Hace unos cuantos años escribí que el segundo lugar en el Clásico Mundial de 2006 era el logro más grande del béisbol cubano a nivel de selecciones, pero también constituía un pretexto para la inacción dentro de las gastadas estructuras de la pelota nacional.
El tiempo no ha hecho otra cosa que darme la razón. De entonces a la fecha los fracasos se han amontonado, hasta el punto de que la afición ha perdido la fe en el otrora invulnerable equipo de las cuatro letras. Así, el reciente naufragio ante Colombia no alcanzó a sorprender a casi nadie, como no fuera a algún cultor del optimismo más desenfrenado.
Todavía hay quienes piensan que la solución del problema se puede reducir a un simple cambio de piezas. De ahí que si Cuba pierde el oro panamericano, volverá a aparecer una legión reclamando la sangre de Higino Vélez o Yosvani Aragón. En fin, más de lo mismo.
El asunto es que el mal de nuestro béisbol trasciende esa insignificancia. Ciertamente, Vélez no pinta y Aragón no da color, pero sustituirlos no garantizará ningún paso de avance toda vez que el reemplazo tampoco gozará de facultades o capacidad para tirar de un carro tan pesado, portador de una parte importante del orgullo de este pueblo.
El INDER, ya lo sabemos, no busca dirigentes aptos para pensar por sí mismos o tomar decisiones personales, sino individuos dóciles que acepten repetir el discurso predeterminado. Ya vivió una experiencia fastidiosa con Humberto Rodríguez –que en algún momento pretendió salirse del libreto-, y habría que ser demasiado inocente para pensar que el organismo deportivo insular va a apostarle su plata a un caballo como aquel.
Entonces, de nada servirá reemplazar a los actuales mandamases. Estamos en presencia de una Hidra de Lerna tropical, y detrás de la cabeza cercenada saldrá otra igual de acatadora de las normas y temerosa de la pérdida del puesto. Otro genio de la inoperancia que intentará vencer la crisis con continuos cambios de formato en el campeonato nacional, sin mover un solo dedo para favorecer el verdadero cambio necesario: el de mentalidad.
No se trata -no puede tratarse- de seguir acudiendo al maquillaje cuando la situación exige bisturí. Hay que hacer miles de cosas, y sustituir a Vélez y Aragón no sería más que el primer movimiento de una larga partida complicada. Dudo mucho que la voluntad de cambio alcance para jugarla como debe ser.
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