiva del manatí.
El manatí también está amenazado por la pesca con redes de arrastre, el impacto de los motores de los barcos, la destrucción de los pastos marinos, el cambio climático y la contaminación de las aguas.
El área protegida de La Isleta-Bahía de Nuevas Grandes presenta un alto endemismo de la flora y la fauna cubanas. Por esta razón, en ella se desarrollan proyectos de investigación de especies amenazadas, como el manatí.
Los científicos cubanos que trabajan en estas áreas protegidas carecen de la tecnología elemental para realizar su trabajo. Esto limita el alcance de sus investigaciones y la socialización de sus resultados, elementos determinantes en la conservación de la especie.
Hay otras regiones de la isla donde se han visto manatíes. Por ejemplo, en la costa sur de Las Tunas, cerca del río Cauto, pero hace ya algunos años que no se reportaba ninguno.
El hábitat natural del manatí está en las zonas costeras bajas, desembocaduras de ríos, deltas, cayos, manglares u otros sitios de aguas tranquilas.
La observación de esta especie, considerada entre las de mayor peligro de extinción, es una oportunidad para reactivar proyectos de estudio de su comportamiento y hábitat. Los especialistas consideran que hay indicios de una ampliación de sus áreas de alimentación y reproducción en las costas del municipio Manatí.
La primera referencia a la existencia de manatíes data de 1492, en una expedición de Cristóbal Colon. Estos mamíferos pueden llegar a pesar entre 300 y 500 kilogramos, y medir hasta 6 metros.
Quizás por su tamaño, sus mamas, su alimentación herbívora y su peso, se les conoce también como vacas marinas. Alcanzan la madurez reproductiva a los cinco años, lo que unido a que son dóciles y tienen una baja natalidad, los vuelve extremadamente vulnerables.
Los manatíes emiten sonidos bajo el agua para comunicarse entre ellos y también emergen a la superficie para respirar cada 3 a 5 minutos. Esto les ha valido para ser parte de muchas leyendas cubanas y del Caribe.
Tienen pocos depredadores en su medio natural. Los seres humanos son su principal amenaza, pero pueden ser también, si se maneja esta especie con inteligencia y recursos, sus principales aliados y salvadores.
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