El hotel Torre K-23, ubicado en la intersección de las calles 23 y K, frente a la heladería Coppelia en El Vedado, sigue generando intensas críticas mientras se concluye su construcción.
Los transeúntes ya pueden ver su entrada principal, de donde quitaron los andamios en los últimos días.
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Sin embargo, esta obra gigantesca enclavada en una ciudad que cada vez está más depauperada, ya ha sido rebautizada por los cubanos como el "Mirador de la Miseria".
Con 154 metros de altura y 42 pisos que albergan 565 habitaciones de categoría cinco estrellas, el hotel será gestionado por la compañía española Iberostar.
Este proyecto, financiado con capital totalmente cubano, ha enfrentado numerosos desafíos desde que comenzó su ejecución en 2018, inicialmente planificada para concluir en 2022.
Expertos como el arquitecto cubano Maurys Alfonso Risco han cuestionado el diseño del edificio, calificándolo como un "puñal en el paisaje de La Habana". En su opinión, la estructura carece de elementos que respeten las regulaciones urbanísticas del Vedado y genera inconvenientes para sus vecinos.
“El diseño es trasnochado, con fachadas tecnológicas pero sin gracia, que incumplen principios básicos de nuestra arquitectura tropical, como el uso de terrazas cubiertas, aleros o persianas para protección solar”, señaló Alfonso.
También destacó que los reflejos del vidrio en las horas pico dificultan la visibilidad de los semáforos, un problema que afecta a los conductores.
Otro aspecto polémico es su impacto en el skyline de la ciudad. “Es más alta que el obelisco a José Martí, algo que nunca debió permitirse. Si se hubiera construido en una zona baja de La Rampa, sería menos agresiva para la imagen urbana”, añadió el arquitecto.
En plataformas como Facebook, la Torre K-23 ha sido objeto de numerosas críticas y humorísticos rebautizos por parte de los cubanos. Entre los nombres propuestos figuran: “El Mirador de la Miseria”, “La Torre de Mordor”, “El Catafalco” y “Gran Hotel que Nadie Pidió”.
La mayoría de las propuestas reflejan el descontento popular, y destacan la disparidad entre la imponente edificación y las necesidades básicas insatisfechas de la población.
Además de las críticas arquitectónicas, el hotel ha sido señalado como un ejemplo de las prioridades gubernamentales que muchos consideran desatinadas en un contexto de crisis energética y carencias en sectores esenciales. “Es un edificio que no representa las necesidades del pueblo, sino el contraste entre el lujo y la realidad cotidiana de los cubanos”, expresó un usuario en redes sociales.
El régimen cubano no ha confirmado la fecha de la inauguración del hotel, que había sido reprogramada para este 2024.
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