No pocos temen que el más de un millón de turistas canadienses que anualmente llega a la isla se vea afectado por el reciente cierre de los servicios de inmigración y la reducción del personal de la embajada de ese país en Cuba.
Desde la óptica del arrendatario privado Antonio Jesús, de 39 años, “ahora los ciudadanos cubanos tendremos que viajar a un tercer país para realizar los trámites para visas de turismo, trabajo y entrevistas para la residencia permanente... Es un ‘paletazo’ para el que se meta en eso. A uno se le va la vida en una gestión así".
“Por otro lado, lo que más me preocupa es que nos quedemos sin turistas canadienses, que tanto disfrutan del sol y la playa y que se han hecho clientes fijos de destinos como Varadero y los cayos del Norte del país en las últimas dos décadas”, apunta el matancero.
A tenor con lo que explica Luis, su esposa y él han gastado “una fortuna” solicitando una visa para visitar Canadá. “La aplicación online cuesta 370 pesos canadienses; el viaje a Guyana para toma biométrica: 793 CUC (más 1 500 CUC entre los dos); el hospedaje: 50 dólares diarios durante 12 días y hasta 14 días (unos 600 o 700 dólares) y cero certezas de que te darán la visa. Nos hemos quedado secos; hemos acabado con los ahorros de mi esposa, con los míos y con los de mis hermanos que viven en Montreal.
“El gobierno canadiense va por el mismo camino que Estados Unidos. Ojalá no les dé por prohibir los viajes de canadienses en Cuba ni les hagan perder la ilusión de venir ya que Canadá es el primer mercado emisor de turistas hacia Cuba. Si nos quedamos sin ellos (turistas canadienses) nos acabamos de morir de hambre.
“Nos obligan a viajar dos veces, a un alto costo, a una embajada canadiense en otro país, como México, para obtener una visa canadiense y esa medida afecta a cientos de personas, incluidos los canadienses con sus hijos, que tienen un miembro cubano en su familia. Canadá reprodujo el modelo estadounidense que obliga a los cubanos que desean una visa a visitar una embajada norteamericana de un tercer país, como Colombia”, afirma el ingeniero mecánico, de 44 años.
De acuerdo con la villaclareña Rosa, cuya hija mayor vive en Toronto, “en medio de las restricciones del gobierno canadiense, que sigue instrucciones de Estados Unidos, nada sería más oportuno que flexibilizar aún más la política migratoria para los cubanos.
“Para poder viajar a la isla los cubanos que están afuera tienen que tener una visa del gobierno de Cuba que se demora enormemente y un pasaporte demasiado caro. Les exigen a otros cuando no se ocupan de los suyos. ¿Por qué tienen que sacar una visa para visitar el lugar donde nacieron si un extranjero entra como Pepe por su casa?
“Solo estamos pidiendo que bajen el precio del pasaporte cubano o que quiten las prórrogas de lleva, que dure más de seis años, que todo cubano pueda entrar en el país sin tanto problema. Estoy segura de que si hacen eso solo el que tenga asuntos legales pendientes o los que se fueron antes de 1959 no querrán entrar”, señala la cuentapropista de 56 años.
Según indica el maestro retirado Eugenio, de 67 años, “creo que el presidente canadiense es demasiado joven y optó por seguirle la corriente a Donald Trump, tal vez por presiones económicas o de otra índole. La situación creada está clara: hace rato que en el mundo se hace lo que quieren los americanos y resulta lamentable porque Canadá siempre tuvo una política independiente.
“Las relaciones entre Canadá y Cuba siempre han sido excelentes: en el comercio, el turismo, el deporte, la cultura, la educación, etc. Es una lástima que Canadá se deje arrastrar por la negatividad de Estados Unidos. Inevitablemente se verán todavía más afectadas las relaciones entre dos pueblos, las cuales iban en crecimiento. Eso afecta a Cuba, pero también al pueblo canadiense”, asegura el jubilado.
En palabras de uno de los usuarios del sitio web de Cubadebate: “Lo más triste es que los canadienses están temiendo venir porque piensan que si les sucede algo no tendrán respaldo de la cancillería en Cuba.
“Algunos de los que han venido ya saben que Cuba es segura y regresan, pero hay temor en el resto. Mi hija vive allá y me lo ha dicho. Esto va interferir en el turismo canadiense, el que más tenemos en estos momentos. Hay que hacer un trabajo de marketing más fuerte para que allá sepan que sí hay respaldo pues todavía hay embajada”, añade.
Si bien desde 2017 Canadá ha confirmado que 14 de sus funcionarios han presentado problemas de salud de origen desconocido y Cuba ha dicho que no son más que mentiras usadas para desacreditar al gobierno de la isla, a partir de abril de 2018 la embajada canadiense en La Habana comenzó a funcionar como “un puesto no acompañado” (lo que hace que los diplomáticos viajen sin familiares).
Por su parte, la propia embajadora de Cuba en Canadá, Josefina Vidal, ha reconocido que la razón de la medida fueron los males sufridos por varios diplomáticos canadienses estacionados en Cuba que inicialmente atribuyeron a “ataques acústicos”.
“Lo que no podemos entender es tomar una decisión de esta magnitud con las consecuencias en las relaciones, sin evidencia de ¿cuál es la causa de las enfermedades que los diplomáticos canadienses han informado”, ha destacado Vidal.
Asimismo, la diplomática ha declarado que la disminución en el personal deja a la isla con “una débil embajada de Canadá”. “No tenemos a nadie responsable del comercio en Cuba, y el comercio es muy importante para nuestras relaciones. Ya no tenemos un responsable de ayuda al desarrollo”, ha sentenciado.
Tras tomar la decisión de cerrar la oficina de visas, Canadá “considera todas las opciones” para proteger a su personal en la capital cubana, en tanto su embajada permanece abierta solo para trámites de pasaportes canadienses, certificados de ciudadanía y solicitudes de documentos de viaje para residentes permanentes.
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