La historia de un cubano que vive en EE.UU. desde los ocho años y estuvo a punto de ser deportado

El hombre habla inglés mejor que español y en Cuba no tiene a nadie. Como era residente permanente, nunca se interesó por la ciudadanía norteamericana.

Oficial de inmigración de EE.UU. © Flickr/ U.S. Immigration and Customs Enforcement
Oficial de inmigración de EE.UU. Foto © Flickr/ U.S. Immigration and Customs Enforcement

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Esta es la historia de un cubano que, a pesar de residir en Estados Unidos desde que era un niño, estuvo a punto de ser deportado a su país de origen, simplemente porque cometió el error de no haber aplicado a la ciudadanía norteamericana.

Jesús Ávila se casó en Miami a finales del año pasado. Al volver de su luna de miel en República Dominicana, los funcionarios de inmigración lo apartaron para interrogarlo acerca de un antiguo delito de posesión de cocaína, en 2012.


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Unas semanas más tarde fue citado por funcionarios de inmigración. Acudió pensando que sería una mera formalidad. Pero para su sorpresa, quedó bajo la custodia de inmigración y trasladado en calidad de detenido al Centro de Detención de Cayo Hueso. Allí permanecería 37 días.

“No debería estar aquí… Esto fue una gran bofetada en la cara del país en el que he vivido casi toda mi vida”, dijo a WLRN.

Ávila emigró a Estados Unidos con ocho años. Habla inglés mejor que español. En Cuba no tiene familia ni conoce a nadie. Se considera un americano más, aunque como era residente permanente, nunca se interesó en obtener su ciudadanía.

“Amo este país. Moriría por este país. Yo moriría por este país aunque no sea ciudadano, pero esto no está bien”, añadió.

En la audiencia sobre su solicitud que le permitiría quedarse, fueron dos de sus antiguos empleadores, además de familiares y amigos. Al entrar a la sala, con grilletes y un mono azul claro, Ávila se echó a llorar.

Todo fue muy rápido: menos de cuatro minutos. El juez de inmigración Adam Opaciuch dijo claramente: “Es un trato de una sola vez”. Lo que significa que si es arrestado nuevamente, podría ser deportado.

Ya en su casa en Homestead, Ávila recordó el momento en que el juez le autorizó a quedarse en el país.

“Sentí un gran alivio. Empecé a llorar como un niño. Llorando y llorando y llorando, estaba como agradecido, gracias, gracias, gracias. Mi vida iba a volver a la normalidad. Mi mamá va a estar bien, mi esposa va a estar bien, ya sabes, todo eso pasó por mi mente”, relató.

Ahora, de vuelta a su trabajo y a su vida normal, confirmó que tiene una cita para hacer su examen de ciudadanía.

“Supongo que al crecer en una comunidad en la que todos eran inmigrantes, no sentí la necesidad de convertirme en ciudadano. Yo estaba como... ‘¿Para qué? Soy un residente. ¿Cuál es la diferencia?’. No vi la diferencia”, concluyó.

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