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Y tiene un solo secreto: ofrecer a sus clientes el más puro sabor del mar. ¿Cómo hacerlo?, "solo existe una forma", asegura Cristóbal Elpidio Caballero Ortiz, dueño de esta paladar de Santiago de Cuba, y es "que los productos que vienen del mar tiene que estar bien frescos, no hay otra manera, y es lo que hago todos los días".
Desde la ciudad de Santiago de Cuba, a unos 14 kilómetros de distancia, llegan cada día una buena parte de la comunidad de italianos que viven en la urbe con el único propósito de degustar los manjares que este restaurante privado ofrece. Muchas veces ni se acercan al mar, solamente van a comer.
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El éxito de este sitio descansa en una esmerada rutina que religiosamente cumple Elpidio: cada mañana primero visita los pescadores de la zona a quien compra las delicias que sacan del mar y luego acude a los mercados de la ciudad de Santiago de Cuba donde adquiere vegetales frescos.
Muchos de los condimentos que usa los obtiene de la propia huerta que tiene en su patio porque "vas a una paladar en Santiago de Cuba y sí, muy linda, muy bien decorada, pero la comida no es sabrosa, en cambio yo todo lo obtengo lo más fresco posible, mi secreto es garantizar materias primas de calidad, que se sienta la tierra y el mar. Mi prioridad no es ofrecer un sitio de lujo, aunque sí agradable".
"Los clientes italianos prefieren los productos cocinados en la parrilla, al carbón, ya sea el pollo, las costillas de cerdo, el pescado, la langosta... aunque sienten predilección por el pescado y la pasta, por encima de todo ", asegura.
Cristóbal Elpidio Caballero Ortiz es un emprendedor privado cubano que admite haber "adaptado" su restaurante a las necesidades y exigencias de su principal mercado, la comunidad de italianos que han hecho de Santiago de Cuba una tierra dilecta, "de ellos hemos aprendido".
Todo comenzó en 1998 cuando a partir del contacto con amigos italianos y después al ofrecer servicios de alojamiento, poco a poco fue adentrándose en una cultura culinaria que gusta las pastas al dente y de las carnes asadas en cabrón.
"Poco a poco fui aprendiendo los platos que más gustan a los italianos, en el caso de la pasta tiene que ser al dente o no la consumen, te la dejan en el plato, las carnes al carbón, igual que el pescado, y la langosta enchilada o al carbón también, y eso me ha garantizado tener clientes que me han sido fieles hasta casi por 20 años... vivir en Siboney me ha permitido ofrecer justamente productos del mar como la principal oferta, o sea, saco ventajas de vivir aquí, si estuviera en la ciudad sería otra la historia", asegura.
La paladar Elpidio es un negocio familiar que involucra a su dueño, también a su hijo, especializado en la elaboración de los productos en la parrilla y a su esposa, quien ha dominado el arte de hacer y cocinar las pastas.
"No puede faltar el ajo, la pimienta y el limón, a veces usamos también romero. De amigos italianos aprendimos a cocinar y hacer las pastas, también la mariscada y un plato específico que se llama «filete a la oleana» que lleva queso parmesano, alcaparra, aceite de oliva, cebolla, ajo, tomates, entre otros ingredientes" acota Elpidio y sentencia "tratamos de satisfacer nuestros clientes, porque aquí el que llega, siempre repite".
Lujo no es lo que encontrará en esta paladar. No tiene un decorado que impresione, tampoco una idea sobre la cual gire todos los elementos vinculados a un buen servicio.
Con todo en regla, a Elpidio no le interesa resaltar demasiado. No tiene un cartel en la puerta que anuncia la existencia de una paladar, aunque todo el mundo en Siboney sabe quién es este hombre y la calidad de su restaurante privado.
Eso sí, Elpidio apuesta por el más sencillo y humilde de los secretos: que las personas coman algo sabroso y bien elaborado. Así de simple y sin muchas complicaciones, y hasta ahora, parece funcionar, y muy bien.
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