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Escrita en 1987, como una de sus últimas composiciones, El Chan Chan, es la más popular de las creadas por el trovador y guarachero Máximo Francisco Repilado Muñoz, más conocido como Compay Segundo, devenido estrella internacional justo en 1997, cuando cumplía noventa años.
El Chan Chan menciona en su primera estrofa cuatro localidades del este de Cuba, Alto Cedro, Marcané, Cueto y Mayarí, pertenecientes todas a la provincia de Holguín, pero en dirección al norte, hacia la Bahía de Nipe.
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Tal vez la explicación parezca, para los cubanos, un tanto gratuita o de sobra conocida, pero estoy seguro que se cuentan por miles quienes repiten la letra pegajosa e ignoran de qué habla el autor cuando canta, bajito, aquello de “De Alto Cedro voy para Marcané, llego a Cueto voy para Mayarí”.
Se cuentan por miles quienes repiten la letra pegajosa e ignoran de qué habla el autor cuando canta, bajito, aquello de “De Alto Cedro voy para Marcané, llego a Cueto voy para Mayarí”
Y precisamente se habla de un itinerario hacia el mar, porque El Chan Chan hace el cuento de una pareja, Juanica y Chan Chan, una mujer y un hombre que protagonizaron una suerte de leyenda rural que le contaron al artista cuando pequeño. Es por eso que la segunda estrofa está contada desde el punto de vista de Chan Chan y dice: “El cariño que te tengo/ Yo no lo puedo negar/ Se me sale la babita/ Yo no lo puedo evitar”.
El Chan Chan hace el cuento de una pareja, Juanica y Chan Chan, una mujer y un hombre que protagonizaron una suerte de leyenda rural que le contaron al artista cuando pequeño.
El tema es que Juanica y Chan Chan estaban construyendo una casa e iban al mar a buscar arena como material de construcción. Mientras Juanica sacudía el jibe, o tamizador de la arena, el movimiento de su cuerpo, hacia atrás y hacia, es el que le da pena a Chan Chan, su marido. Y en la tercera estrofa se describe la situación gráficamente: “Cuando Juanica y Chan Chan/ en el mar cernían arena/ como sacudía el jibe / A Chan Chan le daba pena”.
En el último verso, alguien, tal vez Juanica, que hasta ese momento no había tenido voz en el cuento, le pide a Chan Chan que le quite la paja del camino para que ella pueda sentarse en el tronco que ve, porque así no puede llegar. La insinuación sexual, típica de la guaracha cubana, está expresa de manera velada, pero bastante nítida: “Limpia el camino de pajas/ Que yo me quiero sentar/ En aquel tronco que veo/ Y así no puedo llegar”.
Todo ello se expresa con absoluta suavidad y delicadeza, nunca a la manera brutal de los actuales reguetones, y ese aire romántico, fue lo que confirió celebridad mundial a Compay Segundo, popular compositor e intérprete, capaz de tocar la guitarra, el tres cubano, el clarinete, la tumbadora y el bongó, y además inventó el armónico, un híbrido de siete cuerdas entre la guitarra española y el tres cubano.
Compay Segundo, popular compositor e intérprete, capaz de tocar la guitarra, el tres cubano, el clarinete, la tumbadora y el bongó; inventó, además, el armónico, un híbrido de siete cuerdas entre la guitarra española y el tres cubano
Comenzó su carrera musical muy joven cuando compuso sus primeras canciones y en los años treinta formó parte de diversas agrupaciones artísticas de Santiago como el Cuarteto de Trovadores Orientales y el Cuarteto Hatuey. Fundó en 1948 el legendario dúo Los Compadres.
En los últimos años de su vida, cercano a los cien años, actuó ante millones de espectadores y grabó nueve discos, gracias al éxito mundial del Buena Vista Social Club.
A pesar de todo, nunca pudo abandonar un escenario sin cantar el picaresco y romántico tema que convirtió a Juanica y Chan Chan en héroes de una cubanísima historia romántica, de trabajo y sacrificio, y también de sensualidad y hedonismo.
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