El desgarrador testimonio de una cubana desterrada: regresó a la Isla después una década y no la dejaron entrar

Beatriz Pedroso León viajó a Cuba con su nieto autista. La embajada cubana en Washington le cobró la prórroga del pasaporte pero cuando llegó al aeropuerto no la dejaron pasar.

Beatriz y su nieto Rolando © Cortesía de la autora
Beatriz y su nieto Rolando Foto © Cortesía de la autora

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Este artículo es de hace 6 años

Beatriz Pedroso León vive hace once años en Estados Unidos. En Cuba era periodista y bibliotecaria independiente, también perteneció al movimiento opositor Damas de Blanco.

Cuando emigró, dejó en la Isla a su hijo Leonel, a sus padres y a muchos amigos. Nunca los ha vuelto a ver.


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Tiene dos nietos a los que no conoce y lamenta que no pudo despedirse de su padre antes de que este falleciera. Ella forma parte del grupo de cubanos “desterrados” a los que el Gobierno de la Isla les prohíbe la entrada al país. La Ley contempla 8 años pero la práctica puede ser aún más cruel.

Cuando el canciller Bruno Rodríguez anunció en Washington un grupo de nuevas medidas que beneficiarían a los emigrados ella se llenó de esperanzas.

Decidió regresar a reencontrarse con tanta gente querida y en la embajada cubana en Estados Unidos le cobraron la prórroga de su pasaporte, jamás le dijeron que pagaba por una de sus peores pesadillas.

Se fue a Cuba con su nieto, un adolescente que padece de autismo. Lo quiso llevar para que conociera a sus familiares y para que viviera la experiencia de encontrarse con sus raíces, alejado de los videojuegos.

Cuando Beatriz y Rolando llegaron a La Habana, su hijo le esperaba afuera con los nietos. Llevaban flores para ella. Pero las autoridades migratorias del aeropuerto le impidieron entrar. Sin darle muchas explicaciones le dijeron que “ella sabía por qué”.

La señora está destrozada y decidió compartir con CiberCuba la terrible historia que vivió en la Isla para denunciar los abusos de un régimen que además de privarla de un derecho ciudadano, le mintió.

A continuación reproducimos íntegramente el texto enviado a nuestra redacción por Beatriz Pedroso León:

“Once veranos lejos del mar lejos del cálido aliento de tu tierra, once veranos que pagarás en el invierno eterno de otras tierras”
Homeland, (fragmento) Beaverton, Enero 2016.

El gobierno de Estados Unidos cierra y Cuba abre” acentuadas palabras dichas por el canciller cubano Bruno Rodriguez en el IV Encuentro de Cubanos Residentes en los Estados Unidos en Defensa de la Soberanía Nacional y Contra el Bloqueo, efectuado el 28 de Octubre del 2017. Allí anunció las nuevas medidas migratorias que se pondrían en vigor a partir de enero del 2018.

Fueron cuatro las medidas migratorias y entre ellas eliminar la habilitación del pasaporte de los emigrados cubanos para viajar a Cuba, permitir la entrada a la Isla de aquellos que salieron ilegalmente del país, excepto los que se fueron a través de la Base Naval de los Estados Unidos en Guantánamo, entre otras.

Por otra parte la inmigración ilegal no tendría que esperar ocho aňos para regresar a su patria sin incluir a las personas que abandonaron misiones médicas, delegaciones deportivas, diplomáticas o de suma importancia para el gobierno cubano. Cabe destacar que no se tocó el tema de los costos excesivos de los pasaportes cubanos los más caros del mundo y las inútiles y costosas renovaciones vigentes todavía, donde a pesar de que saben que no te dejarán entrar al país, la embajada cubana te las cobra sin brindarte el servicio deseado.

Sin embargo, a toda esta verborrea política le faltan los detalles, le falta entrar en los puntos oscuros y difíciles que el gobierno cubano no quiere aceptar, porque con esto le daría crédito a aquella parte de los exiliados cubanos que no quiere reconocer que existe, y es la parte del exilio que dentro y fuera de la Isla le hicieron oposición o enfrentamiento, llámese “traición a la Patria actualmente”, porque hay que leer entre líneas una cosa deviene la otra, y como dijera alguien por ahi : “más claro ni el agua”.

Es difícil escribir de ciertos eventos humillantes que te reducen a la mínima expresión, que agreden a tu salud física y mental. Para hacerlo necesitas tiempo de reflexión. Ahora que puedo respirar sin sentir opresión en el pecho pero voy a contarles lo que me sucedió en el aeropuerto Internacional José Martí de La Habana el 30 de julio del 2018.

Dejarlo pasar como muchos me han aconsejado por aquello de que contar es como volver a vivir el suceso no puedo, porque soy madre, porque soy mujer, porque soy cubana y ademas porque soy un buen ser humano.

Hace once años resido en los Estados Unidos soy ciudadana norteamericana y para aquellos que no me conocen fui periodista y bibliotecaria independiente en Cuba, pertenecí al digno grupo de las Damas de Blanco, y también fui firmante del Proyecto Varela. En resumen son todos los delitos contra mi tierra.

Tengo un hijo en La Habana , dos nietos que no conozco y un padre fallecido al que no pude despedir. ¿Motivos? la llamada “habilitación del pasaporte cubano” o sea la visa para entrar dónde naciste, dónde viven tus familiares cercanos o lejanos y también donde están sepultadas tus raíces.

Dos veces me fue negada esta implementación por la embajada cubana en Washington, una en el 2011 y otra en el 2015 ya teniendo los ocho años requeridos.

Con todos los cambios mencionados anteriormente y luego supuestamente aprobados me decidí la tercera vez, no para hacer turismo o tomarme unas vacaciones, nada de eso, lo hice para abrazar a mi hijo y conocer a mis nietos, visitar la tumba de mis padres, abrazar a la gente linda que deje allí y compartir un café con ellos, en fin no como extranjera porque nunca me he sentido como tal con referencia a mi patria.

Cortesía Beatriz Pedroso León

Fue terrible señores, yo resido en el Estado de Oregon, hay 4 375 kilómetros y 2 373 millas náuticas de distancia entre Portland y La Habana. Viajé con mi nieto y tuvimos que hacer escala en Texas desde Portland y allí en Texas tomar otro avión rumbo a La Habana. Pasamos por todos los inconvenientes y malestares que sufren los viajeros hoy en día, ya nos sentíamos bastante incómodos en unos asientos lo suficientemente estrechos que tienen los aviones de la compañía United.

Quiero hablar un poco de mi nieto de 18 años, porque fue víctima también. Nació en los Estados Unidos y padece de autismo, jamás había hecho un viaje tan largo. Mi nieto no habla, sólo lo suficiente, se pone nervioso si lo acosan a preguntas. Pero mi hija quería que saliera un poco de los videojuegos y conociera su familia cubana.

Es un chico excelente que ha hecho un gran esfuerzo en su escuela y se graduó con notas de excelentes. Qué sorpresa nos llevamos los dos al arribar al aeropuerto de La Habana a las 4:05 de la tarde. A pesar de las palabras del canciller cubano con relación a “the grand opening of the door” es imposible pensar que a una mujer de 66 años casi coja y a un adolescente se les tratara con un nivel de alarma roja como si fueran delincuentes.

Señores no me dejaron ni llegar al lobby del aeropuerto. Las autoridades de inmigración me impidieron entrar a mi tierra. No hubo un motivo específico que justificara esa actitud, la oficial solo decía que no tenían nada en mi contra que yo sabía el porqué de esta medida.

A todas estas tuve que ocuparme de mi nieto porque ya casi que lo comenzaban a interrogar y les aclaré lo más fuerte que pude: cuidado, es mi nieto, nació en los Estados Unidos y es autista no les va a responder nada solo le están causando daño.

Ya el salón de Inmigración comenzaba a llenarse de oficiales vestidos de verde, visitantes que llegaban de otros vuelos y aquella capitana hablándome de que yo jamás podría volver a Cuba porque estaba cometiendo un delito de entrada ilegal al país, que fuera a la embajada en Washington a aclarar ese asunto y ella hablaba cosas que no tenían sentido para mí y la recuerdo como en un sueño desde otra dimensión.

A todas estas la gente nos miraba, era todo un gran espectáculo pero yo solo quería que mi nieto estuviera bien y llamar a mi hijo que estaba afuera esperando junto a otro de mis nietos dicen que con un ramito de flores esperando por una abuela que no conoce.

Entonces fue cuando me di cuenta que tenía un oficial que no me perdía ni pie ni pisada. De todas formas le respondí: bueno el canciller de la República de Cuba dijo……...y allí comencé a repetir las nuevas medidas, y además tengo mi pasaporte en regla que la misma embajada cubana en Washington prorrogó como está establecido.

Solo me dejaron abrazar a mi nieto y darle las instrucciones a mi hijo desde mi celular, jamás pude tocarlo y ni siquiera verlo. Responsabilicé a un teniente coronel de Inmigración que estaba a cargo por la seguridad de mi nieto y que este llegara sano y salvo hasta su tío que lo esperaba afuera. Eso fue todo.

Después de una conversación con la tripulación del avión bajaron a un hombre del vuelo de United que iba hacia Houston, Texas, el mismo en el cual habíamos llegado a La Habana. Para entonces mis rodillas estaban inflamadas, y muy dolorosas, debo hacerles reemplazo porque padezco de Osteoporosis y de una Osteoartritis degenerativa que todos en la familia heredamos.

Increíblemente el cielo azul que había precedido nuestra llegada estaba todo gris con numerosos nubarrones negros que amenazaban lluvia. El universo no estaba contento. A todas estas al subir el avión los mismos jóvenes que formaban la tripulación me miraban asombrados ya cuando partimos les relaté lo que me había sucedido, no sintieran miedo de mi persona.

Reacción tan diferente en el flight dispatch bureau donde las personas en Portland nos despidieron como si nos fuéramos al paraíso con la canción de Camila Cabello, Havana, ooh na na ay, he took me back to East Atlanta, oh na na, ay, Oh, but my heart is in Havana… Todos tan contentos de mi viaje.

Ya allí me derrumbé y comencé a llorar en silencio sin poder parar mientras la lluvia hizo su aparición. La otra parte difícil fue en Houston, allí hay que caminar muchísimo hasta llegar al chequeo de Inmigración, no me encontraban hasta que se dieron cuenta lo que había sucedido.

No sé cómo pude hacer el regreso, mis piernas ya no me respondían de tanto dolor, quería sentarme en una esquina y no pararme más. Pero la voz de mi hija al teléfono constantemente y de mi amiga Rita dándome ánimos para enfrentar aquel retorno de 4 aviones en un día, la cara de mi nieto y las imágenes que nunca vi de mi hijo Leonel esperando y mi nietecito con su ramito de flores.

Leonel y Rolando en La Habana / Cortesía Beatriz Pedroso León

Partida de Portland el 30 de julio a las cinco de la madrugada, llegada a Houston a las 10:54, salida de Houston a las 12:00 del mediodía y llegada a La Habana a las 4:05 de la tarde desde donde volví a salir a las 5:05, llegada a Houston nuevamente a las 7:25 de la noche, salida de Houston a las 9:36 de la noche, llegando a Portland a la 11:51.

Buen averaje de viaje para una mujer de casi 70 años destruida y hecha añicos. La otra parte que sigue es uno de los equipajes, le había dado a mi nieto los tickets del maletín que estaba lleno de medicinas y otras necesidades para la familia, se lo quitaron de las manos a mi hijo.

La Compañía de United en PDX tuvo que reclamarlo, y ya ustedes se imaginan fue sometido a un registro y “canibalismo” al mismo tiempo. !Qué pena verdad! Durante estos días de reflexión me hacía una y otra vez la misma pregunta: ¿qué daño tan fenomenal pudieron hacer mis artículos sobre la realidad cubana o marchar junto a las mujeres de los presos políticos? ¿qué tan graves son las diferencias cuando la realidad habla por sí misma? ¿qué tan importante puedo ser yo para un gobierno que me destierra y ni siquiera me deja abrazar a mi familia?

¿Cómo pudo haber todo un trabajo tan minucioso de bajar a un hombre de vuelo y cambiar mi pasaje para enviarme de regreso a Portland? ¿Por qué no pueden analizar con misericordia cada una de las situaciones de las familias cubanas colocando aparte las diferencias políticas? ¿ Qué sentido tiene dividir una madre de un hijo?

¿Por qué no puede haber un diálogo y nos quitan nuestros derechos más elementales como seres humanos ? ¿Temor, odio ?, no lo creo. La respuesta es sencilla, solo en una dictadura que quiere perpetuarse en el poder sembrando el miedo suceden estas cosas.

¿Cuántos cubanos hay desterrados alrededor del mundo? La lista puede ser muy amplia. Porque llámese ya destierro y no exilio, se envejece como una nuez quien vive lejos de su patria…manera de morirse es esta alejado de la patria dijo nuestro apóstol.

He estado bastante retirada aunque no desinformada de la política en sentido general. Desde la publicación de mi poemario Entre Rejas, en el 2008 en la ciudad de Miami estoy dedicada a los cuidados de mi esposo enfermo, en la actualidad con Alzheimer y Demencia Frontal.

Soy cuidador sin sueldo como le llaman aquí en el estado de Oregon. Lo que hace más latente los deseos del regreso, de abrazar a los míos. He vivido con esa ilusión durante todos estos años, siempre esperando un cambio, un gesto de buena voluntad hacia los cubanos por parte del gobierno.

Además de la desesperanza de una Cuba mejor para los cubanos dentro y fuera de la Isla se suma el total alejamiento y las medidas adoptadas por parte del Gobierno de los Estados Unidos, el olvido y desinterés hacia la reunificación familiar entre ambas partes la permanencia de un embargo inútil por más de medio siglo que solo ha fortalecido y justificado al régimen de la Isla trayendo más miseria y éxodos masivos.

Los cubanos nos pasamos la vida esperando un cambio, cambios que tal vez ni tengan que ver con nosotros. Un cambio de Presidente en los Estados Unidos, relaciones diplomáticas entre terceros países, cambios en la política de la Unión Europea, cambios migratorios inacabados y ahora los cambios de la Constitución de la República donde por supuesto los desterrados no tendremos voz ni voto, a estas alturas no creo que ningún cubano de a pie lo tenga.

Y con todo este dolor y experiencia acumulados de una travesía inacabada e infeliz abren mi mente y me dan fuerzas una vez más las palabras de José Martí: Prefiero ser extranjero en otras patrias, a serlo en la mía. Jamás voy a envilecer mi alma pidiendo permiso para salir y mucho menos para entrar a mi patria.

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