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El verano saturniano de 1989 franqueó las puertas del hasta entonces acorazado Ministerio del Interior (MININT) al general de ejército Raúl Castro Ruz, que apostó por el "desequilibrio", como pronosticó el comandante Manuel Barbarroja Piñeiro Losada, que asistió impávido al destrozo primero de la Dirección General de Inteligencia (DGI) y la muerte lo salvó de asistir al desguazamiento de la Contrainteligencia.
CiberCuba ha hablado; en los últimos meses con oficiales del MININT en activo; provenientes de las FAR, y jubilados, para averiguar qué ha pasado en la CI durante la colonización raulista y estas son sus experiencias.
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Se impuso -en los órganos operativos- una visión de trabajo basado en "una excesiva paranoia, más hacia lo interno del organismo, que hacia lo externo, ponderando más controles al trabajo administrativo, que se sobresaturó por tener que reclutar masivamente en detrimento de la calidad de agentes y fuentes.
Este nuevo estilo -importado de la CIM- mermó "ostensiblemente" las posibilidades para descubrir, prevenir o cortar, las acciones contra nuestro sistema socialista: agravándose por día; hasta la debacle actual; como evidenció el 11J, que no fuimos capaces de prever.
Los oficiales de la CI empezaron a sentir un "acelerado desgaste psicológico" porque -mes tras mes- estuvieron sometidos a estrictos controles de la jefatura, teniendo que dedicar extensas horas a la actualización de montañas de papeles, generando la solución del corta y pega para todo, como forma de terminar rápido y cumplir las metas operativas.
Por ejemplo, las evaluaciones que se hacían sobre el resultado del trabajo anual con un Agente de penetración eran idénticas a la de otros agentes, incluso de otras categorías, ya fueran de Observación o Influencia.
Este fraude, todavía se mantiene y afecta a otras tareas como planes de reclutamiento, trabajo operativo, comprobación, enlace y preparación porque lo importante es tener la documentación “actualizada”. Por tanto, cumplimos la tarea, pero no el objetivo.
En 2003, el ministro, general de cuerpo de ejército, Abelardo Furry Colomé Ibarra, dictó la Orden 21, con nuevas normas para el trabajo operativo secreto -tanto para la CI como el DTI- tratando de "simplificar al máximo" la carga que implica la documentación administrativa; pero ya la "cagazón era demasiada, y de ella no hemos salido ni creo que lo conseguirán los que lleguen porque su preparación es muy deficiente".
Tampoco han faltado inventos, presentados como novedad a la oficialidad; cuando solo se trata de imitaciones de servicios operativos occidentales, incluida la Inteligencia, creando la figura del Activo y eliminando las tradicionales de Agentes de observación, influencia y combate.
La CI y DI consideran Activo a una "fuente secreta que se recluta sin mucho proceso de comprobación, que no implica una abultada documentación y que demuestra, ante todo, cualidades de revolucionario y de fidelidad a Raúl".
Como documentación secreta, que haga constar su pertenencia a la CI basta una hoja con escasos datos. "Se fueron al carajo las comprobaciones de las posibilidades operativas objetivas y subjetivas de cada agente y, lejos de contribuir a mejorar la eficacia operativa, solo profundizó el caos anterior".
Oficiales y jefes intermedios, obligados a mantener una extensa e improductiva red de agentes -como falso índice de eficiencia- vieron la posibilidad de deshacerse de ella, cambiando a la categoría de Activos a todos esos agentes que no les servían para nada.
Nos quitamos de arriba parte de la documentación, pero no a la persona inservible para este trabajo, a la cual tenemos que atender obligadamente de forma mensual, sólo para ¡enterarnos! que el jefe de tal entidad es un descarao, que el picadillo de soya vino ácido o que la gente dice que no aguanta más.
"Para saber estas cosas, no hay que hacer trabajo operativo secreto. Pero eso engrosa las tan añoradas y mentirosas estadísticas, con muchos números que no aportan nada; aunque para los mandos superiores "mantener e incrementar la red de colaboradores secretos es indicador de trabajo en ascenso y recompensas".
Este estilo -repetido año tras año- imponen a los oficiales operativos planes de reclutamiento; "con los que muchos no estamos de acuerdo, pese a no podemos oponernos; aunque nos disgusta y convierte nuestro trabajo en inefectivo".
Los jefes lo saben, pero ellos quieren seguir ascendiendo y mejorando materialmente sus vidas; y "han impuesto la negociación; o sea, te apruebo la baja de este Activo, solo si reclutas otro", sin importarles requisitos; pues "necesitan" no informar al Alto Mando de decrecimiento de las redes secretas.
Con este truco, se van al carajo la ciencia y el arte de la contrainteligencia que -en nuestro caso- obvia la obligatoriedad de entrevistarnos con Activos en casas de contacto; aunque debo reconocer que "cada día es más difícil conseguirlas por la pérdida de apoyo popular al sistema político y al gobierno".
¿Qué hemos tenido que hacer?, entrevistarnos con nuestros Activos, a plena luz del día, en un parque, una oficina pública, y hasta en sus casas; generando un clima de desconfianza con ellos, al comprobar que no se les cuida, que siempre fue "compromiso ineludible" en el trabajo secreto.
No todos, pero al sentirse desprotegidos, "muchos Activos tiran a mondongo las indicaciones recibidas de sus oficiales, pues no quieren seguir corriendo riesgos".
Y hemos tenido que tratar de salvar su desconfianza; haciéndoles creer que es un Agente de penetración con una "importante" tarea para enfrentar al enemigo, autoengañándonos, porque todos sabemos, incluidos el Activo y nuestros jefes, que "su tarea como colaborador secreto, lejos de ayudar a mejorar la situación de Cuba, está realmente contribuyendo a que se profundicen nuestras penurias, padecimientos y eterna mala vida".
Recientemente, CiberCuba afloró la bronca en el MININT por el previsto desmantelamiento del Sistema Territorial de Descubrimiento (STD), que se llevó por delante al coronel Alejandro Mateu Alfonso.
Previamente, informamos a nuestros lectores sobre el malestar en el G-2 y las numerosas peticiones de bajas de oficiales descontentos, que han llegado a reclamar respeto a sus derechos humanos en la propia web del Ministerio del Interior.
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