La flamante directora del Ballet Nacional de Cuba (BNC), Viengsay Valdés, concluyó 2019 con el mérito de haber incluido dentro del repertorio de la compañía una pieza del excelso creador Alexei Ratmansky, del American Ballet Theatre, con quien contactó en Nueva York y logró un contrato.
“El Ballet Nacional llevaba nueve años tratando de que viniera y, finalmente, logramos tener una de sus obras en nuestro repertorio”, confesó en una entrevista concedida al cultural La Jiribilla.
Viengsay, quien durante todo el año pasado se desempeñó como subdirectora artística del BNC, desde el inicio se trazó como propósito que la escuela cubana de ballet se hiciera sentir con más fuerza en el panorama internacional.
“Son pocos los bailarines cubanos que se presentan en galas y concursos internacionales, hay que llegar a esos espacios como compañía. Otro objetivo es traer a maestros y coreógrafos de reconocimiento internacional a nuestra sede, para apoyar con ese intercambio al crecimiento técnico y artístico de los bailarines. Quiero llevar lo que se hace hoy en la danza mundial”, dijo.
La reconocida artista admitió que a los jóvenes de ahora no tienen la posibilidad, como sí la tuvo ella, de trabajar con los fundadores de la entidad: Alicia, Fernando y Alberto; ni con las cuatro joyas: Loipa Araujo, Josefina Méndez, Aurora Bosch y Mirta Plá, o con otros afamados maestros internacionales. Sin embargo, asegura que toda esa experiencia se comparte día a día en los salones de ensayo y en las clases.
“Hace falta más exigencia hoy porque faltan otros valores, hay que reclamar disciplina, fomentar el sentido de pertenencia a la compañía. Los jóvenes no vivieron los momentos de la gran aura del Ballet Nacional de Cuba, no tuvieron los grandes maestros que tuvo mi generación. Poco a poco vamos estimulándolos artísticamente, pero también les hacemos saber la importancia de lo que tenemos, de lo que hemos creado”, recalcó.
Viengsay también criticó algunas tendencias actuales de los bailarines cubanos a la hora de interpretar los personajes.
“Soy una bailarina a la que no le gusta marcar la interpretación en los salones. Es algo que las nuevas generaciones de bailarines no han entendido; en el salón estás despojado del vestuario, no hay luces, no hay maquillaje, no hay escenografía, por eso ellos reservan la construcción del personaje hasta el último momento. Es un gran error, ese proceso debe comenzar desde el ensayo, porque allí es donde comprendes la magnitud de lo que sucederá en el escenario”, subrayó.
Por último, se refirió a la colaboración con figuras de otros ámbitos, tan necesaria para la formación de los que comienzan ahora.
“Desde que me nombraron subdirectora hubo una ola de simpatía. Llovían las felicitaciones y las propuestas de colaboración con el Ballet Nacional de Cuba. Eso me dio la medida de cuántas personas estaban ávidas de acercarse a la compañía y que, por determinadas razones, no lo hicieron. Esas personas vieron ahora la posibilidad de ofrecer su cooperación, de compartir sus conocimientos. (…)”, reveló.
“Surgió espontáneamente y yo no iba a poner obstáculos. Abrí las puertas y propicié que ellos vinieran a colaborar. Hay muchos bailarines cubanos que se fueron e hicieron carrera internacional en importantes conjuntos del mundo, ellos ganaron una experiencia que puede ser enriquecedora para nuestra compañía, nos puede traer frescura sin perder nuestras esencias”, añadió.
“La compañía tiene más de 700 piezas, algunas son rescatables. Respetaremos el legado de Alicia y cada año seguiremos incorporando nuevas obras al repertorio, que sean aportadoras para nuestros bailarines. (…) Ser una compañía versátil es uno de mis grandes objetivos. No se trata, como han dicho algunos críticos, de una moda internacional, eso estaba entre mis primeros planteamientos como subdirectora de la compañía. Es lo que necesitamos para nuestro desarrollo técnico y artístico, para lograr verdadero alcance internacional”, sentenció.
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