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Luego de estrenarse con el pie derecho en el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, y ganarse allí las simpatías del público, la prensa y de buena parte de los jurados colaterales, El techo anda de gira festivalera por pantallas de Norteamérica, pues se exhibirá, entre marzo y abril, en los festivales de cine latino de Chicago y San Diego, así como en el Havana Film Festival de Nueva York.
El techo, según ha declarado la directora en numerosas entrevistas, tiene que ver con la necesidad de los jóvenes cubanos de concretar ciertos sueños de prosperidad material y estabilidad emocional.
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Los tres jóvenes protagonistas están interpretados por muy jóvenes actores aprobados por la directora luego de una sesión de entrevistas y otra prueba de casting. Así fueron elegidos Enmanuel Galbán y Andrea Doimeadiós. La directora quería un actor negro, y le fue más difícil de encontrar, hasta que dio con Jonhatan Navarro, que estudia canto lírico y no es actor profesional.
Jonathan, o más bien su personaje, aporta ciertos elementos humorísticos a El techo, en tanto asegura que desciende de una familia siciliana que intenta encontrar para ver si mejora su situación. Mientras asciende en busca de su genealogía, colabora con sus amigos de la azotea abriendo un negocio de venta de pizzas, creado también con el objetivo de tratar de prosperar económicamente.
El techo expresa también una cierta fascinación de la autora por el universo de las azoteas habaneras, y lo asumió como un pie forzado, pues en ese espacio transcurre la mayor parte de la acción de una película que, a pesar de su apariencia sencilla y ligera, contiene una decidida reflexión sobre las circunstancias de depresión económica en la Cuba actual, y la falta de oportunidades laborales tentadoras para los jóvenes.
Mientras Patricia Ramos rodaba El techo, en las inmediaciones del barrio Cayo Hueso, exactamente en Neptuno, entre Soledad y Concordia, le llegaban los ecos de la filmación, también en Centro Habana, de Rápido y Furioso 8, pero como contraste, la suya es una producción de pequeño presupuesto, que pudo realizarse solo con la productora nicaragüense Mar y Cielo, y ciertos apoyos del ICAIC.
Luego de graduarse como filóloga, y luego como guionista en la Escuela Internacional de Cine y TV, en San Antonio de los Baños, Patricia Ramos realizó Na Na (2004), su primer corto de ficción, y luego vino El patio de mi casa, en 2007. Un año después hice un documental por encargo entre el Icaic y TVE sobre la relación entre la música y la religiosidad cubana.
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