El ilustre ingeniero cubano Francisco de Albear y Fernández de Lara es la figura cumbre de la ingeniería cubana del siglo XIX y se encuentra entre los más destacados de todos los tiempos.
Nació en Cuba en 1816. Dedicó su vida a dotar de agua potable a la ciudad de La Habana y, aunque el acueducto que hoy lleva su nombre bastaría para inmortalizarlo,
construyó también numerosas obras como el asilo de mendigos anexo a la Casa de Beneficencia, el Puente Alcoy, el de Diego Velázquez sobre el arroyo Mordazo y el Bailén sobre el río San Juan en Matanzas.
Fue el autor de un excelente plano de la ciudad de La Habana, además construyó faros, caminos, muelles, fuentes, obras militares y desecó pantanos.
Albear no tuvo la dicha de ver terminado, en 1893, el acueducto en todo su caudal, pues falleció en 1887. El acueducto satisfizo la demanda de 200 mil habitantes que
tenía para entonces la ciudad, y aún hoy, más de 120 años después, surte la quinta parte del agua que consume La Habana.
Poco días después de su fallecimiento, el Ayuntamiento de La Habana acordó dar el nombre de canal de Albear al canal de Vento y el 3 de agosto de 1891 se acordó
erigirle una estatua en el Cementerio, pero después se decidió montarla en la pequeña plazoleta comprendida entre las calles Monserrate, Bernaza, Obispo y O'Reilly,
dándole al mismo tiempo su nombre al parquecito.
El monumento fue obra del escultor cubano José Villalta de Saavedra y se inauguró el 15 de marzo de 1895.
Lamentablemente, en estos momentos la fuente que rodea al monumento contiene solo agua estancada y desechos sólidos de todo tipo.
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