Una de las comedias cubanas más populares de todos los tiempos, Los sobrevivientes, concursó en el Festival de Cannes luego de ser estrenada, unos meses antes, en La Habana.
Los sobrevivientes cierra una trilogía de películas históricas que se inicia con Una pelea cubana contra los demonios (siglo XVII) y siguió con La última cena (siglo XVIII). En la sinopsis se cuenta la historia de una familia de la alta burguesía cubana, los Orozco, que decide recluirse en su mansión e ignorar la marcha de la Revolución.
Es cierto que el filme se burla de la ridiculez pequeño burguesa, pero sobre todo salta a la vista la burla del empeño inútil de ciertos seres humanos, y procesos sociales, por aislarse, encerrarse para tratar de evitar los cambios y conservar sus valores y esquemas.
Luego de la reflexión sobre las manipulaciones del poder en su anterior La última cena (1977), el director consigue transmitir, con notable eficacia artística, la alienación o enajenación colectiva por la actitud retrógrada de sus dirigentes, todo lo cual desemboca en decadencia y retroceso.
Para que los personajes lograran un impacto en el público hacía falta la intervención de grandes intérpretes: Enrique Santiesteban (como el líder y padre de familia), Reinaldo Miravalles, Vicente Revuelta, Carlos Ruiz de la Tejera, Ana Viñas, Germán Pinelli…
Los sobrevivientes fue filmada en la casa de Flor Loynaz, luego sede de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano.
Luego de su estreno internacional en la edición de Cannes de 1979, la cinta recibió importantes galardones como la distinción de Filme notable del año en Londres, tercer premio en Huelva, y el premio Caracol (en su primera edición) de producción, escenografía y guión, entre otros.
La Palma de Oro de 1979 correspondió, compartida, al filme norteamericano Apocalipsis Now, de Francis Ford Coppola, y el alemán El tambor de hojalata, de Volker Schlondorff. El Gran Premio especial del jurado fue entregado al magno filme soviético Siberiada, de Andrei Mijalkov Konchalovski.
Tres años después, el cine cubano volvió a recibir el privilegio de concursar en el Festival de Cannes gracias a la superproducción Cecilia, de Humberto Solás, que tampoco obtuvo distinción alguna pues la Palma de Oro fue compartida por la cinta turca Yol, y la franco-norteamericana Missing.
En 1987, otra película de Humberto Solás, en este caso, Un hombre de éxito, fue seleccionada por el Festival de Cannes, pero para la sección paralela Una cierta mirada. En fechas posteriores participaron, en diversas secciones, nunca en la competencia oficial, Nada, de Juan Carlos Cremata, y Entre ciclones, de Enrique Colina.
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