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Poco antes de que se presentara, en un programa de exhibición de Bailando en Cuba 2, una de las tres menguadas asociaciones orientales de Tumba francesa, el coreógrafo Roclan declaró que la tradición estaba muriendo. Antes había entrevistado, en Santiago de Cuba, a varios miembros de una de las dos sociedades que intentan insuflarle vida a una tradición casi extinta.
Tumba francesa se le llama a la música y la danza llevada al oriente de Cuba por los colonos franceses y sus esclavos haitianos desde finales del siglo XVIII, y por ello combina la música africana (incluidos ciertos movimientos y pasos ligados a las labores agrícolas vinculadas a la recolección y siembra del café) con los bailes franceses de salón como la contradanza.
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En la tumba francesa (la voz tumba es de origen congolés y significa fiesta) se pueden identificar cinco instrumentos musicales básicos (catá, redublé, el bula, la tamborita y el chachás) y cuatro modalidades diferentes de toque: el masón, el yubá, el fronté y la cinta, esta última solo bailada en Santiago de Cuba y que se ejecuta en derredor alrededor de un tronco del que cuelgan cintas de colores, principalmente rojo, azul y blanco.
A diferencia de otros bailes de origen africano, en la Tumba francesa el vestuario se distingue por las batas largas y los coloridos pañuelos, y tampoco faltan collares y abanicos. Los varones emplean camisas y pantalones blancos. La elegancia era fundamental en un baile que intentaba reproducir los salones europeos. Así, la principal sociedad surgió en 1862, y en 1905 adoptó el nombre de Sociedad de Tumba Francesa La Caridad de Oriente. Precisamente a este grupo se acercó el programa Bailando en Cuba 2.
La Tumba Francesa fue proclamada en 2003 en la Lista representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, y hasta hoy constituye un símbolo para los santiagueros y su identidad.
Recientemente hubo una exposición en el céntrico Parque Céspedes de Santiago de Cuba, para celebrar los 155 años de la Tumba Francesa La Caridad de Oriente. Pero hace falta algo más que premios y homenajes. Se impone restituir de algún modo este baile en el panorama cultural actual, e incentivar el gusto entre las nuevas generaciones.
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