30 años sin Ochoa y Tony de la Guardia: Cortafuegos de los Castro

Ambos fueron corsarios de Fidel Castro, sin ninguna inquietud política que implicara la pretensión de relevarlo en el poder e implantar una democracia.

Antonio de la Guardia Font y Arnaldo Ochoa Sánchez © CiberCuba
Antonio de la Guardia Font y Arnaldo Ochoa Sánchez Foto © CiberCuba

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Este artículo es de hace 5 años

Arnaldo Ochoa Sánchez y Antonio de la Guardia y Font fueron fusilados hace 30 años, junto a sus lugartenientes Jorge Martínez Valdés y Amado Padrón Trujillo, como acto final de un drama saturniano que destruyó al Ministerio del Interior, sacudió al Ministerio de las Fuerzas Armadas y ahondó el cisma entre gobernantes y gobernados, en una Cuba abandonada por la URSS, asediada por Estados Unidos y abrumada por peticiones de clemencia y de apertura política.

Ochoa era un líder natural dentro del ejército y en su entorno más cercano, donde eran conocidas y reconocidas sus hazañas combativas en medio mundo, su belleza, su valor y simpatía y su soslayado furor por las faldas, padecimiento muy acusado en los poderosos. Quizá, junto a Efigenio Ameijeiras, Pepito Cuza y Álvaro Prendes, fue el militar más vigilado y controlado por la Contrainteligencia Militar.


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Tony era un soldado polivalente capaz de lidiar con igual habilidad una operación para proteger a Robert Vesco, que conseguir un lote de equipos médicos norteamericanos de última generación, vedado a Cuba por el embargo. Acomodado de cuna, era como un Lord inglés en aquella Habana gris; donde sobresalía por ir siempre arreglado.

Sus amigos de Miramar, del barrio de La Puntilla, colaboradores y amigos que consiguieron sobrevivir al trauma que les ocasionó su fusilamiento, lo recuerdan siempre con afecto por su trato fácil y su disposición a echar una mano en todo lo necesario.

Ambos fueron corsarios de Fidel Castro, sin ninguna inquietud política que implicara la pretensión de relevarlo en el poder e implantar una democracia, aunque discrepantes en algunos aspectos de la política económica oficial; sobre todo, a partir de haber recibido la orden de buscar dinero para las empobrecidas arcas cubanas.

Ochoa y Tony acumulaban largos años de servicios a la causa y entraban en una edad en la que un hombre comienza a acusar todo el cansancio de las heridas vitales y conocían a la perfección los problemas de liquidez de Cuba, las consecuencias del divorcio soviético, la hostilidad norteamericana, las traiciones angoleñas y la soledad de su jefe en el escenario mundial.

¿Cuál era el alcance real de aquella orden de procurar fondos? ¿Incluía dicha orden el desarrollo de actividades ilegales, incluido el narcotráfico? ¿Cómo es posible que dos militares valerosos se degraden asumiendo el contrabando como método habitual de trabajo? ¿Cómo se establece el nexo Ochoa-La Guardia?

La respuesta cabal a todas estas interrogantes solo la tiene Raúl Castro y no sabemos si está escribiendo sus memorias y si incluirá en ella sus recuerdos de aquel verano aciago de 1989, en que una madrugada se descubrió llorando frente al espejo y se encabronó consigo mismo.

CiberCuba ha hablado en dos ocasiones con tres ex militares cubanas. Viejas, pobres y doloridas que impusieron sus condiciones para el diálogo insistiendo reiteradamente en todo tipo de precauciones y exigiendo condiciones: hablar desde el anonimato, nada de fotos ni grabaciones y elegir siempre ellas el sitio de los encuentros del que avisarían una hora antes; aunque previamente han tenido la delicadeza de indicar la región española donde se produciría.

La primer entrevista estuvo a punto de irse a pique porque ellas eligieron un restaurante perdido en la geografía peninsular y a los postres, y tras escucharnos conversar, un camarero preguntó por nuestro origen y CiberCuba indicó que éramos canarios, de La Palma, a lo que el hombre adujo que su jefa era cubana y que hablábamos parecido. Pagué y ellas ya se habían marchado a toda prisa.

Tardaron dos meses en retomar el contacto para anunciar que interrumpían las sesiones pactadas, disculpándose por el incumplimiento, pero que no deseaban seguir metiéndose en líos. CiberCuba agradeció la llamada y nos despedimos con cordialidad hasta tres meses más tarde en que una llamada anunció que querían seguir hablando, pero fuera del territorio peninsular. Intenté comentarles que en una isla es más fácil el control de personas, pero ya estaban decididas a que fuera en Baleares, donde completaron el siguiente relato, que CiberCuba no tiene como contrastar con fuentes independientes por la complejidad del asunto y la prudencia silenciosa que atenaza a sobrevivientes y relacionados.

Lo de Ochoa comenzó por una venganza de los Casas (Senén y Julio) contra él por un viejo agravio. Ochoa dejó embarazada a una hermana de ellos y nació una niña que Tomás (Arnaldo Ochoa) reconoció, pero nunca se casó con la madre y ellos (los Casas) se lo tomaron como una afrenta. Tú sabes, cosas de gente antigua y de campo.

A Arnaldo lo mandan a Angola porque la situación era muy complicada; ya habían mandado a Polo (Leopoldo Cintra Frías) para sustituir a Mandarria (Gustavo Fleitas Ramírez) que no estaba capacitado para afrontar una situación tan complicada como la creada por la irresponsabilidad de soviéticos y angolanos.

Pero la cosa siguió complicándose y Fidel (Castro Ruz) decidió enviar a Arnaldo por su prestigio y sus conocimientos de la guerra y para allá fue en 1987, cuando angolanos y soviéticos habían caído en la trampa de Savimbi (Jonás, líder de la UNITA–Unión Nacional para la Independencia Total de Angola) y habían metido sus mejores brigadas de tanques en una operación en (la localidad) Cuando Cubango que puso a Angola al borde de la derrota frente a Sudáfrica y la UNITA, y con terribles consecuencias para la SWAPO (Organización del pueblo de África del Sudoeste) de San Nujoma.

Era la segunda vez que Arnaldo volvía a África por culpa de Fleitas Ramírez, que había cometido errores en Etiopía y ahora en Angola demostraba su falta de capacidad para la magnitud del desafío porque las tropas angolanas con asesoría soviética allí, ni siquiera se enteraron de la inminencia del ataque a Cuando Cubango.

Cuando Arnaldo llegó a Luanda encontró cuatro frentes claros, tres militares con mucho peligro y uno político y muy delicado. Cuito Cuanavale, allí los encerró Savimbi y los angolanos estaban con la moral por el suelo, entre otras cosas por esa absurda política de reclutamiento que llevaba a los jóvenes del norte hacia el sur y al revés y, claro, por los errores de apreciación de los soviéticos y los jefes angolanos. Ulises Rosales podría contarte esto mejor que nosotras, pero no sabemos si quiere hablar y contarlo con detalle. Ulises sabe mucho, pero es muy disciplinado y debe sentirse cansado, como nosotras, como todos.

Otro frente abierto era la incursión del Primer Grupo Blindado de Sudáfrica en dirección a Ngiva Ruacaná y el otro era Huambo, ciudad y región sobre la que Savimbi aumentó la presión e intentó extenderse hacia el norte de Huila. Si tuviéramos un mapa de Angola lo entenderías a la perfección.

Lo peor fue descubrir que Dos Santos (José, ex presidente angoleño) estaba negociando secretamente con Estados Unidos para que retirara el apoyo a la UNITA y presionara a Sudáfrica para que se retirara de Angola, pues ellos estaban cumpliendo los acuerdos de Lusaka y el resto de las partes en conflicto, lo violaban.

Yo no sé si contarte esto, pero a Dos Santos un emisario cubano lo amenazó con un golpe de estado y le leyó la cartilla. Una cosa lógica, vamos, porque Cuba se había dejado muchos muertos en Angola y había sacrificado su potencial defensivo para ayudarlos y hasta se había replegado, atendiendo a las resoluciones de Naciones Unidas, asumiendo riesgos para nuestras tropas allí.¡Fue tremendo descubrir la traición de Dos Santos!

Es en esa situación (es) que Arnaldo Ochoa Sánchez llegó a Angola con un par de hombres elegidos por él para afrontar tamaño reto: los generales Samuel Rodiles Planas, como jefe de Estado Mayor y Julio Fernández Pérez como Jefe de Retaguardia, a los que sumó varios ayudantes y su joven esposa, que sorprendió a muchos en Luanda por la complejidad de la situación; pero lamentablemente aquella mujer no iba a ser lo peor en ese frente.

La misión del MININT en Angola también fue reforzada y allí se establecieron los generales Patricio de la Guardia Font y Arsenio “El Gallego” Franco que –curiosamente, además de ayudantes llevaron a sus mujeres jovencitas. Eso de la titimanía, tú sabes.

Llegan también Robaina (Roberto, ex canciller y ex dirigente juvenil) y su equipo y Lusson (General Antonio Enrique) se pone a intentar hacer negocios en Punta Negra, apoyado por un miembro de la DIM (Dirección de Inteligencia Militar), de apellido Lefevre. Lusson había estado en la Operación Olivo, pero también se sumó a la orden de conseguir dinero.

Lo del MININT que te hemos contado es importante porque las mujeres de los tres, jovencitas y bellas, se hicieron muy buenas amigas y hablaban mucho de vestidos, maquillaje y muebles. Bueno, esas cosas de la que hablan algunas mujeres, sobre todo, cuando son jóvenes y están cerca del poder, pero sin conciencia alguna del momento histórico que están viviendo ni de lo que representan. Yo creo que ellas contribuyeron a fraguar una relación estrecha entre Patricio, el Gallego Franco y Ochoa.

Ochoa y Polo cambiaron la situación operativa. Te lo digo porque a veces se exageran las cualidades de una u otra persona y, claro, que la llegada de Ochoa fue vital para cubanos y angolanos; pero Polo actuó con la máxima seriedad y no se sumó a los nidos de amor que organizaron Ochoa y otros en Luanda y en Lubango, y hasta en una ocasión se negó a recibir a Ochoa en el aeropuerto del sur porque venía con mujeres, vamos eso fue lo que se comentó. Pero Polo es serio y capaz, asi lo percibimos nosotras, Tomás (Ochoa) era un ser superior, el genio militar más importante del siglo XX cubano después de Fidel (Castro).

¿Vosotras consideráis a Fidel mejor estratega militar que Ochoa?

Sí, no lo dudes. Igual esto te lo borran de la entrevista esta loca tuya, porque mira que andar ahora preguntando de todo esto. Pero ya nosotras estamos viejas y queremos decir la verdad de lo que vivimos. Sin Ochoa no se hubiera podido dar la vuelta a la situación. Pero Fidel sabía mucho de estrategia y táctica militar y cuando él y Ochoa hacían dúo eran imbatibles, sin dejar de reconocer el papel de Polo, Rodiles y Julio.

Entonces, Ochoa llegó y ordenó empezar a mover los tanques y ordenó una exploración mixta, a pie y en vehículos. En este aspecto chocó con Fidel que insistía en hacerla con vehículos, pero él estaba sobre el terreno y tenía mejor visión directa, ayudado por Polo y su experiencia. Con esa maniobra, Ochoa consiguió que los sudafricanos redujeran el ritmo de su ofensiva y él ganó tiempo para construir el aeropuerto de Cahama y reunir los grupos tácticos que necesitaba.

Cuando consideró que disponía del poder de fuego necesario y de la adecuada cobertura aérea fue que ordenó salvar Cuito Cuanavale, donde paró en seco a los sudafricanos, que se estrellaron seis veces contra la defensa organizada por Ochoa y Fidel, ¡seis veces!, ponlo bien clarito porque parece que Arnaldo solo fue a templar a Angola y eso tampoco es justo.

Y Fidel, contradiciendo incluso a Carlos Rafael Rodríguez, que alertó del arsenal atómico de Sudáfrica, decidió jugarse el todo por el todo y ordenó el bombardeo sobre la represa de Calueque y Ruacaná, que fue el viraje definitivo de la guerra porque ya los sudafricanos habían estado bombardeando previamente, incluso con cohetes S5 y S6 y esa información había llegado a La Habana gracias al trabajo en solitario de Pedroso (Pedro Luis, embajador de Cuba ante la ONU en Ginebra) que, como agente de la DIM fue sembrado en una tribu namibia, donde simuló ser pastor y por las mañanas salía a medir los cráteres que dejaban los cohetazos sudafricanos. Aquella fue la Operación Amandra y quienes la idearon y ejecutaron están vivos, pero mudos.

Calueque y Ruacaná fue el golpe aéreo definitivo que, además, probó la pericia de los pilotos cubanos, y las operaciones dirigidas por Ochoa en los frentes de Cuito Cuanavale y Huambo sentaron a Sudáfrica definitivamente en la mesa de negociaciones…

Yo encantado de escucharlas, pero nos estamos desviando un poco del tema.

Es que todo tiene su explicación. Mientras todo eso ocurría en el frente de batalla. Julio Fernández Pérez, que era un hombre fiel a Julio Casas Regueiro, hizo una auditoría sobre el uso de los recursos logísticos enviados desde Cuba, date cuenta que allí mandaron hasta helados Coppelia; y descubrió que allí todos los jefes robaban parte de esos envíos y la desviaban a la Candonga, que era la segunda actividad principal después de la guerra.

Patricio la Guardia y el Gallego Franco habían creado una Candonga notable en el edificio conocido como “Predio de Transporte”, en Luanda, y Ochoa fue descubriendo ese mundo y estrechó contactos con los hermanos la Guardia, pues Tony empezó a aparecer por allí y se hicieron muy amigos. Yo creo que fue Tony quien le habló a Ochoa de la droga; pero no puedo asegurarlo porque ellos hablaban de negocios, de conseguir dinero para Cuba, que eran las órdenes de Fidel y de Raúl, pero nada más.

¿Pero esas órdenes incluían el narcotráfico?

No lo sabemos. Hay veces que yo creo que sí; pero hay veces que creo que no y otras ya ni sé qué pensar sobre todo eso porque es muy difícil que se pudieran implicar tantas direcciones del MININT en un asunto y que no hubiera saltado; era otro MININT no eso que hay ahora, con una compartimentación estricta, pero en el narcotráfico se estableció una cooperación necesaria entre las FAR y el MININT, y no estoy hablando de Arnaldo y Tony, que no controlaban la base aérea de Santa Clara ni la marina en Cienfuegos.

La orden de conseguir dinero fue dada. Y, claro, yo me pregunto, cómo es posible que no se aclararan ciertos límites, líneas rojas, como se dice ahora, que no debían traspasar.

Ramiro Valdés podría aclararte ese extremo porque él una vez, confuso, exigió a Fidel que le diera una orden para temas de marihuana por escrito, según se comentó en el ministerio (del Interior) nada oficial, tú sabes, fueron comentarios de pasillos y luego está el caso del Capitán de Navío Generoso Escuredo que siendo jefe del Destacamento Naval de Cienfuegos se negó a brindar apoyo a actividades de narcotráfico y Raúl (Castro) lo mandó a Construcciones Militares, donde se jubiló.

Yo una vez pude hablar con él, ya aquí en España donde trabajó algunos años como Vigilante de Seguridad y en un bar, y no me lo negó ni lo confirmó, pero sí me dijo: ellos sabían que no podían contar conmigo para eso. Y ese gallego es duro de pelar, cuando detectó que iban a entrar lancheros a Cienfuegos, bloqueó la entrada de la bahía; aquello le costó el puesto, pero él no se acobardó.

Todo eso lo contó Manolito (Manuel de Beunza, ex agente de la DGI) en una sesiones en el Congreso de Estados Unidos y Fidel lo llamó hijo de puta y todas esos insultos que usaba cuando se encabronaba. Fidel fue muy injusto con el MININT, que lo cuidó como a un padre, ahí están los planes de atentado y ninguno tuvo éxito. Raúl no fue injusto con el MININT porque nunca lo quiso, excepto para acapararlo y dominarlo, pero ha sido un fracaso.

¿Y ustedes no pensaron nunca que convertir a un policía, quiero decir a militares guardianes del orden, en contrabandistas los degrada moralmente y ya luego es fácil asumir cualquier actividad comercial, digamos?

Sí, mijito, pero nosotras no teníamos facultades para nombrar ministros del Interior y de las FAR. Por ejemplo, la gente en Cuba no sabe que los compañeros de MC (Organización creada para evadir el Embargo) salvaron muchas vidas, trayendo medicamentos y tecnología punta para Cuba. MC no se creó para hacer operaciones de narcotráfico, sino para burlar el bloqueo norteamericano y fíjate cómo acabó eso.

Yo a veces creo que ellos cometieron errores, algunos graves, pero eso de matarlos no estuvo bien, porque no se tuvo en cuenta ni sus méritos anteriores, que eran muchos ni el dolor que ocasionó en el pueblo y en los revolucionarios.

También pienso en aquellos compañeros de Piñeiro (Manuel, comandante Barbarroja) que fueron los primeros en ser acusados por los americanos de estar metidos en el narcotráfico, Fernando Ravelo Renedo, Ángel Brugués y Gonzalito Bassols, que fueron desapareciendo y también acusaron a Aldo Santamaría (Almirante, jefe de la Marina cubana). Y eso fue como en el 81… bueno, quizás en una (esa) época las drogas no estaban tan mal vistas como ha ocurrido después, ni los cárteles eran tan poderosos, principalmente, por esos grandes mercados de consumo de drogas que son Estados Unidos y Europa.

¿Y entonces que pasó con la auditoría de Julio Fernández?

Nada, no pasó nada porque Raúl (Castro) le dijo a Julio (Casas Regueiro) que se dejara de boberías y que eso no era suficiente para enjuiciar a Ochoa, a quien trajo de Luanda para nombrarle jefe del Ejército Occidental. Y él aceptó y pidió se le subordinaran las unidades correspondientes de la Marina y la Aviación. Ese elemento se ha usado para decir que estaba preparando un golpe de Estado, pero eso no es verdad.

La petición de Ochoa se produce porque ellos, los jefes, venían reflexionando sobre la organización militar en los últimos años, incluso en la Academia Máximo Gómez hubo algún debate sobre esto y Arnaldo creía que era más adecuado, defensivamente, que los jefes de ejército tuvieran mando sobre aviación y marina en sus territorios. Sería bueno que hablaras con Álvaro López Miera, que creo coordinó esos estudios. Él es un muchacho muy preparado y educado, pero claro, igual no quiere hablar contigo de estos temas.

Y Raúl sabía de todos esos problemas, incluso de que la mujer de Ochoa se acostaba con uno de los cocineros de la casa 1 (Residencia del Jefe de la Misión Militar de Cuba en Angola) porque se lo contó Orlando Cardoso Villavicencio, que vio aquello en Luanda, y se sorprendió. A Ochoa le daba igual porque él se acostaba con varias mujeres cubanas destinadas en Angola.

Ochoa formaba parte de ese grupo de privilegiados, como lo era Tony la Guardia, que hicieran lo que hicieran, no les pasaba nada y eran promovidos y reconocidos. A lo mejor, yo no lo sé, eso creó en ellos una sensación de impunidad. Fíjate que Tony tejió una relación muy cercana con los hijos de Fidel, a los que enseñó a manejar, a disparar, a enamorar… ellos lo pasaron muy mal cuando fusilaron a Tony y son buenos muchachos, aunque ahora se digan barbaridades de ellos, aunque cometan errores como todos los humanos.

Ochoa era valiente, lindo, jodedor y su valentía era motivo de preocupación, pero nunca habría traicionado a Fidel porque lo consideraba su jefe indiscutible, aunque discreparan, pero Arnaldo valoraba los conocimientos militares de Fidel y acataba su autoridad. Con Raúl yo creo que tuvo una relación casi familiar. Pero todo eso se quebró cuando él, a diferencia de Tony la Guardia, no se cree el cuento de que si coopera será salvado y no cooperó.

Si dejó de sentir respeto por Fidel y Raúl fue en esos días, pero antes no, porque él decía que lo habían mandado a una guerra perdida, se quejaba por los errores de angolanos y soviéticos, pero fue y la ganó. Tú pon ahí que sin Ochoa no se habría ganado la guerra de Angola, y la SWAPO habría desaparecido. Ellos lo saben.

Yo cuando cierro los ojos lo veo sentado en el muro de la calle 39 (Nuevo Vedado) conversando con los vecinos con mucha naturalidad; o lo veo con su hijo Alejandro, que falleció en un accidente años después, cargado sobre sus hombros. Alejandro era igual a su padre, pero más bajito y jugaba mucho con su tocayo, el hijo de Raúl.

Pero déjame seguirte contando… entonces, Julio Casas, a espaldas de Fernández Gondín (General Carlos, jefe de la Contrainteligencia Militar y Ministro del Interior) pidió a Columbié (General Félix Baranda Columbié, segundo de Gondín en la CIM) que le haga un registro secreto a la casa de Martínez (Capitán Jorge, ayudante de Ochoa en Angola) y allí descubren un billete de avión Habana-Bogotá-Habana y una carta de Pablo Escobar a Ochoa o al revés, ya yo no me acuerdo como era.

Y claro, esos datos, más informaciones que se venían recibiendo desde Panamá, Nicaragua y Estados Unidos provocaron la Causa 1 de 1989.

Aquello fue un trauma para todos los compañeros, yo tengo una diabetes desde entonces, ella duerme mal y ha estado en tratamiento nervioso y la tercera tiene un tic nervioso en un ojo y mueve la cabeza de una manera rara, bueno tú la has visto; como si fuera a embestir, pero de lado. Vivimos fuera de Cuba por nuestros hijos y nietos que se han ido, aunque vamos cada dos años para no perder la casa y el contacto con algunos familiares.

Tú no has querido preguntarnos si valió la pena lo que vivimos y yo quiero decirte que sí, que entramos jovencitas al MININT y al MINFAR y allí estuvimos hasta que nos destituyeron los brutos esos, que también son corruptos como descubrió el propio Julio Fernández en Angola, cuando creyendo que iba contra Ochoa descubrió que su institución estaba podrida, así que ahora estarán acabando con la quinta y con los mangos.

Yo tuve la esperanza de que una vez pasaran los años, Fidel y Raúl nos iban a explicar todo lo que pasó, por qué se llegó a todo eso y por qué se fusilaron a compañeros nuestros, se encarcelaron a otros y se destruyeron a muchos; pero un día me dije, ay, fulana, pero mira que tú eres boba y lloré.

A mí me gustaría que un día los cubanos pudieran ver los expedientes de compañeros como Amado Padrón o de Roly, por ejemplo. Y más de uno se asombraría por la cantidad de hazañas que hicieron por Cuba, por nosotros, en definitiva y en aquel juicio parecían unos vividores corruptos. Qué mal se hizo aquello, qué mal…

La muerte de Abrantes me afectó mucho. Era un compañero muy humano, que se preocupaba de verdad por los problemas de los compañeros y más si se trataba de una enfermedad suya o de un familiar cercano. Y fíjate cómo murió, pese a que deterioró su corazón corriendo en Chile junto al coche de Fidel. Abrantes apenas dormía, se acostaba en el carro de Fidel y mientras el Jefe estuviera en Palacio, él no se movía de ahí, luego se iba a su despacho y se acostaba en un sofá y se levantaba temprano para empezar a trabajar. ¿Tú no has podido hablar con Orlandito y Noa (ayudantes de Abrantes) para que te cuenten cómo era él?

Yo soy la que menos hablo, pero pienso y le doy muchas vueltas a las cosas. Fuimos cobardes, cuando el fusilamiento de los 8 estudiantes de medicina (La Habana, 1871), un capitán español partió su espada ante el tribunal que juzgaba a los muchachos por honor y para protestar, nuestros generales y coroneles se acostumbraron a vivir con esa losa encima y se pusieron a alquilar sus casas a extranjeros.

El padre de mis hijos, que también fue afectado por todo esto, me dijo una vez, que había que averiguar si el fusilamiento de Ochoa y La Guardia fue también una respuesta a los vientos de la Perestroika que soplaban desde Moscú por toda La Habana, incluidos el Partido Comunista, las FAR y el MININT. Él lo dice porque los fusilan en verano y Gorbachov había estado de visita en abril de ese mismo año.

Yo lo único que sé es que no quise seguir siendo parte de ellos, de esa casta que se siente por encima de todos nosotros, que nos usó a su conveniencia y luego nos tiró por la borda.

Yo no digo que todos, pero si al menos un general hubiera protestado, se hubiera opuesto, y el resto habríamos dicho que nos oponíamos a los fusilamientos quizá habríamos salvado a Ochoa, a Tony y a los otros dos compañeros; pero no nos atrevimos y esa madrugada, ¿fue el 13 de julio, verdad?, nos fusilaron a todos…

Juicio del caso Ochoa:

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Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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