En 1920 un campesino pinareño llamado Juan Díaz se adentró en una cueva de sus tierras y descubrió un espacio singular de la geografía cubana. Conocida como la Cueva del Indio, esta caverna está abierta al público y la visitan cada año miles de personas.
La Cueva del Indio se encuentra en un importante sistema cavernario cubano
En la Sierra de los Órganos, en Pinar del Río, se encuentra el sistema cavernario de un conjunto de sierras denominadas: Sierra de Viñales, del Medio, de Ancón, de la Chorrera o Guasasa y de Pan de Azúcar.
Los espeleólogos cubanos lo han estudiado profundamente y aseguran que la primera presencia humana en este sistema de cuevas correspondió a nuestros aborígenes.
Los primeros habitantes de la Cueva del Indio dejaron mucha evidencia arqueológica
Cuando los espeleólogos estudiaron las cuevas descubrieron muchos indicios de la existencia de una cultura precolombina. Se encontraron pinturas rupestres, restos de utensilios y enterramientos.
La cueva está ubicada en un paisaje natural excepcional, donde predominan el verde de la vegetación y la prominencia de los mogotes. Se encuentra muy bien comunicada por carretera y en los alrededores se ofrecen servicios de gastronomía y hospedaje.
Un río subterráneo recorre la cueva
El Río San Vicente forma parte de esta cueva. Por eso el recorrido que puede disfrutar el visitante se realiza una parte por senderos con iluminación eléctrica y, llegado un punto se termina el paseo en botes con motor.
Los visitantes pueden admirar la belleza de este espacio natural y maravillarse con las curiosas formas de las estalactitas y estalagmitas de esta cueva que, cuidadosamente iluminadas, ofrecen un espectáculo hermoso y con un toque de humor.
La salida después de la excursión está a aproximadamente a 150 m al noreste de la entrada. Esto se debe a que en realidad solo un kilómetro de la cueva está abierta a público.
Antes de terminar, una recomendación: el turismo de naturaleza no se hace en tacones. El suelo aquí puede ser resbaloso, recuerde que esto es una cueva y con aguas subterráneas. No deje nunca, pero nunca, basura arqueológica para los espeleólogos del futuro. No la necesitarán para saber que estuvimos allí.
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