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El mejor pelotero que aún reside en Cuba, Alfredo Despaigne, le acaba de echar un responso público a los directivos del béisbol cubano en su página de Facebook.
Resulta que anoche se anunció (nuestro béisbol está lleno de esta clase de sorpresas) que además de los cinco refuerzos de rigor, los managers escogerían un sexto hombre entre los peloteros contratados por la Federación Cubana en la liga japonesa. Y ahí mismo entró el slugger en escena con este post que reproduzco íntegramente...
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“Bueno, nos acabamos de levantar aquí en Japón y me entero de la noticia que estamos de refuerzo, yo entiendo que es nuestra pelota, que el público nos quiere ver jugando en Cuba, pero antes que todo está la salud y el rendimiento para que todos los fanáticos puedan vernos por 5 o 6 años más jugando. Nosotros nos pasamos desde febrero hasta noviembre jugando pelota todos los días y al 100% y es un béisbol súper más difícil y más excitante que el nuestro allá.
Y ahora nos eligen de refuerzo sin contar con nosotros, sin saber cómo estamos físicamente. En mi caso me he lesionado 3 veces y nadie sabe eso, que jugamos con dolor por la falta de descanso, es juega aquí y en Cuba. Eso en mi caso que soy el que más tiempo lleva aquí, tengo 3 años sin descanso fuera de la familia, 8 meses de nuestros familiares. No creo que sea justo después de un año de pelota acá ir para Cuba a jugar en otra provincia fuera de la familia, de los hijos, sin descanso.
También pienso que Villa Clara o Sancti Spíritus quieren ganar con nuestra ayuda, pero creo que para quedar mal con el público, con la dirección del equipo, mejor que no nos pidieran de refuerzo porque a finales de enero tenemos que venir para acá de nuevo al campo de entrenamiento que empieza el día 2 de febrero. Por lo tanto llámense a conciencia nuestros jefes que si seguimos así a la Olimpiada no llegamos ninguno de los que estamos aquí. Gracial fue a los Centroamericanos con los dedos fracturados que no se habían recuperado aún, Moinelo constantemente (tiene) fatiga en el brazo, yo dolores constantes en las rodillas, y así tenemos que jugar. Por mi parte no jugaré cueste lo que cueste y piensen lo que piensen. Saludos a todos y disculpas al público de toda la isla”.
Después de leer a Despaigne, uno se congratula de que por fin un pelotero ha decidido tomar decisiones por sí mismo y no ser más esa marioneta que llevan de un lado para otro a jugar en cuanto torneo aparece, da igual si es contra profesionales de nivel o simples verduleros en uniformes de pelota.
Tanto él como Gracial y los demás muchachos que se han pasado la campaña del otro lado de este mundo, quisieran regresar a Cuba para ver a su familia y vacacionar con ellos, que para algo saludable tiene que servirles el dinero ganado en buena lid. Ni más ni menos que lo que hacen, como todos sabemos, Mike Trout, Max Scherzer o su compatriota José Dariel Abreu.
Como dice en su muro de Facebook mi colega Aynel Martínez, “Despaigne los desafía (se refiere a los mandamases del béisbol nacional), como debe ser. Despaigne los saca, aunque sea unos minutos, de su zona de confort (con todo lo que involucra el procedimiento). Despaigne los zarandea delante de unos cuantos. Estos escarceos públicos tienen consecuencias –ya se verá- ejemplarizantes: el nombre de Despaigne tolera demasiada autoridad en la cabeza de cada aficionado y de cada pelotero. Cuando a esa “autoridad” la gente comienza a percibirla plantando cara a las jerarquías, llega un proceso donde la autoridad se vuelve multiplicable y certificada por muchos. De las jerarquías mejor ni hablamos”.
Si eso sucede, si hay cualquier tipo de represalias con este gran atleta que ha trabajado apenas sin descanso para poder partirse en mil pedazos y estar en todas partes, mucha gente que aún no entiende el caso empezará a caer en cuenta de que algo anda muy mal en la manera de asimilar y respetar la capacidad de las personas para decidir sobre algo tan poco trascendente como asistir o no a una fase de la depauperada serie beisbolera del país.
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