Como cada año ―entre los meses de abril a julio― miles de cangrejos hembras y machos migran desde el bosque hacia la costa en algunas zonas de Cuba para aparearse. A lo largo de todo el país, hay varios tramos de carreteras que resultan especialmente peligrosos para el tráfico y letal para los cangrejos, que mueren aplastados por los vehículos que transitan esas vías. De hecho los neumáticos de los choferes a menudo se dañan por el corte producido por las tenazas de los cangrejos, que son aplastados durante el peligroso peregrinaje.
Sucede en la carretera que une a las ciudades de Cienfuegos y Trinidad, también ocurre en Santiago de Cuba, en Guanahacabibes (al sur de Pinar del Río) o en la carretera de Playa Larga a Playa Girón (Matanzas), entre otras.
Los cangrejos realizan la peligrosa travesía fundamentalmente durante la mañana y luego por la tarde-noche para huir de las horas de más calor.
Aunque el cangrejo rojo vive en tierra, durante su ciclo reproductivo el macho se traslada al mar, donde primero se da un baño y luego sale para encontrar un área boscosa y aparearse con las hembras.
Construyen cuevas en la arena, las custodian con mucho celo, desovan y regresan después a sus lugares de origen, pero ya acompañados de sus crías.
Funcionarios del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente han explicado que una posible solución al gran peligro que supone la migración del cangrejo rojo cubano podría ser la construcción de conductos por debajo de la carretera, aunque no es un proyecto que de momento se esté llevando a cabo.
El cangrejo rojo no es comestible, en su caparazón acumula grandes cantidades de tungsteno, un metal pesado muy dañino para la salud.
No obstante, son víctimas de cazadores furtivos que los persiguen para elaborar con su hueva unas tortas nombradas “caro”, a las que se les atribuyen propiedades afrodisíacas.
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