El pasado 4 de abril la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) llegó a sus 56 años con muchísimas quejas por parte de sus miembros y rodeada de un descontento bastante perceptible.
Esta organización, creada en 1962 por Fidel Castro durante el Primer Congreso de la Asociación de Jóvenes Rebeldes, tenía el objetivo de agrupar a los jóvenes de la Isla para "contribuir a la educación comunista de las nuevas generaciones".
Pero la realidad hace mucho tiempo es otra: la incredulidad, la falta de confianza y el desinterés son cada día más evidentes entre los miembros de la organización.
En entrevistas realizadas por Cubanet en Santiago de Cuba, Juan Enrique Mendoza, ex militante y dirigente de la UJC, dijo que dejó de pertenecer a esta porque "lo que se profesaba estaba muy lejos de la realidad cubana. Era un fetiche".
Por su parte, el entrevistado César Asnel Castañeda dijo que "ya la gente se cansó de sus mentiras, ya nadie tiene confianza en lo que dicen".
Casi todos los entrevistados coinciden en que los únicos beneficiados en este tipo de organizaciones son sus dirigentes.
Es un hecho que ha mermado la cantidad de jóvenes miembros pertenecientes a la UJC. Según medios oficiales, de unos 600.000 integrantes en 2008, la cifra descendió a 300.000 en 2017.
La apatía de los cubanos por organizaciones que se crearon hace ya más de medio siglo y que han mostrado que no tienen capacidad para el cambio y la representación, es ya una realidad en el país.
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