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A la espera de que sean anunciadas próximamente nuevas modificaciones a las normas que rigen hoy el cuentapropismo en la isla, trabajadores privados cubanos consideran que los cambios dados a conocer este miércoles constituyen una manera de “endulzarnos para que no faltemos a las urnas el próximo domingo”.
De acuerdo con el arrendatario de habitaciones Julio, “a veces pecan de habilidosos los que manejan este país. ¡Qué casualidad que algunas de las transformaciones que llevamos meses pidiendo llegan a cuatro días del referendo! Nunca había visto tanta hipocresía en un solo acto. Se han demorado convenientemente para tomar medidas que pudieron tomar hace rato.
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“Creo que se siguen limitando a darnos migajas. Un pedacito hoy, otro mañana. ¿Cuándo nos dejarán importar los productos que necesitamos para nuestros negocios? ¿Hasta cuándo el ejercicio de nuestra actividad se verá limitado por la escasez de materias primas? Antes de permitirnos ofrecer nuestras producciones y servicios a empresas extranjeras radicadas en Cuba y que las entidades estatales nos vendan sus excedentes, lo que queremos es un mercado mayorista.
“A pesar de que vamos mucho más lento de lo que necesita el país, algo es mejor que nada. Las medidas tomadas son bienvenidas, pero no dejan de ser parches. Sigue la sensación de que el Estado está frenando el desarrollo del cuentapropismo. Ni siquiera se ha establecido claramente con qué empresas se puede negociar y con cuáles no. ¿Quién nos dice que mañana no se arrepentirán, aplicarán más restricciones y echarán para atrás todo esto debido al ‘descontrol’?”, inquiere el también gestor de alojamiento en Viñales.
A tenor con la informática Lizet, de 34 años, “para nadie es un secreto que el sistema cubano limita la creatividad. Los profesionales, por ejemplo, deberíamos poder trabajar en el sector privado ejerciendo legalmente lo que hemos estudiado. Lo que pasa es que le temen a que la rama estatal se quede vacía si eso ocurre.
“Cuba desaprovecha el potencial de sus recursos humanos. Los que trabajamos con las tecnologías de la Información y las comunicaciones queremos ser competitivos y contribuir al crecimiento de la economía cubana. Da pena que por la burocracia del Ministerio de Comunicaciones no se haya autorizado aún la famosa licencia de programador informático.
“Damos pasos positivos, pero insuficientes. Así, los profesionales seguirán trabajando hasta tener el dinero necesario para emigrar a otros países donde sí puedan practicar su carrera de manera privada. A este paso nos quedaremos solo con obreros calificados y personas de la tercera edad”, afirma la joven integrante de una capitalina cooperativa no agropecuaria.
Datos oficiales del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social indican que al cierre de 2018 había en Cuba 580 mil 828 cuentapropistas. El 29 % de ellos son jóvenes; el 34 %, mujeres; y un 10 %, jubilados. En tanto, el 15 % trabaja también en el sector estatal.
En palabras de Alberto, propietario de un restaurante en Centro Habana, las medidas benefician a un sector pequeño de los cuentapropistas, pero “¿qué pasa con aquellos que pagan excesivos impuestos sin saber a dónde va a parar ese dinero? ¿Por qué los arrendadores de cuartos y viviendas pagan lo mismo en la temporada alta que en la baja del turismo en Cuba? ¿Por qué no acabar de darnos un mercado mayorista para no encarecer tanto lo que vendemos y resolver el desabastecimiento del mercado minorista?
¿Qué pasa con aquellos que pagan excesivos impuestos sin saber a dónde va a parar ese dinero? ¿Por qué los arrendadores de cuartos y viviendas pagan lo mismo en la temporada alta que en la baja del turismo en Cuba? ¿Por qué no acabar de darnos un mercado mayorista para no encarecer tanto lo que vendemos y resolver el desabastecimiento del mercado minorista?
“Se habla de darnos los excedentes de las producciones y los sobrecumplimientos del encargo estatal y la inejecución de las entidades que tienen plan, mas eso no pasa en casi ninguna rama entidad económica. A mí eso me parece una burla. Lo único que tienen que hacer realmente es liberar las fuerzas para que la gente produzca y se generen más empleos para todas las familias”, añade.
Asimismo, el taxista Eugenio, de 52 años, explica la necesidad de que haya más información sobre las cuentas fiscales que algunos cuentapropistas están obligados a tener en el banco.
“Los funcionarios de la Oficina Nacional de Administración Tributaria dicen una cosa hoy y otra mañana. El pago de los impuestos es un tema muy delicado y luego van a culparnos por incumplir algo que no entendemos. Queremos pagar como se hace en el resto del mundo, pero de manera coherente, organizada, justa. Que se flexibilicen las leyes. Que nos den protagonismo dentro del avance económico.
“Para mí lo mejor de los cambios dados a conocer esta semana es que no tengamos la obligación de inscribir en la actividad ‘trabajador contratado’ al cónyuge y los familiares del titular dentro del primero y segundo grado de consanguinidad (hijos, padre y madre, hermanos, nietos y abuelos) y primero de afinidad (yerno, nuera, suegro y suegra)”, asegura el chofer.
Tal como indica Víctor Garcés Rodríguez en Cubadebate: “Queda mucho camino por recorrer sobre todo en los impuestos, tanto a los particulares como a los estatales, que son excesivamente inflados. Uno mira las noticias, la Mesa Redonda, el Noticiero y demás, y le da la impresión de que vive en otro lugar, no en el que ponen en esos informativos”.
Otro forista se queja en el mismo sitio del increíble incremento de las multas por infracciones para los cuentapropistas. “El nuevo decreto ley al respecto establece niveles que están muy por encima del ingreso medio mensual de los titulares de los negocios pequeños, y más aún del de los trabajadores contratados.
“A modo de ejemplo, la multa mínima por infracciones higiénico-sanitarias es de ¡dos mil pesos! El simple olvido de un gorro o unas uñas pintadas, por ejemplo, que antes se multaban con 50 pesos, ahora sólo es posible multarlos con dos mil. Un increíble aumento del cuatro mil por ciento. Si tal infracción la comete un trabajador estatal, la multa continúa siendo de 50 pesos.
“Es como si los incumplimientos higiénicos-sanitarios en el sector privado provocaran un daño mucho mayor al medio y a la comunidad que los del sector estatal”, se queja el usuario que igualmente aclara que por eso lo penarían de la misma manera que a aquellos que utilizan la prostitución, la droga y el trabajo no autorizado de menores.
Tras la entrada en vigor en diciembre pasado de medidas para reordenar el trabajo por cuenta propia, las actividades más representativas siguen siendo las de alimento (paladares, cafeterías, vendedores ambulantes); el transporte de carga y pasajeros; el arrendamiento de viviendas, habitaciones y espacios; los agentes de telecomunicaciones y los trabajadores contratados, fundamentalmente asociados a las dos primeras actividades.
Actualmente La Habana, Matanzas, Villa Clara, Camagüey, Holguín y Santiago de Cuba concentran al 65 % de los cuentapropistas de la isla.
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