Cuando Celia Cruz llegaba de un viaje, metía todos los papeles relacionados que traía consigo en unas cajas de plástico. Estos documentos luego eran archivados por dos hermanas portuguesas que trabajaban para ella, a las que llamaba cariñosamente "mis urracas". Las dos mujeres fueron rigurosas en su trabajo y por eso hoy se conservan muchos documentos de inmenso valor para el estudio de la vida de La Guarachera de Cuba.
Omer Pardillo, albacea universal de Celia Cruz, ha abierto los archivos de la artista al diario español El País, que ha confirmado que "La Reina de la Salsa" era una mujer muy organizada, que guardaba todos los documentos que tenían que ver con su vida y su carrera artística. Entre ellos está el primer pasaporte que se hizo la cantante en 1947 para viajar de La Habana a Caracas. En aquella fecha ya firmaba como Celia Cruz.
También conserva su carné de empleada del espectáculo El Caribe, programado en el Habana Hilton (Habana Libre), en 1959. Guarda además el salvoconducto de la Policía Nacional Revolucionaria con que salió de Cuba en 1961 junto a la Sonora Matancera.
La Reina de la Salsa conservaba además un carné de vacunación de Cuba, de 1959; una foto carnet dedicada a Pedro Knight y contratos desde los años 70. En alguno de ellos, Celia Cruz acordó que su nombre apareciera más grande que el del resto de los artistas.
La Reina de la Salsa guardaba hasta los recibos de las clases de inglés que recibió en 1972 en Nueva York, un préstamo bancario por 37.000 dólares y una carta a la actriz Whoopi Goldberg, comentándole que le gustaría que ésta la interpretara en una película.
Conservó además una carta del grupo Alpha 66, que avalaba su lucha por la democracia, para poder conseguir su permiso de residencia en los Estados Unidos.
Cuenta Omer Pardillo a El País, que Celia Cruz cada vez que iba a Madrid pasaba por la tumba de Lola Flores en el cementerio de La Almudena, y en una ocasión le metió por debajo del panteón un disco que se movió milagrosamente hasta caer justo debajo del nombre de La Faraona.
Las dos artistas habían sido muy amigas en vida de la diva española. Lola Flores sacaba a sus clientes del restaurante que tenía en Madrid, en los años 70, para que fueran a ver a Celia al cabaret donde ésta actuaba, cuando aún no había conseguido cautivar al público en España, que ella misma admitía que se le resistía.
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