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La selección de Croacia derrotó dos goles por uno a su similar de Marruecos y volvió a tener lugar en el podio de la Copa del Mundo, tras el segundo puesto de hace cuatro años y el bronce conseguido en la edición de Francia 1998.
Suele decirse que el partido por el tercer lugar es el que nadie quiere dirimir, pero lo cierto es que se trata de choques divertidos donde el miedo a perder se reduce y los equipos sueltan las amarras.
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Croacia y Marruecos lo corroboraron a tal punto que el encuentro de fase de grupos entre ambas escuadras había terminado sin goles, y hoy apenas se habían jugado diez minutos y ya la pizarra exhibía par de dianas.
Desde el mismo comienzo se supo que habría acción abundante. Bono estuvo a punto de protagonizar el blooper del Mundial cuando casi mete un gol en propia puerta tras ceder el balón a un compañero. Se jugaba a un ritmo alto, y apenas al minuto siete el laboratorio croata rindió frutos.
Todo partió de una falta central. Lovro Majer puso la pelota en la testa de Ivan Perisic y éste prolongó al punto de penalti para la entrada en palomita de Josko Gvardiol, el mismo jugador martirizado días atrás por Lionel Messi.
Marruecos apenas demoró dos minutos para contestar a través de otra jugada a balón parado y también gracias a la cabeza de un zaguero. En este caso, Achraf Dari irrumpió en el área chica y golpeó con acierto el cobro lateral de Hakim Ziyech.
La diversión estaba asegurada, y al poco rato Bono tuvo que despejar el disparo de zurda de un Modric que quería celebrar con bombos y platillos su último baile mundialista. Marruecos, en tanto, demostraba que también sabe atacar y le sacaba chispas al trabajo por bandas para pisar el área de Dominik Livakovic.
A punto ya de finalizar ese período, los de la camiseta ajedrezada se volvieron a ir delante gracias a un remate picado de Mislav Orsic que superó al meta magrebí, dio en el poste y fue a parar a las redes del fondo. 2x1, y en las gradas todo era locura con Ivana Knoll en el corazón de las miradas.
De esa guisa se fueron al descanso el subtitular de Rusia 2018 y el primer africano semifinalista de un Mundial. A la vuelta el técnico Walid Regragui le dio entrada al habilidoso Azzedine Ounahi -más vale no olvidar ese nombre-, pero fueron los europeos los que tomaron la manija del partido. Ziyech y Sofiane Boufal sufrían para entrar en juego, y para colmo las lesiones se seguían cebando en los Leones del Atlas, que debieron pasar a Sofyan Amrabat al puesto de defensor central.
Precisamente el pelado Amrabat cometió una falta clara en el área sobre el inspirado Gvardiol que el referee qatarí no concedió, desatando las críticas de aquellos que lamentaron la "diplomática" designación de un árbitro inexperto. Luego también se reclamó un posible penal sobre Hakimi, pero ciertamente la acción no ameritaba tan dura sentencia.
Después de eso tampoco se movió la pizarra. Youssef En-Nesyri tuvo el empate en sus pies y Livakovic se lo negó, Mateo Kovacic marró de modo inexplicable un gol cantado y el propio En-Nesyri, en el suspiro final del compromiso, soltó un cabezazo que pasó a unos centímetros del travesaño croata.
Modric y sus hombres volvían a salir premiados de un Mundial. Marruecos podia irse con la cabeza alta. Altísima.
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