Los Joven Club de Computación (JCC), institución estatal con más de tres décadas de existencia, han absorbido los servicios que hasta hace muy poco brindaba SNET, una red callejera que de manera alegal, sobrevivió por más de diez años y llegó a cerca de 40 mil usuarios.
Cuando todos los ojos se enfocaban en la protesta pacífica que los creadores de SNET convocaban para este sábado, las redes sociales se inundaron con mensajes que procedían de cuentas oficiales anunciando una “alternativa” para los afectados por las resoluciones 98 y 99 del Ministerio de las Comunicaciones.
Según estos documentos se establece que las redes inalámbricas deben tener un límite que no sobrepase los 100 milivatios, que se prohíban las redes malladas y que los cables no puedan cruzar las calles, estas dos últimas las principales causas que hicieron salir del juego a SNET, ya que su radio de conexión unía a diferentes municipios.
Luego del 29 de julio, cuando se hizo público el anuncio de que era posible tener redes inalámbricas privadas, pero con condiciones, hubo varias protestas para que fueran revisadas las resoluciones.
Sin embargo, las palabras de los jóvenes cubanos que pedían a gritos que sobreviviera el proyecto del cual eran parte y en el que habían depositado esperanza, recursos y tiempo, fueron silenciadas de un golpe.
Resulta que propusieron usar, de alguna manera, la infraestructura de los JCC para ello.
“Nosotros la propusimos, pero la negaron, de hecho negaron todas las opciones que fueron propuestas”, aseguró a este medio uno de los miembros de SNET, quien prefirió el anonimato.
Nos cuenta además que ellos, los funcionarios del Ministerio de las Comunicaciones, “hicieron la contrapropuesta de unirnos a los Joven Club”.
En un documento elaborados por los Administradores de SNET, al cual tuvo acceso CiberCuba, puede leerse lo siguiente: “proponemos la realización de enlaces tipo Punto a Punto de los pilares de SNET hacia backbones de los Joven Club de Computación, o en su defecto hacia puntos de la red nacional que puedan dar acceso a la VPN nacional”.
Las palabras escritas sobre el papel se las llevó el viento y como no hay nada mejor que esperar un día tras otro, mientras los ojos miraban al parque de Las Comunicaciones en La Habana, y los titulares hablaban de periodistas independientes impedidos de salir de sus casas o de jóvenes que querían defender SNET pero eran acusados de "contrarrevolucionarios", el oficialismo lanzaba como carta de triunfo por todos los medios dentro de la isla que los Joven Club brindarían un “nuevo servicio”: Integrar redes entre personas naturales.
Lo que venía haciendo SNET desde hace más de 10 años, el Gobierno de La Habana lo vende ahora como una “novedosa opción” que democratiza la informatización de la sociedad. En la basura terminaron los reclamos auténticos de jóvenes que apelaban a la resistencia social para lograr un bien común. En este contexto la iniciativa del Gobierno tiene dos opciones: o la aceptas o te mueres.
“Este servicio irá creciendo a partir del aumento de la infraestructura” de Joven Club, dijo Pablo Julio Plá Feria, director general de Comunicaciones del MINCOM, sin embargo las dudas crecen por todos lados aunque la prensa oficialista cubana las trate de silenciar.
¿Qué pasara con aquellas personas naturales que se encuentran alejadas de los JCC?
El diseño que tienen concebido para el servicio conecta a los usuarios directamente, y de manera individual, a lo que se conoce como “pilar”. Esto no era así con SNET, ya que la estructura de malla, y un usuario conectado a otro, permitía abarcar una enorme área de extensión geográfica.
Otro asunto que preocupa es de dónde saldrá el dinero cuando un equipo se rompa o haya que cambiarlo. Para nadie es un secreto que hoy el Gobierno cubano es incapaz de mantener en funcionamiento, y de manera eficaz, sus instalaciones.
Los JCC no son una excepción, y este redactor vio en muchas oportunidades amontonarse computadoras rotas en un rincón porque no había piezas de repuesto.
En SNET los mismos usuarios eran los encargados de mantener en funcionamiento la red, con un esquema de economía colaborativa para cubrir sus necesidades de inversión. Por tanto un CUC por persona al mes era suficiente para sufragar los gastos.
También les preocupa a algunos de sus miembros la instalación de juegos, si les permitirán actualizarlos cada vez que estimen conveniente, montar todos los que quieren sus miembros y sobre todo ¿cuál será la tarifa que tendrá este “nuevo servicio”?
Las dudas surgen porque hasta el momento las autoridades hablan de “prueba experimental” y de un “servicio gratuito” de manera temporal, pero más allá de eso muy poco han dicho.
SNET es una familia, pero no se trata de un discurso frívolo, sino algo real, ya que cada uno de sus miembros era parte activa de algo que construyeron poco a poco. Las dudas de que los JCC vengan a ser los padres adoptivos es más que evidente, por eso es común encontrarse en Twitter mensajes como el de Juan Pérez: “Si los Joven Club de Computación y Electrónica no han logrado llegar a la familia cubana como lo ha hecho SNET en poco tiempo ¿Por qué quieren eliminar SNET?”.
La respuesta es más clara que el agua, porque al Gobierno no le conviene, ni nunca le resultó cómodo, que un grupo de jóvenes autogestionen una red que puede ser centro de subversión y conspiración.
Aunque SNET tuviese en sus principios no hablar de política, ni religión y no distribuir pornografía, no era suficiente. El Gobierno decidió "nacionalizar" lo que no era de su propiedad y absorber todo lo que fuera posible el proyecto. Con ello, adquieren el control total sobre lo que los usuarios miran, juegan, dicen y hasta piensan.
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