Soy una seguidora del boxeo. No sé si por mi carácter combativo, porque soy de las que no se dejan meter el pie, o, sencillamente porque me agrada ver a dos gladiadores entregar el alma dando y recibiendo golpes. Es cierto que muchos opinan que es deshumano, pero a mí me encanta. (Claro, ¡entre varones!, valga la aclaración).
Pues bien, hoy he pasado un día muy feliz junto a una legendaria figura del viril deporte: el sub campeón olímpico y titular mundial de los 71 kilos, Rolando Garbey. Junto a su compañera de 5 décadas, Mirtha, en su acogedor hogar de la barriada capitalina de Miramar, conversé largo y tendido con el santiaguero de Los Olmos nacido hace 70 años.
“Cuatro hijos, siete nietos y una biznieta, italiana, rubia, de ojos verdes, hija de Meybi, mi nieta mayor, colman la alegría de Mirtha y yo, que como ves, vivimos bien, sin problemas, en la mayor paz y tranquilidad, algo que junto a la buena educación, recibí de mis padres Noelia y Arístides.”
Tú provienes de una familia eminentemente deportiva, empezando por Arístides, tu padre, que fue pelotero por los años 40 del pasado siglo.
“Pues sí, conocido por 'Albión' Garbey, mi papá jugó en ligas cubanas profesionales con equipos como Estrellas de Wilson y Malta Hatuey; mi hermana mayor, Marcia, fue una de las mejores saltadoras de longitud de su época: intervino en 3 Juegos Centrocaribeños, otros 3 Panamericanos y 2 Olímpicos.
“Mi hermano menor, Bárbaro, jugó con los Industriales y después fue campeón en la MLB con los Tigres de Detroit en 1986; por último, mi hijo más pequeño, Barbarito, también integró el elenco azul de la capital por 2 años y ahora vive en España trabajando en Correos.”
¿Y eso que a ti no te dio por el béisbol?
“¡Sí me dio! Como que empecé por la pelota mi vida deportiva, jugando en el terreno de los Olmos; pero un buen día, Obelio Wilson Grenot, 'el Pica', pasó por allí y me vio.
“Todos los muchachos del barrio estaban en el gimnasio de los Olmos y hasta allá me llevó el Pica, quien me dijo: 'Oye Mini (mi apodo), el único que falta por entrar al boxeo eres tú; deja la pelota que allí no vas a ser nadie.'
“Ya yo había competido en La Habana en la categoría 13-14 años; era segundo bate y torpedero; causamos buena impresión. A nuestro regreso a Santiago, el Pica me lleva al gimnasio, me pone los guantes y me sube al ring a darme piñazos con otro niño, 'porque lo primero que tiene que tener el boxeador es valentía, coraje; vaya, ser guapo.'”
¿Y qué hiciste?
“Enfrenté a Diógenes Deroncell, que ya era boxeador, y le dí un gancho al estómago y lo noqueé. Ahí mismo me incorporaron. No perdí hasta la séptima pelea, en la que Antonio Núñez me quitó el invicto. Esto fue en el club Naútico. Y parece que el Pica tenía razón porque tiempo después Rolando Garbey gana el Campeonato Nacional de segunda categoría en diciembre de 1963, con sólo 16 años.
“Esa competencia, efectuada en el Ateneo Aurelio Janet me abrió muchas puertas. Por el oro superé por puntos a Alfredo Aleye. A esas alturas, el profesor Alcides Sagarra hace la captación y me traen para La Habana, para la entonces Casa de los Atletas, en Miramar.
“Salía el equipo cubano de boxeo hacia los Juegos Olímpicos de Tokío 64, y yo fui integrado a la pre selección nacional. Ése es el momento que comienzo a vivir en la conocida finca, hoy convertida en la Escuela Nacional de Boxeo Urbeín Quesada: ¡mi casa! desde los 17 años.”
¿Hasta esa fecha qué entrenadores te habían aportado más?
“Bueno, primero el que me descubrió, el Pica y después Sarvelio Fuentes, quien después fuera el director técnico del elenco cubano de boxeo. Wilson me enseñó los fundamentos; Sarvelio me trae para La Habana. A ambos les debo mucho, sobre todo a enfrentar el ring sin miedo.”
Tu entrada en la Finca del Wajay es en 1964, ¿cuándo empiezas a competir internacionalmente?
“ En el 66 intervengo en mi primera gira por Europa. Específicamente compito en los tradicionales torneos del entonces campo socialista: la Copa Strandzha, en Bulgaria; la Copa Química de Halle, en la República Democrática Alemana; el Cinturón de Oro en Rumanía; el Ústí nad Labem en Checoslovaquia, así como el Ulán Bator de Mongolia; entre otros.
“Además, de los clásicos cubanos, el Nacional Playa Girón y el Internacional Giraldo Córdova Cardín, que en muchas ocasiones mostraban combates de altísimo nivel, que envidiaba cualquier otra nación.
“En todos gano y pierdo, pero sobre todo salgo airoso; primero, en la división de los 67 kilos y después en mis consagratorios 71, peso que me era fácil hacer; yo siempre regalé libras a la pesa.”
¿Por qué el ascenso de la división si siempre fuiste un welter natural?
“En 1967, en la gira europea, el dueño de la división, Jorge Luis 'Macuto' Martínez, pierde y lo enfrentan a mí en el histórico y lamentablemente desaparecido Ponce Carrasco de La Habana Vieja (allí combatieron Kid Chocolate, Baby Colón, Diego Sosa, Galvani ¡grandes de todos los tiempos!).
“En la pelea en cuestión, Macuto me noquea, pero no sé qué me vio Kurt Rosentri, técnico alemán que prestaba ayuda técnica al boxeo cubano, que le dice a Alcides: 'súbelo a los 71'.
“Ambos entrenadores empiezan a trabajar conmigo en pos de que yo coja libras para hacer el peso, pero jamás lo consiguieron. Alcides me daba de comer y comer hasta que llegué a los 67,2, que era el peso mínimo exigido para combatir en 71.
“Entonces celebraron una pelea a 5 rounds entre Macuto y yo, y le gané con lo que obtuve el puesto para el torneo boxístico de los Panamericanos de Winnipeg, y allí salgo airoso. ¡Fue mi primer gran triunfo internacional! De mis combates, gané dos por nocaut, incluido el de la medalla de oro sobre el fajador argentino Víctor Galindez.”
Hablando de grandes triunfos internacionales, ¿qué me dices de la medalla de plata en los Olímpicos de México 68?
“En México, el boxeo cubano ganó sus dos primeras medallas olímpicas, por intermedio de Enrique Regueiferos y yo. Estábamos muy bien. Habíamos tenido, los dos, buenas performances por Europa, y el premio se esperaba aunque algunos lo dudaban.
“¿Te hago una anécdota? El destacado periodista del periódico Granma, Manolo Cabalé, ya fallecido, analista de nuestro deporte, decía: 'Garbey es una incógnita'. Y así llegó México 68. Nunca olvidé esa frase.
“Para cualquier deportista ir a una Olimpíada es algo supremo; es la cumbre de todos los sueños. Para un chico humilde, santigüero, de 21 años, llegar a la final olímpica es la consagración.”
Apelando no sólo a la memoria de Garbey sino a estadísticas del viril deporte, el camino del cubano por tierras aztecas se traduce en victorias por RSC sobre el irlandés Frank McCusker; en cerrado pleito, 3-2, al alemán democrático Dieter Dahn; ya en cuartos de finales, Rolando se convierte en el primer cubano en asegurar una medalla olímpica en la historia de este deporte, al superar al británico Erwin Blake, quien recordó por mucho tiempo el KO recibido de los puños del antillano en el mismo round inicial. En semifinales derrotó al pegador estadounidense John Baldwin, 4 a 1, asegurando la plata; y por el oro cayó ante el super favorito soviético, Boris Lagutin, quien retuvo la corona conquistada 4 años atrás en Tokio. Ya eras el subcampeón olímpico.
Me imagino que tus sueños era tener un cuatrienio de oro rumbo a Münich 72.
“Sí. Comencé bien, en los Centrocaribes de Panamá 70 cuando derroto en la final al venezolano Alfredo Lemus, encarnizado contrario al que vencí en cinco ocasiones; un año después, en los Panamericanos de Cali, Colombia, lo vuelvo a superar.
“Sin embargo, cuando mejor estaba, en los Olímpicos de Münich, pierdo con el polaco Wieslaw Rudkows, en controvertida pelea 2-3 en cuartos de finales. O sea, me quedo fuera del podio. Nada, tenía que esperar el siguiente ciclo olímpico”.
¿Qué pasó en ese cuatrienio, último de tu vida activa?
“Volví a ganarle a Alfredo Lemus en la cita regional de Santiago de los Caballeros, República Dominicana 74; y en ese mismo año me corono en el primer Campeonato Mundial de Boxeo que tuvo por escenario el coliseo de la Ciudad Deportiva habanera.”
Me hace recordar Garbey aquella magna cita, en la cual Cuba ganó por países con cinco medallas de oro, una de plata y dos de bronce y 19 puntos en el cómputo final; seguida por la URSS y Estados Unidos, quienes vinieron con sus mejores hombres.
“Ese Mundial representó mucho para mí. Ganar el título en mi tierra, apoyado por miles de cubanos. Fue algo inolvidable, la presencia de Fidel; los triunfos de Jorgito Hernández, Douglas Rodríguez, Emilio Correa y el Teo (Stevenson) junto al mío. ¡Emocionante de verdad!”
¿Y qué pasó en 1975?
“Seguimos por los certámenes europeos y asistimos a los Panamericanos de México y, ¡adivina quién fue mi contrario por el cetro continental! El venezolano Lemus, al que volví a derrotar.
“Así llegó el 1976, año olímpico. Montreal me esperaba con los brazos abiertos. Soñaba con el título que me había sido esquivo en par de ocasiones. Debuté ganándole por nocaut al mongol Abashian Olzvoi; después otro KO, éste al representante de Islas Vírgenes Earl Liburd.
“En la tercera pelea, ya en cuartos de finales, me impuse por RSC, al finés Kalevi Kosumen; sin embargo, con el bronce asegurado, perdí por pasar a discutir la corona ante el yugoslavo Tadija Kačar, decisión 1-4. Terminaba mi carrera con 27 años; 14 de ellos dedicados en cuerpo y alma a la escuadra nacional. En 325 combates sólo recibí un KO y dos conteos. No fui púgil de recibir golpes. ¡Mírame el rostro!”
Y es cierto. Rolando Garbey a sus 70 años, pasa bien por un hombre de menor edad, sin arrugas, esbelto, delgado, sin marcas que lo afeen.
Eras un boxeador muy técnico; muchas veces ganador de esa distinción en certámenes importantes.
“Pues sí. Yo daba pero recibía poco. Mi combinación favorita: gancho con swing era demoledora.”
¿El retiro?
“Tras Montreal dejo el boxeo activo. Empiezo a trabajar como entrenador con le preselección nacional en 1978. A lo largo de una década, estuve como preparador, en prestación de servicios en Angola, Zimbawe, México y Venezuela.
“Me dan la tarea de buscar talentos y desarrollarlos en la antigua provincia de La Habana, en los municipios San Josè de las Lajas, Artemisa y Quivicán, y ya en 1990, me reincorporo en la Finca con los púgiles de la preselección hasta el presente.”
O sea, que de retiro nada. Ahora me dices que ya lo solicitaste, que quieres disfrutar esta edad placenteramente.
“Claro que sí. Espero que después de Barranquilla me den la jubilación que solicito desde comienzos de este año. Parece que soy muy bueno, pero no me llevaron a los Juegos Centroamericanos. Es que siempre van los mismos. Yo me siento bien, amo enseñar. Llego a la Finca a las cinco de la madrugada, pero las cosas que están pasando no me gustan”.
Cosas que no te gustan, ¿cómo cuáles?
“Para mí, los vientos que soplan no son muy favorables”.
El boxeo, tras la ida de grandes figuras, después del 2004, se ha ido recuperando; aunque es cierto que en los últimos tiempos ha habido algunos problemas y deserciones. Ahora mismo no hemos podido asistir a Barranquilla con equipo completo.
“La partida del doble titular olímpico Robeisy Ramírez y del campeón olímpico Joahnys Argilago (actualmente retenido en la frontera de Estados Unidos); la pérdida en la pesa del monarca del orbe y medallista olímpico Iosvany Veitía en el torneo eliminatorio para Barranquilla, son algunos hechos que indican que todo no va bien. El trabajo que se hace con ellos no está bien.
“Yo he entrenado a grandes como los posteriormente profesionales Guillermo Rogandeaux (doble monarca olímpico) y Luis Ortiz (ambos titulares mundiales en el boxeo rentado); Sixto Soria, Jesús Soyet. ¿Es justo que, con mi experiencia y cumplimiento de mi deber, no tenga a ninguna de las estrellas de la actualidad?”
¿A quienes entrenas en estos momentos?
“Al 69 kilos Alex Mitchel de Sancti Spíritus y al mosca cienfueguero Erislán Romero. Muchachos talentosos, de futuro. No lo dudo.
“Pero ahora llegan dos entrenadores nuevos al equipo: Julio Mena Junior y Víctor (no recuerdo su apellido, sé que viene de Guantánamo) y en lugar de comenzar por abajo, haciendo a sus boxeadores, les dan a Arlen López y Lázaro Álvarez, la crema de lo que tenemos, quitándoselos a preparadores experimentados como Enrique Steiner y Emiliano Chirino, respectivamente. ¿Es justo?”
¿Estás disgustado por eso?
“Por supuesto que sí. A mí me los dan para que yo los desarrolle y luego, me los quitan y se los dan a otro. ¿Por qué? Yo tenía a Antonio Bicet, un 69 kilos bueno y cuando empezó a brillar, me lo quitaron y se lo dieron a Emiliano.
“Como tampoco entiendo que antes, los de mi tiempo, que no teníamos nada, éramos disciplinados, cumplidores; y ahora, ¿qué? Tú has visto las condiciones inmejorables de aojamiento (parecen hoteles) que tienen, la alimentación balanceada y bien hecha; les dan autos, les pagan una buena dieta, tienen buenos sueldos, en las dos monedas. ¿Y?
“Mira, 36 son los púgiles que integran la preselección nacional. ¿A cuántos tú conoces? ¿Por qué siempre son los mismos y a los mismos hagan lo que hagan, se lo permiten todo?
“No es casual que los que hayan decidido partir, Robeisy y Argilago, así como Veitia y su indisciplina en la pesa (segunda vez que la comete y la sanción es dos años de separación del equipo) sean algunos de los que 'hacen lo que quieren'.
“¿Hay preferencias con algunos atletas? ¡Sí! ¿Hay preferencias con algunos entrenadores? ¡También! ¿Cómo teniendo donde escoger, siempre van los mismos? ¿Cuándo los demás se prueban? Son los de Raúl Fernández y Rolando Acebal (DT de la escudra nacional) los que siempre van.
“Te pongo un ejemplo para que no me mires con esa cara de duda, incrédula. A Frank Sánchez, el que comparte la división con Erislandy Savón, le dieron un chance y ganó su combate de la Serie Mundial. ¡Un combate! Y jamás volvió al cuadrilátero. ¿Qué pasó? ¡Nos abandonó! si era buenísimo y no lo dejaban pelear.
“Santiago Amador, dos veces campeón nacional de los 49, le ganaba a Argilago ¿y? Seguía siendo Argilagoel preferido. Amador está por Costa Rica. También se fue.
“¿Tú sabías que a Argilago le dieron un auto en diciembre, lo choca, lo vende, y sabiéndolo lo mandas a entrenar a México? ¿Tú sabías que Robeisy tiene una causa pendiente por una bronca fuera del ring, y también era nuestro representante para ir a Barranquilla?”
Como siempre les hago saber a mis lectores de CiberCuba: yo transmito o trato de transmitir los conceptos de mis entrevistados, sus opiniones, que pueden o no coincidir con las mías. Roibeisis fue a los Olímpicos de Río, con esa misma causa pendiente, ganó y regresó.
Recuerdo que cuando los Olímpicos de Sydney 2000, el profesor Alcides Sagarra dio un voto de confianza a Félix Savón, prácticamente en contra de la mayoría del cuerpo técnico que se inclinaba por Oblanier Solís, que le ganaba a Savón y mantenía la mejor forma física y competitiva. A Sydney fue Savón y conquistó su tercer oro olímpico. ¿Estuvo correcta la decisión, Solís hubiera ganado igualmente? Quizás.
“No es éste el caso. No es de un super atleta del que estamos hablando. A todos los grandes eventos van Acebal, Raúl y el comisionado Alberto Püig de la Barca. Los demás: ¿Jorge Hernández que ya se jubiló porque no podía con esto? Jorge Luis Hernández, Emiliano Chirino y Rolando Garbey, entre otros, ¿qué?
“Me llamaron para ir a un torneo nada menos que en Ulan Bator, Mongolia. 40 horas de espera en aeropuertos, las peores condiciones. 'Cojan, para que después no se quejen que no repartimos'. No, chica, no. Yo soy una leyenda del boxeo cubano; a mí, hay que respetarme. No soy segundo de nadie. Acepto lo malo pero que me den lo bueno.
“Yo estudié. Soy licenciado en el Instituto de Cultura Física y máster en la especialidad de boxeo.”
Calientica se me puso la entrevista del maestro de los ganchos y los swines; el boxeador que no se dejaba alcanzar; ése que nunca tuvo miedo de subirse a un ring y ahora, con 70 años, menos miedo tiene de decir su verdad. ¡Su verdad!
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