El humorista Mario Ramil, residente en Miami, compartió un simpático video de cómo se divierte un padre cubano cuando va de visita a Disney World.
Mario, con el apoyo de su familia, protagonizó una serie de situaciones que arrancaron las carcajadas a muchos de sus seguidores en Instagram.
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Desde el momento en que cruzaron la entrada del parque, el cubano mostró su peculiar estilo, llamando la atención de todos con sus costumbres únicas, su manera de mover los brazos, de hablar, de comunicarse con su familia y de inventarse historias en las charlas con los amigos.
Nada más llegar, cualquier animal que encontraban, ya fuera un pato, una ardilla o incluso los famosos ratones de Disney, el cubano les hacía su conocido llamado: "¡Misu, misu, misu!".
Las niñas, avergonzadas por los clásicos regaños de un padre cubano, intentaban divertirse por su cuenta y no podían contener las risas ante las miradas curiosas de otros visitantes.
El paseo por el parque no fue fácil. Después de varias horas de caminar, el cubano sentía los efectos de tanto trajín: "¡Ay, se me están pelando los muslos!", exclamaba Mario.
El calor de Florida no fue un problema para este ingenioso padre. Armado con una botella de agua, no dudaba en echarles un chorro en la cabeza a las hijas para refrescarlas. "¡Ven pa'ca, mija, toma agua, refréscate que hace calor!".
En cuanto a las filas interminables para las atracciones, no había quien se colara delante de ellos. Con determinación y un poco de “cubaneo”, mantenían su lugar firme en la cola.
La parte gastronómica de la visita también tiene siempre su toque especial. En cada restaurante, no faltaba la petición de un pancito: "¿Podría traernos pan, por favor?".
Y en las cafeterías, el padre cubano estaba en busca de un buen cafecito, o como dicen ellos, "una colada", para recuperar energías antes de seguir explorando el parque.
Fieles a su reputación, los buenos padres cubanos evitaban gastar en las fotos de recuerdo que ofrecían en el parque. En la tienda de souvenir, siempre hay que comprobar los precios antes de llevarse un regalo a casa.
Al final del día, aunque agotados, el cubano y su familia marchan del parque con un montón de historias divertidas que contar y, por supuesto, recuerdos inolvidables de su visita a Disney World.
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