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Lo nuevo de Arrufat y recuerdos del ostracismo

Reverenciado como uno de los grandes escritores cubanos vivos, Antón Arrufat celebrará sus 80 años como mejor sabe hacerlo: escribiendo, publicando.


Este artículo es de hace 8 años

Rendido adorador de la literatura, que es su diosa; influido ética y estéticamente sobre todo por Virgilio Piñera y José Lezama Lima; Antón Arrufat celebra imperturbable sus ochenta años, y sigue escribiendo sin parar. Semejante actividad debe sorprenderle a quienes fabricaron un incidente político en su contra en el Premio UNEAC de Teatro 1968, conferido al dramaturgo, y escritor, por Los siete contra Tebas. El "incidente" condenó al ostracismo al escritor durante más de una década bajo el pretexto de que se manipulaba la tragedia griega para presentar tendencias supuestamente contrarrevolucionarias.

En una reciente entrevista con Omar Valiño, en el periódico Juventud Rebelde, Antón Arrufat aseguró con sorna que “desgraciadamente, para quienes crearon ese incidente, seguí escribiendo”, porque tanto la controvertida obra como su autor fueron demonizados a finales de los años sesenta, y la obra solo se representó el 20 de octubre de 2007, casi cuarenta años después de concebida. Solo entonces fue exonerada de toda posible “culpa” por las autoridades culturales de la Isla.

Si algo tiene de subversivo Los siete contra Tebas, tal vez sea su diatriba contra el poder divisionista, soberbio, demagógico y autoritario, y su defesa de la paz armónica, de trabajo y reconciliación nacional. Pero tal vez, a finales de los años sesenta, y principios de los setenta, el ambiente sociocultural cubano se había dogmatizado a un punto que resultaba imposible comprender semejantes apuestas de Arrufat.

Lo cierto es que en los años setenta, es escritor cayó en desgracia, y fue borrado, ignorado, al igual que sus ídolos literarios tutelares, Virgilio y Lezama, quienes constituyeron paradigmas “tanto en la escritura como en cuanto al compromiso del escritor con la sociedad”, dijo Arrufat en la entrevista citada, y añadió más adelante: “Aprendí de Piñera a no comprometerme en falso, a decir lo que pensaba y pienso. A no aceptar falsos compromisos. De Lezama, a decirlo lo más hermosa y auténticamente posible. ¿No son por esto verdaderas figuras tutelares? En segundo lugar, sus poéticas, muy diferentes y diversas, incluso contradictorias, inauguran un campo de posibilidades para la literatura nacional, no solamente para seguirlas, también para negarlas”.

Los difíciles tiempos de Los siete contra Tebas, y su conocimiento iniciático de Virgilio y Lezama, forman parte del pasado de un escritor muy premiado y elogiado luego de su "resurrección" en los años ochenta, pero que dista del acomodamiento a la sombra de sus laureles, y que tampoco se caracteriza por vivir quejándose de las persecuciones padecidas en otra época. Arrufat se encuentra actualmente en plena faena creativa.

A propósito de sus ochenta años aparecerán varios libros nuevos: La ciudad que heredamos, que cuenta el modo en que dos provincianos, abuelo y nieto, se aplatanan en la capital del país, y una recopilación realizada por Cristian Frías, El convidado del juicio, con numerosos ensayos no recogidos hasta ahora en libro y una larga entrevista que les sirve de conexión.

Además del libro de poesía Vías de extinción (Premio Nicolás Guillén 2013) que circuló desde finales de 2014, y las novedades La ciudad que heredamos y El convidado del juicio, aparecerá también una selección de críticas acerca de la obra literaria de Arrufat. La selección la realiza Cira Romero e incluye 60 trabajos y más de 400 páginas. “Delicioso licor para mis fans y puro vinagre para aquellos que no me soportan”, dijo el escritor sobre esta selección de análisis y elogios.

Premio Nacional de Literatura, con más de 22 libros publicados, Antón Arrufat está muy preocupado en estos días por cómo quedarán sus nuevas obras, porque, de acuerdo con sus declaraciones al televisivo Noticiero Cultural “escribir es como una aventura, es como si no tuviera pasado, porque no es bueno creerse que ya llegaste adonde debías llegar; hay que aspirar a ser nuevo cada día. La literatura es mi diosa, mi altar, y no estoy hablando del libro accesible, de fácil lectura. Aspiro a escribir siempre lo mejor que pueda, aunque no se venda. O se vendan solamente los 300 ejemplares que siempre se vende. Confío en ese grupo de 300 lectores. No necesito más”.

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Joel del Río

Joel del Río. Periodista, crítico de arte y profesor. Trabaja como redactor de prensa en el ICAIC. Colabora en temas culturales con algunos de los principales medios en Cuba. Ha sido profesor en la FAMCA y la EICTV, de historia del cine y géneros cinematográficos.

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Joel del Río

Joel del Río. Periodista, crítico de arte y profesor. Trabaja como redactor de prensa en el ICAIC. Colabora en temas culturales con algunos de los principales medios en Cuba. Ha sido profesor en la FAMCA y la EICTV, de historia del cine y géneros cinematográficos.