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Málaga, 20 abr (EFE).- Gerardo Chijona ha presentado este viernes en el Festival de Málaga Los buenos demonios, un ejercicio de sinceridad que "abre una ventana para que los cubanos reflexionen sobre su realidad", según ha explicado el director mexicano afincado en Cuba en una rueda de prensa celebrada tras la proyección de la cinta.
Se trata de una película basada en la novela Algún demonio del también guionista de cine Alejandro Hernández, que inicialmente iba a convertir en filme un viejo amigo de Chijona, el guionista y director cubano Daniel Díaz Torres, que falleció en 2013 antes de conseguirlo.
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A pesar de que le daba un poco de miedo hacerlo, porque no era "su estilo", la amistad quiso que el mexicano firmase una cinta que ha resultado ser una reflexión sobre "el mundo de valores y ética de tres generaciones de cubanos" donde "no se juzga a nadie".
Chijona compareció acompañado del guionista Alejandro Hernández y de los actores Vladimir Cruz y Jesús Prieto, así como de los productores, el español José María Morales y Danilo León, nuevo responsable del Instituto Cubano del Arte e Industria del cine (ICAIC).
La cinta, que cierra hoy la Sección Oficial del Festival de cine en español de Málaga, es un repaso coral a cinco personajes "muy normales" de los que hoy pueblan Cuba y que referencian tres generaciones de cubanos que conviven en la Isla: los que aún creen en los valores de la revolución, la nueva clase emergente de propietarios de negocios y los que nacieron en el periodo especial.
"Cada cual tiene un concepto distinto de la moral, o ninguna moral, como Tito", el protagonista, hilo conductor de la película, asesino sin escrúpulos que simboliza esa nueva era que viene, explica Chijona.
Y en "este juego de apariencia y realidad", dice Chijona, "lo que hicimos fue buscar las sombras en los seres humanos y no en el entorno, por eso la película muestra esa Habana linda, luminosa, brillante, que dan ganas de estar en ella. No me gusta poner el discurso por delante de la historia, eso tiene que salir de los personajes", explica.
Alejandro Hernández reconoce que la novela tiene mucho de sí mismo; de hecho, el personaje de Vladimir Cruz está basado en su experiencia como soldado en Angola.
En uno de los momentos más duros de la película, Cruz, que es el dueño de un paladar moderno, trata de invitar a un viejo compañero de armas, jubilado, al que no alcanza todo su sueldo para pagar un plato.
"Se están convirtiendo en nuevos ricos, aunque yo creo que mi personaje es un superviviente, resuelve su vida lo mejor que puede, sin juzgar; esto es así", apunta Cruz sobre Rubén, su personaje.
Si acaso, añade Hernández, "debamos pensar hacia dónde vamos; es muy amargo que el heroísmo no sirva de nada, pero Rubén no tiene la culpa de que su compañero se quedase en la esquina de la vida".
Autor de comedias como Perfecto amor equivocado o Boleto al paraíso (2010), Chijona dice que él hace un cine más "de sentimientos" y por eso ésta "le ha costado un poco", a pesar de lo cual ha respetado el guión en su integridad.
Sólo ha cambiado el final, que deja abierto, y que en contra del final de la novela, que libera de culpa a Tito, le deja como criminal a los ojos de su madre.
"Si fuera un culebrón, tendría parte dos", se ha reído el veterano director, que ya anuncia su intención de rodar pronto "una comedia", para "desengrasar".
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