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Cuando se hable de la historia del atletismo cubano nos vienen a la mente los Enrique Figuerola, Rafael Fortún, Miguelina Cobián, Alberto Juantorena, Javier Sotomayor, Iván Pedroso, Ana Fidelia Quirot; sin embargo, hay un nombre indeleble que mantiene vivos en él, a sus 82 años, leyendas, anécdotas, acontecimientos.
Hoy CiberCuba se honra entrevistando a un profesor de generaciones, Lázaro Betancourt, hombre alto, elegante, al que la edad no ha sorprendido en nada, tez morena, hablar pausado: ¡como si siempre estuviera dando una clase de vida!
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“Antes de que me preguntes nada. ¿Sabes que tengo un autógrafo del mismísimo Jesse Owens, que me dio cuando yo competía en los Terceros Juegos Panamericanos Chicago 1959? 'Good luck, Jesse Owens', me escribió en su dedicatoria. Es uno de mis mayores tesoros.”
Para el no ducho en el deporte les recuerdo que Owens fue la estrella de los Juegos Olímpicos de Berlín 36 al ganar 4 medallas de oro y dejar fuera de control al dictador Adolfo Hitler, al echar por tierra el estadounidense la tan cacareada superioridad de la raza aria.
“Nací en Matanzas con 9 libras y media; siempre fui así, esbelto, grande. Yo llego al campo y pista proveniente del béisbol. Manolo Braña, uno de los dueños del periódico El País, era un apasionado en eso de encontrar talentos para el béisbol, y así me descubrió jugando en un terreno, conocido por Mata 7, ubicado a la entrada de la capital yumurina.
“Incluso, me propuso ir a jugar al Club Savannah de la liga negra, clase B, de Estados Unidos. Pero yo tenía sólo 16 años y cuando le llevo los papeles a mi papá para que diera su consentimiento, me dijo: '¿Irte pa' dónde? Mire, vaya a buscar libros y libretas, estudie, que allá matan a los negros'. Jajá. Y así conocí a Julio Navarro, uno de los mejores entrenadores de atletismo que vi en mi vida.”
¿Navarro fue el que te inclinó definitivamente hacia el deporte rey?
“El problema era que yo jugaba pelota pero lo mío era correr. Y ahí era cuando Navarro me instaba a pasarme de deporte. Hasta que le hice caso y fui a correr al entonces parque deportivo Marzo, hoy René Fraga Moreno, el único que tenía una pista de 100 metros en curva; sí, en curva, en toda Cuba. Es que el estadio era circular.
“Allí corría mi hermano pequeño, Armando, 400 metros con vallas; yo hacía 100 y 200. Los dos integramos la delegación cubana a los Juegos de Chicago.”
¿Cómo pasas a los 110 con vallas?
“Esto se debió a que José Maldonado, atleta en los Centroamericanos y del Caribe de Panamá 1938 y entonces entrenador me dijo: 'tú eres alto, con largas extremidades; tienes el biotipo idóneo para correr vallas'. Así lo hice y me encantó. Estuve en esa especialidad desde 1955 hasta el 13 de junio de 1967, como ves, semanas antes de los Panamericanos de Winnipeg.”
¿Tus mejores experiencias como atleta?
“Bueno, además de conocer a Jesse Owens, rompí el récord nacional al correr 14 segundos flat en la eliminatoria para los Juegos Olímpicos de Tokío 1964. Con anterioridad había detenido los relojes en 13, 9 (cronometraje manual) en el estadio Pedro Marrero en el año 59, pero no fue reconocido; dijeron que hubo problemas con los cronómetros.
“También fui el primer hombre del atletismo cubano que ganó una medalla de oro después de 1959, y fue en los Juegos Iberoamericanos de Chile 1960, exactamente el 13 de octubre de 1959 con 14 segundos 3 décimas. ¿Sabes por qué no olvido esa fecha? Pues, porque ese día, pero de 1967, nació nuestro Javier Sotomayor.”
Fui el primer hombre del atletismo cubano que ganó una medalla de oro después de 1959, y fue en los Juegos Iberoamericanos de Chile 1960, exactamente el 13 de octubre de 1959 con 14 segundos 3 décimas
Mítines por Europa, competencias regionales, otros hechos que no olvidas.
“Mira, yo en dos días corría los 110 vallas, 100, 200 y el relevo eliminatorias y no me lo sentía, me encantaba competir. Fui campeón centrocaribeño en Jamaica 62 con plusmarca para los Juegos, 14,2. En los Panamericanos de Sao Paulo, un año después quedé tercero con mi primer récord nacional, 14,1. ¡Allí estaban los mejores del mundo! norteamericanos, jamaicanos. Me impuse en muchos mítines por el Viejo Continente.
Yo en dos días corría los 110 vallas, 100, 200 y el relevo eliminatorias y no me lo sentía, me encantaba competir
“Como te dije, además de los 110 c/v me tiraba en el hectómetro, en una eliminatoria marqué 10,4 y llegué a ser el mejor del país en esa distancia. Sin dejar detrás los 200 y los 200 c/v, especialidad que ya no se corre y en la que establecí récord cubano, 24 flat.”
Me has mezclado etapas, pues eres de los pocos que quedan que hayas corrido antes y después de 1959. ¿Marcó una diferencia?
“En los primeros años de la Revolución empezaron a llegar al país técnicos provenientes del entonces campo socialista. Uno que vino en la avanzada fue el afamado campeón olímpico de los 5 mil, 10 mil y la maratón, Emil Zátopek de Checoeslovaquia, con el cual aprendimos mucho.
“Él, junto a Enrique Figuerola y yo, recorrimos de punta a punta la Isla en búsqueda de talentos. En Oriente descubrimos a Miguelina Cobián en el año 1960, que ya en Jamaica 62 sería la monarca en los 100.
“También llegaría el polaco Vladimir Puzio que revolucionó el entrenamiento moderno de la velocidad y las vallas. Entrenadores polacos, después de la Segunda Guerra Mundial, por los años 50, fueron a Estados Unidos y absorbieron toda la técnica de la preparación de sprinters norteños que se basaba mucho en el entrenamiento de fuerza del fútbol americano.
“Entonces, unían esas características a la organización técnica, metodología de la enseñanza, programación y disciplina europeos, y el saldo era muy positivo.”
¿Es ahí que se produce la explosión de figuras cubanas que nos situaron en niveles internacionales de élite?
“En gran parte sí. Por ejemplo, ahí fue que yo completé mi preparación como vallista, consolidé mi técnica; los velocistas, Miguelina, el Fígaro, Hermes Ramírez, entre otros, empezaron a dar dividendos. Había de dónde escoger para hacer los relevos cortos; México 68 es el mejor ejemplo.”
Lo que ahora no sucede. He indagado en el asunto y realmente, hay muchas respuestas, pero ninguna convincente. El área caribeña es fuente inagotable de sprinters, nosotros lo fuimos, ¿por qué ahora no?
“Como dices, hay muchas respuestas, pero prefiero decirte que lo que aprendimos nosotros por aquella época, lo que nos trasmitió el checo, el polaco, no lo he olvidado, y cada vez que puedo trato de enseñar, aunque ahora el entrenamiento moderno está mucho más allá de lo por nosotros aprendimos.
Lo que aprendimos nosotros por aquella época, lo que nos trasmitió el checo, el polaco, no lo he olvidado, y cada vez que puedo trato de enseñar, aunque ahora el entrenamiento moderno está mucho más allá de lo por nosotros aprendimos
“Mis resultados se debieron a ellos. Yo fui a Tokío, en vallas, junto a Miguelina y a Figuerola, quien alcanzó aquella histórica medalla de plata en el hectómetro. Yo fui semi finalista, el primer cubano en Juegos Olímpicos.”
Ya tenías 28 años, ¿por qué no te retiras al regresar?
“Era mi propósito, pero me solicitaron seguir, y lo hice, casi como un entrenador más. Fui a San Juan en el Cerro Pelado y luego me retiré antes de Winnipeg 67.
“Comencé a trabajar en la ESPA nacional, radicada en el municipio capitalino de Playa, con jóvenes valores y atletas de todas las edades de la selección nacional.”
¿El trabajo con los atletas es igual que el de ahora?
“A ver; cada época es diferente. Ni éramos mejores ni peores. Sí te puedo decir que todo lo analizábamos en conjunto. La gran fortaleza radica en el empeño unido; no, yo tengo a éste y por éste me preocupo. ¡No! Es por todos.
Cada época es diferente. Ni éramos mejores ni peores. Sí te puedo decir que todo lo analizábamos en conjunto. La gran fortaleza radica en el empeño unido; no, yo tengo a éste y por éste me preocupo. ¡No! Es por todos
“En aquel momento de mi retiro llega a Cuba otro polaco, Edmund Povchovosky, entrenador del medio fondo, gran programador y organizador, quien al ver mis conocimientos del área de velocidad me asume como asesor ayudante, en un grupo en el que estaban Blas Beato (quien condujo a Ana Fidelia Quirot hasta 1992 cuando fallece), Rafael Fortún, Irolán Echevarría, Heriberto Fernández (entrenador de Las Villas muy bueno en las vallas).
“Heriberto entrenaba a los vallistas con la excepción de a Dámaso Alfonso y Pedro Fernández, que lo hacían conmigo junto a las muchachas. Pero, como te dije, las decisiones las tomábamos de conjunto, no había fincas.”
¿Tuviste algún logro en esa época con alguno de tus discípulos?
“Dámaso es aún hoy el único vallista cubano en ser finalista olímpico: séptimo puesto en Montreal 76. Y quiero añadir algo: mis alumnos lo mismo se tiraban en 110 que en 400 con vallas. El éxito radica en el entrenamiento. Hay que estudiar para poder enseñar, transmitir. Hay que interaccionar con los atletas. Que ellos sepan el por qué de sus esfuerzos.”
El éxito radica en el entrenamiento. Hay que estudiar para poder enseñar, transmitir. Hay que interaccionar con los atletas. Que ellos sepan el por qué de sus esfuerzos
En la larga y fructífera vida del profesor Betancourt se suceden sus labores como entrenador, asesor, jefe del área de velocidad.
Su amigo y hermano Enrique Figuerola, como comisionado nacional, lo insta a ser jefe técnico y ahí se dan a la tarea de desarrollar áreas deficitarias como los saltos, lanzamientos y medio fondo.
“Aplicamos la ciencia al deporte. Aprendimos mucho de Fisiología del Deporte con el Dr. Raúl Mazorra, quien había sido medallista centroamericano en los 100 metros.”
Yo recuerdo en mis inicios como periodista, mis largas conversaciones con el Dr. Mazorra, de cómo habían creado un grupo con el ingeniero López y la cátedra de atletismo, que había desarrollado una 'aparatura' hecha en Cuba para el deporte rey.
“¿Sabías eso? Pues sí, recuerdo el saltímetro analógico que después se digitalizó, el rastreador de velocidad, el bloque de arrancada para medir la fuerza de impulso del corredor; la planchuela tenso-métrica del salto que nos da la potencia, el despegue y el impulso en el triple salto y en el salto de longitud.
“El inolvidable fotógrafo José Ordaz montó una cámara que funcionaba como foto finish y que nos ofrecía las secuencias de la carrera. En el salto, pintamos un fondo de madera de 8 metros, que se cuadriculaba, se le tiraban fotos y ahí se calculaban la fase de vuelo, el ángulo, la altura del salto.
“Estoy hoy puede causar risa; hay tantos avances, todo es digital, electrónico, pero en los años 70, en un país que no podía importar tecnología, no te imaginas lo que representó.”
Lázaro Betancourt siempre ha sido un virtuoso del atletismo, siempre ha puesto en función del trabajo con los atletas todo el avance disponible según los tiempos que transcurrían.
Fue el primero en reunir las pruebas de control de la velocidad que le hacían a los atletas para enviarlas al Centro de Estadísticas y Matemáticas del INDER. Analizar además las pruebas de fuerza, salto de altura, de longitud; tramos de 40 y 60 metros, y con todo, medir las capacidades según las especialidades.
“Imagínate que el resultado de los estudios arrojó el 89 por ciento de confiabilidad en los entrenamientos de 100 y 200. Por supuesto, ahora hay otras tecnologías, pero créeme que aquella nos dio muy buenos dividendos: logramos que en los años 70, Luis Mariano Delís tirara el disco a más de 70 metros mientras sus homólogas Carmen Romero y Cristina Betancourt sobrepasaran los 68; en el caso de Carmen, más allá de los 69, marcas mundiales para la época.”
Fue en esa década que se instauró en Cuba la necesidad de realizar entrenamientos en la altura y por supuesto que México fue la elección más utilizada, no sólo con el deporte rey.
“¡Así mismo fue! Se hizo un estudio sobre la altura en tierras aztecas y en los Panamericanos México 75, Rigoberto Mendoza ganó la maratón, Luis Medina los 800 y segundo en mil 500, y Leandro Civil, plata en 800. Esos resultados ni se soñaban.”
Tienes una historia envidiable querido Lázaro. Historia que muchos desconocen, como cuando junto al buen amigo, el puertorriqueño Víctor López, creaste la Confederación de Centroamérica y el Caribe de Atletismo.
“En ese tiempo me convertí en el primer cubano en formar parte de la IAAF (Federación Internacional de Atletismo), específicamente en su comisión técnica, y eso se debió al nivel alcanzado por el campo y pista cubano en el universo.
En ese tiempo me convertí en el primer cubano en formar parte de la IAAF (Federación Internacional de Atletismo), específicamente en su comisión técnica
“En 1977 éramos el noveno país del mundo. Fuimos unos abanderados: Santiaguito Antúnez (prestigioso entrenador de Dayron Robles, Anier García, Aliuska López y muchos más), Ricardo Guadarrama y yo fuimos elegidos disertantes de la IAFF a nivel mundial.”
Han pasado los años y Lázaro Betancourt narra parte de sus vivencias, buenas para escribir un libro.
“Mis mayores alegrías han estado relacionadas con éxitos de nuestros atletas: el oro del Fígaro en los Juegos de San Juan después de la odisea del Cerro Pelado, su plata en Tokío 64, los subtítulos olímpicos de los relevos (m y f) en México 68, las dos doradas de Alberto Juantorena en Montreal 76 (inspiradas en el impulso que le dimos Figuerola, el polaco Zitmun Zvierzosky y yo de que sí podía con las dos distancias).
“El Mundial de Atenas 97, cuando tras un mal desempeño en Atlanta 96, con sólo 20 atletas, ganamos cuatro medallas de oro, una plata y un bronce. Ver a Ana Fidelia retornar de la muerte y vencer en Gotemburgo, los récords de Sotomayo, los nueve Mundiales ganados por Iván Pedroso, las platas olímpicas de Alejandro Casañas, y tantos y tantos momentos, en los que no podemos olvidar al hermano, recientemente fallecido, Jesús Molina.”
Ahí, aquel hombrón que se mantiene muy bien para sus años, pareció derrumbarse. Lágrimas incontenibles brotaron de sus ojos, y fue la única ocasión en que pude ver algo de debilidad en este coloquio que sobre su vida sostuve con el profe Betancourt.
“Lo siento, es que Molina ha sido parte fundamental de los éxitos de nuestro atletismo y cada día, es más recordado, más venerado.”
Cambiamos el tema. Entre los grandes momentos de tu vida no mencionaste a tu hijo, Lázaro Betancourt junior.
“Pues sí. Aquel Barrientos in Memoriam del año 86, en el estadio que nunca debió dejar de ser nuestro, el Pedro Marrero y aquel 17 metros 78 centímetros, récord nacional en el triple, y que se mantuvo hasta el Mundial de Atenas 97 cuando Yoelvis Quesada clavó los pinchos en 17, 85.”
Y que tú estabas allí y fuiste el primero en felicitarlo.
“Por supuesto, para mí era un honor. Mi hijo se fue pronto del atletismo. Vive en España, tiene su familia allí.”
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