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Quien visita hoy el Parque Baconao, de Santiago de Cuba, se encuentra con un paisaje olvidado por el olvido. Es casi como una escena de esas emblemáticas películas del género western, donde los lugareños se viran todos al mismo tiempo para observar al visitante osado que decide llegarse hasta sus predios, y donde el viento arrastra lo que dejaron atrás las personas.
Es la primera comparación que me viene a la mente cuando llegué a una de las instalaciones del parque infantil Sigua, y todos corrían con voz en cuello: “busquen la limonada que llegó gente”.
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El Parque Baconao es bien conocido por combinar atractivos naturales, biológicos y patrimoniales, sin embargo el que fue décadas atrás el estandarte del desarrollo turístico de la provincia, hoy no es más que una extraña mezcla entre las aspiraciones por el pasado, materializadas en los restos de instalaciones casi abandonadas o des-comercializadas; los recuerdos imprecisos y borrosos de las generaciones de santiagueros que superan los 30 años; y hoteles que confían en el cariño desbordado de visitantes foráneos enamorados de la antigua villa colonial y sus parajes más recónditos, que vuelven una y otra vez.
Claro, también están aquellos parajes que por alguna razón se resisten a ser tragados por la desmemoria, y son hoy oasis que atraen la mirada cariñosa de miles de personas cada año, entre ellos están la Playa Siboney, principal balneario del territorio, el Acuario Baconao, y la siempre agradable escalada a la Gran Piedra.
Sin embargo, mientras esa es mi modesta visión de uno de los lugares emblemáticos de Santiago de Cuba, aún con la misma belleza natural por explotar que años atrás, otra y muy distinta es la realidad que se vive hoy en la parte más cercana al Centro Histórico de la antigua villa colonial, perspectiva concomitante al desbordado ímpetu constructivo que ha tenido lugar durante los últimos años.
Nadie duda que hoy Santiago de Cuba apuesta por convertir su inmenso, colosal y enorme caudal patrimonial, histórico y cultural, y valen las redundancias, en el principal atractivo turístico. El tema está, entonces, en la puesta en valor de esas riquezas.
Al menos esa es la intención que parece emanar de los trabajos de numerosas instituciones, entre ellas la Oficina del Conservador de la Ciudad (OCC), que en las celebraciones por su 20 aniversario, que tendrá momento culminante en abril 2017, propone hacer un recuento de sus principales logros y perspectivas, que al fin y al cabo, son también las de una urbe que apuesta hoy por cambios más o menos significativos.
Historia reciente
Dejando a un lado la tradición de circunscribir las labores constructivas en fechas significativas, cierto es que en medio del aniversario 60 de los sucesos relacionados con el asalto al Cuartel Moncada, el escenario de la fortaleza militar y los demás cercanos recibieron un remozamiento con diferentes grados de profundidad.
Los antiguos terrenos donde años atrás reinaba las indisciplinas sociales, son hoy uno de los sitios con mayor calidad urbana, aunque a simple vista, y sin mucho esfuerzo, quedaron promesas por cumplir, como la apertura de los jardines de la antigua Clínica los Ángeles, y asperezas sin pulir, que se traducen en líneas rectas zigzagueantes y otros detalles.
Pero nadie duda que la llamada Área Monumental 26 de Julio sea uno de los sitios que bien pueden ser exhibidos al visitante.
Por ejemplo, una edificación militar, conocida como Cuartel de Caballerías José Gutiérrez de la Concha, se convirtió en la Galería Arte Soy, la única instalación de su tipo en la urbe destinada a la exposición de obras de gran formato. El propio Cuartel Moncada, donde radica uno de los museos más visitados del territorio y del país, también fue restaurado y enriqueció su colección.
El Parque-Biblioteca Abel Santamaría vio nacer un magnífico arbolado, y reforzó el concepto de ser esta área el pulmón verde del Centro Histórico.
También, con motivo del aniversario 55 de la proclamación del triunfo de enero del 59, en el escenario donde Fidel hizo la famosa alocución, varias edificaciones fueron restauradas. Una de ellas fue la Casa de Diego Velázquez –considerada la casa más antigua de Cuba y según algunos también de América–, además del Hotel Casa Granda, uno de los preferidos por turistas internacionales y entre los más viejos de la urbe.
Pero, sin dudas, una de las labores en este sitio que más asombro ha causado es la restauración de la primera catedral de Cuba y mayor edificio de madera del país, la Santa Basílica Metropolitana Iglesia Catedral de Santiago de Cuba, que dotó al inmueble de un elegante color gris, mezclado con blanco, convirtiéndolo en el que quizás sea la edificación más fotografiada y admirada del territorio, ahora con uno de los mejores miradores de la urbe.
Para muchos la coronación del ímpetu constructivo fue el jolgorio por el medio milenio de fundada la ciudad, celebración realizada en julio de 2015 y que continúa hasta ese mismo mes pero de 2016. Asociados a esa fiesta son algunos de los nuevos atractivos de la urbe, inaugurados para esa ocasión o iniciados también en esas fechas, que son las llamadas obras de continuidad.
El cambio de pavimentación de la famosa, céntrica y populosa calle Las Enramadas –ahora llamada Corredor Patrimonial Las Enramadas–, los trabajos de reanimación del actual parque de los Sueños –que agrupa al Zoológico y los parques de Diversiones y el Histórico de San Juan y Árbol de la Paz–, además de la que quizás sea la obra más agradecida por los santiagueros, su malecón, son solo algunas de las iniciativas.
No hay que olvidar los proyectos con el sector privado que también reaniman el Centro Histórico, como son el Jardín del Espíritu Santo y la Fabada de Marieta, ideas impensables en otros tiempos y que hoy son una realidad en la urbe.
Anuncios de nuevos atractivos
Sin dudas lo más atractivo es incluir el Centro Histórico de la ciudad de Santiago de Cuba, declarado Monumento Nacional en 1978, en la lista indicativa del Patrimonio de la Humanidad, y la OCC se ha comprometido a enviar este año el expediente que contiene los elementos a considerar.
Entre las cartas de triunfo está que la parte más antigua de la urbe agrupa varios inmuebles de valor arquitectónico, histórico y cultural, además de entornos con altos atractivos patrimoniales, como son el Parque Céspedes –corazón de la urbe–, y la Plaza de Marte, considerada la “puerta” y dentro de las más rejuvenecidas en los últimos años. De interés son, además, los tres grupos centenarios portadores de tradiciones que acoge: El Cabildo Carabalí Izuama, El Cabildo Carabalí Olugo y la Tumba Francesa la Caridad de Oriente, esta última Patrimonio de la Humanidad desde el año 2003.
La propia OCC, en la voz de su máximo representante, el Arquitecto y Máster en Ciencias Omar López Rodríguez, dijo en conferencia de prensa que también aspiran a abrir un Museo de Arqueología para que quienes visiten la provincia puedan apreciar ese tipo riqueza cultural.
Rodríguez, quien es además Premio Nacional de Arquitectura 2001, acotó que sus especialistas continúan trabajando en la localidad de El Cobre, donde hace cuatro años fueron declarados Monumento Nacional, el Paisaje Cultural y los caminos de la imagen de la Virgen de la Caridad, pues tienen la idea de que este también sea incluido en la lista indicativa del Patrimonio de la Humanidad.
Aseguró que hoy ese paisaje debe ser reanimado pues no solo se trata del santuario, sino que están, además, el mismo poblado, su gente, la laguna azul que es una antigua mina, el Monumento al Cimarrón, que es un excelente mirador, y otros atractivos que necesitan ser justipreciados mejor.
Casi llegando a La Alameda se encuentra un interesante proyecto, conocido entre los especialistas santiagueros del patrimonio y la conservación como los Almacenes Art Deco, y no son más que una copia de los llamados Almacenes San José, en La Habana, donde se agrupan los vendedores de artesanías y otros artículos similares.
Sin embargo, a la par que se proyecta el desarrollo en la ciudad de ambientes urbanos bien definidos por sus atractivos, en ocasiones se olvida el fondo habitacional que también forma parte de las singularidades de la urbe, porque somos testigos de cómo cada día el acogedor color rojo de las tejas francesas y criollas cede terreno ante el impetuoso gris de los techos de placa y zinc galvanizado, con lo que se reconfigura las visuales de la antigua villa colonial que pierde sus atractivos de mirador.
Tareas pendientes
Quizás el producto turístico más importante de Santiago de Cuba es, precisamente, el propio santiaguero, y en ocasiones parece ser olvidado.
Las calles de la urbe, esas que como Las Enramadas –o Corredor Patrimonial Las Enramadas– exhiben en la actualidad nuevos y mejorados rostros, adolecen de ver más las autóctonas muestras de la cultura popular, y enfatizo en el término autóctono.
La que es conocida por muchos como la Capital Cubana de la Música prefiere exhibir, no pocas veces, el vilipendiado reggaetón en enormes pantallas digitales y no los más universales sonidos de la trova o el bolero, géneros acunados en la tierra caliente; o las más bizarras coreografías, acompañadas de estridentes ritmos, cuando el turista agradece, incluso más que el nacional, las muestras de danzón, contradanza o rumba.
No creo que el foráneo que llegue a tierras santiagueras, que bien podría ser a cualquier provincia, busque los encantos de la arquitectura del Parque Céspedes, que al fin y al cabo, este espacio público es muy parecido a todas las plazas principales de todas las antiguas villas coloniales españolas fundadas en América.
Ellos, a mi juicio, esperan hallar esas expresiones culturales identitarias que singularizan cada región, y en especial, la forma de vida del santiaguero.
Santiago es una de las regiones culturales más antiguas de Cuba, que se diferencia de otras y es atractiva por su historia, sus características naturales, cultura y tradiciones, que han contribuido a la formación y consolidación de la cultura e identidad nacionales.
Se evidencia en importantes eventos culturales, como los festivales de la Trova o del Son, pero estos necesitan sentirse más en las calles, al alcance del pueblo.
Santiago de Cuba puede promocionarse como una ciudad cultural, pero aún falta un largo camino. Los atractivos ya están definidos hace mucho tiempo, otros han sido creados a la luz de los nuevos tiempos, pero quizás resta la puesta en valor de algunos de ellos, y me refiero a infraestructura, y eso necesita recursos materiales y económicos, para no dejarle el desarrollo del turismo de ciudad a la suerte de la espontaneidad.
Imágenes de José Roberto Loo Vázquez
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