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Cada mañana, al amanecer, Rodobaldo Ramos Hernández inicia su jornada en un pequeño parque infantil de la demarcación Abel Santamaría, en Isla de la Juventud, donde hace tres meses asumió la tarea de mantener limpio, ordenado y funcional este espacio, que se encontraba en evidente abandono.
Isla Visión, en su perfil de Facebook, destacó la historia de Ramos, conocido como “el taxista”, y su labor de mantener impecable la higiene del parque y reparar algunos columpios, pese al deterioro de los equipos de diversión.
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Con 42 años de experiencia como chofer en la UEB Cubataxi, este hombre decidió buscar una nueva ocupación tras jubilarse: “Sentía que aún podía ser útil y aportar algo”, comentó.
Recordó cómo, al pasar con frecuencia frente al parque cercano a su vivienda, le inquietaba el descuido en el que se encontraba, por eso se informó sobre las plazas disponibles en la Empresa de Comunales y consiguió el puesto, convencido de que podía marcar una diferencia.
“Lo primero que hice fue limpiar toda la parte exterior, que era prácticamente un microvertedero, y luego me dediqué al interior”, contó.
Señaló que también tomó medidas para proteger el espacio: colocó un candado en la entrada para evitar que personas ajenas al horario establecido causaran daños a los equipos.
“El taxista” no solo cuida el parque, sino que también coordina con los niños de la zona: “A los más grandes les pedí que me ayudaran a vigilar el lugar cuando tengo que salir. Eso ha funcionado bien”, dice mientras acomoda su gorra con el logo de Cubataxi, un recuerdo que conserva con orgullo de su vida pasada.
Pese a las limitaciones, tiene grandes sueños para el parque: “Mi mayor deseo es verlo restaurado, con nuevos equipos y lleno de niños jugando felices”, comentó a Isla Visión.
Es consciente de las dificultades económicas, pero está convencido de que, con el apoyo de la UEB Talleres, las instituciones locales, los vecinos y la Empresa de Comunales, es posible devolverle al parque su antigua vitalidad: “Sé que no es fácil, pero si se quiere, se puede”, afirmó.
Para “el taxista”, más que un trabajo, este esfuerzo representa una misión personal: “Me siento orgulloso de ser útil y de trabajar en un espacio que es para los niños, para ‘los que saben querer y son la esperanza del mundo’”.
Además, confesó que su mayor satisfacción sería ver a los pequeños correteando y disfrutando de un parque renovado, mientras él puede decir con orgullo que fue parte del cambio.
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