Este martes, 26 de septiembre, comenzó oficialmente la construcción de ocho prototipos del muro fronterizo prometido por el presidente Donald Trump, con el que pretende acabar con la inmigración ilegal por tierra a EE.UU.
La noticia fue anunciada por el Departamento de Interior, con un vídeo que publicó en su cuenta de Twitter.
Las excavadoras han comenzado a remover la tierra y las labores se está llevando a cabo en una zona deshabitada, en las inmediaciones del paso fronterizo de Otay Mesa, al este de Tijuana.
Cuatro de los prototipos serán de cemento y los otros cuatro de “otros materiales”. Los ocho prototipos tendrán entre 5,5 y 9,1 metros de altura y una longitud de 9 metros.
El presidente de EE.UU. ha destacado que la policía de fronteras recomienda que el muro permita la visibilidad hacia el otro lado, algo que es imprescindible para las tareas de vigilancia.
El Departamento de Interior espera que la construcción de los prototipos se concluya en el plazo de un mes.
La nota publicada afirma que “estarán diseñados para detener los cruces ilegales en el área en la que se han construido”.
Y añade, que estos prototipos se usarán como base para el “futuro estándar de diseño”, según vayan evolucionando las necesidades de la Policía de Fronteras.
El terreno escogido para estas pruebas iniciales es suelo federal ―una zona desértica en el lado estadounidense― y por ello no supone problemas de permisos y expropiaciones.
Sin embargo, más allá de los ocho prototipos que llevarán a cabo cuatro empresas diferentes (con el fin de obtener el jugoso contrato), lo cierto es que de momento no se ha solucionado la parte política, la financiera y las consecuencias internacionales e internas que la construcción del muro supone.
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