“Presentar aquí la película es un sueño cumplido”, aseguró el célebre bailarín cubano en el ansiado estreno cubano de la coproducción cubano-británico-española Yuli, aplaudida por un Karl Marx inundado de un público que premiaba al bailarín con ovaciones y saludos cariñosos cada vez que caminaba tres pasos.
Amable y conmovido estuvo el protagonista absoluto de Yuli (Acosta se interpreta a sí mismo, aunque en la etapa de la niñez lo hace con muchísima gracia Edison Manuel Olbera, y en la juventud Keyvin Martínez) y también irradiaban alegría la directora del filme, Iciar Bollaín, y su esposo, el guionista Paul Laverty (recientemente premiado en San Sebastián por esta película), quienes decidieron volver a ver el filme acompañados por la calidez del auditorio cubano.
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Luego de señalar que la película se había presentado en varios foros internacionales, sobre todo en San Sebastián, Barcelona y otras ciudades, Bollaín reconoció, —y antes lo había hecho Acosta con otras palabras— que el estreno en Cuba era importantísimo, medular, pues significaba el encuentro de la obra con su público natural, además de que se trata, recalcó la directora, de un filme sobre un cubano, un cubano cubanísimo, y sobre un país lleno de gente linda y talentosa.
Y como para resaltar el abundante talento cubano implicado, Bollaín llamó al escenario, para concluir con la presentación del filme, no solo al cuadro de intérpretes principales que acompañaron a Carlos Acosta (descomunal Santiago Alfonso en el papel del padre, Laura de la Uz, Yerlín Pérez, Carlos Enrique Almirante, Andrea Doimeadiós, entre otros) sino también a todos los implicados en cualquier disciplina o labor que el filme requería: bailarines, técnicos, creadores de los más diversos ámbitos, hasta repletar completamente el enorme proscenio.
Aunque nunca logró ensombrecer el éxito del filme, ni su inmediata conexión con los espectadores cubanos, hubo un incidente de bajo voltaje que dañó parcialmente el equipamiento y la proyección se tardó una media hora en comenzar, de modo que se incrementó la ansiedad del auditorio por ver un filme que le canta al triunfo de la voluntad, y a la capacidad de la gracia y la belleza para remontar los valladares impuestos por la pobreza, los prejuicios y el racismo.
Porque Yuli representa, en términos simbólicos, algo así como el retorno del hijo pródigo, un hijo que nunca se ha ido sin tener seguro el pasaje de vuelta. En términos prácticos, se trata de otro gran éxito para el cine independiente cubano en la persona de Claudia Calviño, de Producciones de la 5ta. Avenida, en tanto el filme se ha convertido en el primer gran éxito de público de la connotada edición número 40 del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano.
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