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María Lila Meza Castro es una migrante de 39 años que ha recorrido miles de kilómetros con sus tres hijas huyendo del clima de violencia con el que vivían en San Pedro Sula (Honduras). Es un rostro más de la caravana de inmigrantes que quieren llegar a Estados Unidos en busca de un futuro mejor.
Esta familia fue testigo de la tensión que se vive en la frontera entre México y el territorio estadounidense. El pasado 25 de noviembre su instinto de supervivencia se agudizó para huir del gas lacrimógeno que lanzaban los agentes.
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En la imagen se puede ver a esta madre hondureña agarrando los delgados brazos de sus dos hijas gemelas de cinco años, Cheili y Saira. Detrás también aparece Jamie, su hija de 13 años, quien trata de huir junto a sus hermanas.
La instantánea que escenifica el momento frenético que se vivió después que los botes de gas cayeran al suelo.
"Pensé que iba a morir con ellos a causa del gas", dijo a Reuters Meza, quien no entendía por qué los agentes de la frontera de Estados Unidos lanzaban este gas cerca de mujeres y niños.
Esta familia llegó al cruce fronterizo de El Chaparral, que se extiende sobre la ciudad mexicana de Tijuana y San Diego en la parte de EEUU, como tantos otros migrantes que salieron de sus respectivos países de Centroamérica en una imponente expedición.
Todos arribaron con la esperanza de poder acceder a Estados Unidos, pero esta opción se diluye cada día que pasa y más tras escuchar los contundentes mensajes del presidente Trump.
En este sentido el dirigente estadounidense ya alertó el lunes de que los migrantes de la caravana no iban a entrar en el territorio norteamericano.
El objetivo de Meza Castro es viajar a Louisiana, donde vive el padre de las pequeñas. Un sueño que no se trunca a pesar de que las dificultades crecen a cada día que pasa.
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