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La Reina Isabel II, la monarca que más tiempo permaneció en el trono del Reino Unido y fue testigo excepcional de las grandes transformaciones en la historia moderna, falleció este jueves a los 96 años, según informó un comunicado de la Casa Real.
"La Reina ha muerto en paz en Balmoral [Escocia] esta tarde. El Rey y la Reina consorte permanecerán en Balmoral esta tarde y volverán a Londres mañana", informó una nota oficial del Palacio de Buckingham.
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El príncipe Carlos, de 73 años, heredero posible del trono desde la niñez, es ahora rey, y será proclamado oficialmente en el Palacio de San Jaime de Londres en una próxima ceremonia.
“Este es un momento de gran tristeza para mí y para toda mi familia”, dijo en un comunicado el nuevo monarca, Carlos de Inglaterra. “Estamos inmersos en un profundo luto”.
Esta misma mañana, sus doctores anunciaron que la Reina fue puesta en supervisión médica tras sufrir un repentino deterioro de su salud y mostraron preocupación por su estado, en una clara señal de que se aproximaban sus horas finales.
Los miembros de la familia real se trasladaron de urgencia a Balmoral para darle el último adiós a la monarca, que había reducido sus apariciones públicas en meses recientes y se veía con dificultades para caminar.
El Palacio de Buckingham había cancelado ya este jueves el tradicional cambio de guardia por la gravedad de la reina, una medida de alerta por parte de la Casa Real.
Está ahora en marcha el plan de contingencia previsto para trasladar el cuerpo a Londres y deberá realizarse previamente una ceremonia de despedida en Edimburgo, capital de Escocia. La bandera del Reino Unido ondea a media asta en Buckingham y dependencias oficiales del gobierno británico, y también en el Capitolio de Estados Unidos.
Está previsto que se organice en Londres una capilla ardiente con el féretro de la Reina para las honras de despedida de los ciudadanos.
Figura emblemática del mundo moderno, Isabel II fue monarca del Reino Unido y de otros 14 reinos, y mandataria de las 54 naciones de la Commonwealth durante un prolongado reinado de 70 años.
Era la jefa de Estado más longeva del mundo y gobernadora suprema de la iglesia de Inglaterra. Pero esencialmente, una personalidad carismática y recia, que supo mantener la distinción y la hidalguía británicas como estandarte de identidad en una era de agitadas conmociones políticas en su nación y en el mundo.
Nacida en Londres el 21 de abril de 1926, Elizabeth Alexandra Mary Windsor fue la hija mayor de los duques de York, quienes se convertirían luego en los reyes Jorge VI e Isabel. Fue educada en su casa por preceptores privados. Su intitutriz, Marion Crawford, dio también clases a la princesa Margarita, pero desde un principio percibió en Isabel una cualidad distintiva: su disciplina y actitud de responsabilidad.
Lo que Crawford dejó por escrito en su libro Las Pequeñas Princesas no era más que una confirmación de algo que tiempo antes, cuando la conoció de dos años, había observado el premier y líder británico Winston Churchill, quien la calificó como "un personaje", con "un aire de autoridad y reflexión sorprendentes para un niño".
Comenzó a realizar funciones públicas durante la Segunda Guerra Mundial, al formar parte del Servicio Territorial Auxiliar, rama femenina del Ejército Británico de la época.
La familia real renegó de sacar a las princesas del país hacia Canadá en medio del conflicto bélico que estremecía a Europa. Y así, el Día de la Victoria, Isabel y su hermana se dispersaron entre la multitud de forma anónima para celebrar el fin de la guerra en las calles de Londres.
No se esperaba que fuera reina, pero una serie de acontecimientos precipitaron de manera sorpresiva su ascenso al trono.
Primero ocurrió la abdicación de su tío Eduardo VIII, quien renunció al reinado en 1936 para casarse con una mujer estadounidense divorciada, lo que la situó como heredera del trono ocupado por su padre, Jorge VI, quien sería diagnosticado con cáncer de pulmón en 1951.
La salud del rey empeoró severamente e Isabel tuvo que remplazarlo en actos públicos y visitas de Estado. Cuando su padre falleció en 1952, fue proclamada reina con tan solo 24 años y así comenzaría una leyenda que transitó por los más enconados momentos de un mundo enfrentado a la reconstrucción de postguerra, las pugnas de la Guerra Fría y la ola de reclamos de derechos civiles, independencia nacional y libertades de las cambiantes sociedades contemporáneas.
La ceremonia de su coronación en 1953 fue la primera en ser televisada en la historia. Isabel II había nacido en los años del incipiente desarrollo de la radio y vería después el surgimiento de la televisión, el internet y la explosión de los teléfonos inteligentes y las redes sociales.
No estuvo ajena al mundo del arte, la publicidad y el espectáculo, Su biografía inspiró series como The Queen (2009) y The Crown, estrenada por Netflix en 2016. Protagonizó un episodio inolvidable para los Juegos Olímpicos de 2012 al simular que se tiraba de un helicóptero con James Bond, y en ocasión de los festejos por sus 70 años en el trono la BBC logró reunirla para tomar te con el oso Paddington, un ícono de la cultura popular británica.
Recibió, agasajó y compartió con los grandes músicos y artistas de su tiempo, desde Frank Sinatra, Duke Ellinton, Los Beatles y Elton John, hasta Madonna, Lady Gaga, Jennifer Lopez y las Spice Girls.
A Isabel II correspondió no solo transformar una sociedad donde prevalecían arraigadas tradiciones conservadoras, prejuicios sociales y estancamiento económico, sino también emprender la modernización de la institucionalidad monárquica en tiempos en que la realeza británica perdía poderes constitucionales y políticos.
Pero su influencia simbólica se consolidó en la sociedad británica. Isabel II era, como la definió el exprimer ministro David Cameron, “un ancla permanente" de la nación.
Su popularidad se mantuvo siempre alta entre los británicos, respaldada por su aureola de mujer fuerte, justa, amante de los animales y promotora de las causas caritativas a nivel internacional.
Enfrentó también varios vendavales en el seno de la familia real en momentos en que la percepción de las monarquías cambió radicalmente en todo el mundo y los medios de comunicación abrieron una veta de transparencia hacia los pasos de la aristocracia británica.
Contrajo matrimonio con el príncipe Felipe de Grecia y Dinamarca, duque de Edimburgo, en 1947, después que se conocieron cuando ella tenía 13 años y él, 18. Durante una etapa del matrimonio Felipe arrastró fama de infiel por supuestas relaciones con figuras del mundo artístico y de la realeza, pero nada pudo soliviantar la unidad entre ellos.
Felipe estuvo al lado de Isabel durante más tiempo que ningún otro consorte en la historia de la familia real británica. Cuando se produjeron las celebraciones del Jubileo de Diamante, en 2012, la monarca se refirió a su esposo como su “fuerza constante y guía”. El duque de Edimburgo falleció el 9 de abril de 2001, a los 99 años.
La reina constituyó una barrera protectora ante la ola de críticas que asediaron a la familia real a causa de otras tormentas sentimentales, como las desatadas por las relaciones amorosas de su hijo Carlos, que terminó divorciándose de la princesa Diana de Gales en 1996.
La actitud de recogimiento de la reina al producirse la muerte de Diana en 1997 generó insatisfacción entre los británicos, pero Isabel II terminó realizando una alocución inédita a la nación para manifestar sus condolencias por la muerte de Diana.
Ya en el ocaso de su vida sobrevino la crisis por las polémicas declaraciones del príncipe Harry y Meghan Markle sobre el comportamiento de la monarquía, la falta de apoyo familiar y las acusaciones de racismo dentro del Palacio de Buckingham hechas por la pareja.
La reina no flaqueó y emitió un comunicado sobre los lamentables incidentes que empañaron entonces la imagen de la monarquía británica.
“Toda la familia está entristecida al saber el alcance de los desafiantes que han sido los últimos años para Harry y Meghan... Las cuestiones planteadas, en particular la racial, son preocupantes. Si bien, algunos recuerdos pueden variar, se toman muy en serio y la familia los abordará en privado. Harry, Meghan y Archie siempre serán miembros de la familia muy queridos”, escribió la reina.
Este año la catástrofe ocurrida en el Hotel Saratoga de La Habana aproximó su sensibilidad y compasión hacia Cuba. Isabel II envió un mensaje de condolencias al gobierno y pueblo cubanos por la explosión, entristecida ante la pérdida de 46 vidas humanas. "Mis pensamientos y oraciones están con aquellos que perdieron la vida y sus seres queridos, así como los servicios de emergencia ayudando a los afectados", afirmó la a monarca.
Isabel II se mantuvo activa y lúcida hasta los días previos a su deceso. El pasado martes recibió a la nueva primera ministra, Liz Truss, para encargarle la formación de gobierno, en lo que sería su última actividad pública.
Mientras cientos de británicos se congregaban esta tarde frente al Palacio de Buckingham, un enorme arcoíris cubrió de colorido y esplendor el cielo de Londres. La nación se sumirá en 10 días de duelo para darle el último adiós a una mujer admirable que sobrellevó con dignidad el peso de la historia y transitó hacia la grandeza y el mito.
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