No es de las típicas playas de agua cristalina y arenas blancas que salen en las postales sobre Cuba, sino más bien lo contrario, se encuentra casi totalmente cubierta con hormigón (pues es también una especie de parque) y dientes de perro. No obstante, este rinconcito en el litoral norte habanero ofrece una de las mejores vistas del atardecer en la capital y es visitado por decenas de personas diariamente. Allí las familias y los jóvenes confluyen para refrescar el calor, poner música, reunirse en grupo y charlar.