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Estados Unidos no planea romper los vínculos diplomáticos con Cuba, pero considera que las relaciones bilaterales no podrán mejorar mientras el régimen de La Habana continúe violando los derechos del pueblo cubano, afirmó este martes un alto funcionario gubernamental.
"Aunque no hay planes para romper los lazos diplomáticos en este momento, una cosa que claramente ha llegado a un punto bajo son los abusos del régimen castrista contra su propio pueblo, además de que el régimen ha extendido su represión totalitaria a otros países de la región", dijo a CiberCuba un portavoz de la Oficina de Asuntos Hemisféricos del Departamento de Estado.
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Las declaraciones del funcionario se produjeron al cumplirse el quinto aniversario del restablecimiento de relaciones diplomáticas entre ambos países, tras el deshielo anunciado por Barack Obama y Raúl Castro el 17 de diciembre de 2014, pero también respondieron a recientes afirmaciones del director de Estados Unidos en la cancillería cubana, Carlos Fernández de Cossío, sobre una eventual ruptura de relaciones diplomáticas con Washington.
El representante estadounidense descartó la posibilidad del rompimiento diplomático entre Washington y La Habana, pero a la vez consideró poco probable que las relaciones experimenten una mejoría.
"Es difícil imaginar que la relación mejore significativamente a menos que el gobierno cubano tome medidas reales para permitir voces disidentes, respetar los derechos de su pueblo y poner fin a sus actividades malignas en la región", dijo el funcionario.
El aniversario del histórico "deshielo de Obama" llega en un momento álgido entre los dos países, marcado por el recrudecimiento del embargo y la implementación de sanciones adicionales para bloquear el apoyo de Cuba al régimen de Nicolás Maduro en Venezuela. Para algunos expertos, la relación bilateral vive su nivel más bajo desde los días de Bahía de Cochinos y la Crisis de los Misiles, en los años 60.
El lenguaje de la Guerra Fría está de vuelta.
Las desavenencias se agitaron esta semana luego de declaraciones de Fernández de Cossío en La Habana, asegurando que el gobierno cubano no desea la ruptura de relaciones con Estados Unidos, pero está listo para “asumir ese desafío”.
En una comparecencia durante un evento dedicado a Cuba en la política exterior de Estados Unidos, con sede en La Habana, el diplomático dijo que no cree se produzca la ruptura, pero consideró que “hay un grupo de personas poderosas” con esa intención en Estados Unidos y lo que no puede suceder al gobierno cubano es "sorprenderse con esa realidad si es que sucede”.
Al simposio sobre las relaciones Cuba-Estados Unidos, fijado entre el 16 y el 18 de diciembre, asisten más de 30 estudiosos estadounidenses.
Fernández de Cossío afirmó que mientras permanezca vigente la ley Helms-Burton no será posible pensar en "una relación sostenible” entre los dos países, y condicionó cualquier esfuerzo futuro para el mejoramiento de los contactos bilaterales a la abolición de la polémica legislación, aprobada en 1996. Desde el pasado 3 de mayo, la ley Helms-Burton activó sus títulos III y IV, que abrieron la puerta a las demandas en tribunales estadounidenses de ciudadanos y compañías expropiados por el gobierno de Fidel Castro.
Pero la escalada de tensiones comenzó a definirse desde junio de 2017, con el anuncio de Donald Trump de una nueva política hacia Cuba, un panorama que se agravó con la develación de los primeros casos de diplomáticos estadounidenses afectados por presuntos ataques sónicos en La Habana.
La tirantez se ha intensificado desde entonces con sanciones que han impactado los viajes, la industria turística, las operaciones financieras y los suministros petroleros desde Venezuela a la isla.
Washington suspendió el pasado año las conversaciones migratorias que regularmente se desarrollaban para discutir temas de interés común, y congeló todos los intercambios a nivel gubernamental. Solo en áreas de particular interés para la administración estadounidense, como la lucha contra el narcotráfico y las deportaciones de cubanos, la cooperación se ha mantenido activa.
Más recientemente, la detención del opositor cubano José Daniel Ferrer ha sido tema de fricciones y cruce de diatribas entre ambos gobiernos.
A raíz del caso Ferrer, el gobierno cubano acusó a Washington de intromisión en los asuntos internos del país. La administración Trump ripostó reclamando al régimen que ponga fin a las acusaciones infundadas contra sus diplomáticos en La Habana, y cese la intimidación y el abuso de la población en la isla.
El gobierno cubano acusó a la jefa de la misión diplomática de Estados Unidos, Mara Tekach, de conducir personalmente esfuerzos de desestabilización del orden público en la isla. Tekach ha dado abierto respaldo a los opositores cubanos y ha visitado familiares de los presos políticos en sus hogares.
Este fin de semana, Tekach viajó a Miami para asistir al Festival Vista, un evento literario que celebran anualmente los escritores e intelectuales cubanos exiliados en defensa de la cultura libre.
"Como gobierno, continuaremos luchando para que vuelvan las libertades de expresión a Cuba", dijo Tekach ante los participantes en el lanzamiento del libro La intervención cubana en Venezuela, de la investigadora cubanoamericana María Werlau.
También existen quejas recientes del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba (MINREX) por las negativas y demoras de visas para diplomáticos cubanos designados en la embajada en Washington y en la Misión Permanente ante Naciones Unidas, en Nueva York.
El gobierno cubano ha dicho que se vería obligado a “actuar con reciprocidad”, insinuando que se le negarían visas a diplomáticos estadounidenses para radicarse en La Habana.
Cuba habría negado el visado de al menos un funcionario estadounidense, designado para la sección de seguridad de la legación en La Habana, según informes extraoficiales obtenidos por CiberCuba.
El pasado septiembre, Estados Unidos expulsó a dos miembros de la Misión Cubana ante Naciones Unidas por abusar de sus privilegios de residencia, argumentando que habían conducido operaciones de influencia contra la seguridad nacional.
Además de las expulsiones, el Departamento de Estado estableció que los movimientos para todos los miembros de la Misión Cubana quedaban esencialmente restringidos a la isla de Manhattan.
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