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Feliz con toda su familia vive en Miami Daniel Gómez, villaclareño de pura cepa, avezado entrenador de lucha y fundador del popular y muy seguido grupo en Facebook La lucha (wrestling) con Daniel Gómez, que informa del andar de los gladiadores cubanos. Con él converso en esta entrevista.
¿Cuál es el origen de este grupo?
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Tras mi retiro de la vida laboral pensé que era muy egoísta quedarme con los conocimientos y las experiencias técnicas y pedagógicas que poseo y no compartirlas con las nuevas generaciones.
Decidí buscar la forma de transmitir estos conocimientos y vi una gran oportunidad para hacerlo en las redes sociales, por lo que creé un grupo que denominé La lucha (wrestling) con Daniel Gómez, con la finalidad no solo de hacer llegar mis conocimientos sino también dar noticias relevantes del deporte y buscar la unión y el reencuentro dentro de la familia de la lucha.
Debo aclarar que con anterioridad el licenciado Alejandro Salas, también experto en la materia, y yo habíamos creado Amigos de la lucha (wrestling), cubana y mundial.
Posteriormente, hice un análisis y consideré que al abordar diferentes temas, era necesario una página estrictamente técnica y metodológica que sirviera como referencia bibliográfica, tanto para entrenadores y atletas de nuestro deporte como para aquellos amantes de nuestra ancestral disciplina.
Así surge la página La Capacitación Deportiva y en la actualidad entre los dos sitios digitales tenemos más 10 mil seguidores tanto en el continente americano, como en otras latitudes, incluyendo Europa. Mi mayor satisfacción es ver la cantidad de entrenadores y atletas que se interesan por su superación y retroalimentación.
Daniel siempre has mantenido una postura que defiende al deportista cubano, esté donde esté. ¿Qué opinas del estado actual de la lucha en Cuba, tanto libre como greco, del deporte cubano en general; el éxodo constante y agobiante en todos los deportes? ¿Crees que tenga arreglo?
¿Arreglo? Sí, claro, con un cambio radical desde las simientes pero no del deporte sino de todo. Nos duele ver cómo el trabajo y el esfuerzo realizados durante tantos años se desmorona ante nuestros ojos por la falta de apoyo, desde la base hasta la alta competencia, a un deporte que es el segundo más medallista del país a nivel olímpico.
Para que se tenga una idea del descenso de los resultados de la lucha cubana, hemos pasado de ser capaces de dominar con un equipo juvenil el nivel centrocaribeño en libre y greco y ganar en el continente con la greco y discutir con los poderosos atletas estadounidenses el oro en la libre, a la actual situación que pone en duda las medallas de oro en los próximos Juegos Centroamericanos y del Caribe y Panamericanos.
Y no por falta del talento deportivo ni por falta de trabajo y dedicación de los entrenadores. La lucha es un reflejo de la situación que vive el deporte cubano y el deporte cubano es un reflejo de la situación que vive el país, donde la única posibilidad de progresar que ve la población y más la juventud es la migración y esto se refleja en el éxodo de atletas, algo imposible de detener, como mismo es imposible aspirar a que mejore la situación económica y social de la población si no se producen cambios profundos.
Mira, ahí tenemos el ejemplo de Ismael Borrero, campeón olímpico de los 67 kilos, en lucha grecorromana en Tokio y abandonó la delegación hace poco nada más su primer viaje al extranjero. Borrero no es el único: atletas, canoístas, peloteros, taekwondocas, etc.
¿Te atreverías a vaticinar el presente cuatrienio para nuestro deporte?
Podría hablar de las aspiraciones del deporte cubano para París 2024 pero considero que es más realista hablar de los próximos Juegos Centrocaribeños y Panamericanos del próximo 2023, porque considero que, si no se obtienen resultados relevantes en el área, ¿cómo se puede pensar en resultados relevantes a nivel olímpico?
Sin exagerar, considero que aquí se producirá la primera debacle de los resultados del deporte cubano en el cuatrienio. Ya en la pasada edición regional, Barranquilla 2018, fuimos superados por México nada menos que por 20 medallas de oro, 46 de plata y 23 de bronce.
Te puedes preguntar cuántos campeones cubanos se mantienen activos o en el país, ¿cuántos de ellos tenían su relevo garantizado?, ¿cuántas medallas de plata y bronce pudieran mejorar su color?
Teniendo en cuenta los retiros, el éxodo, la mala política en la base, la escasez de recursos ¿cuántas preseas perderemos no solo a manos de México sino de otras naciones que han ido mejorando día a día?
Ahora, imagínate si esto ocurrirá a nivel centroamericano qué pasará en el continental. A México y Colombia se unen Estados Unidos, Canadá, Brasil, Argentina ¿te imaginas?
En nuestra videoconferencia veo el rostro de Daniel, habitualmente sonriente, transformarse en una mueca.
Todo influye y… ¡determina!: carencias de las necesidades básicas para el entrenamiento desde la base hasta la alta competencia, falta de estímulos laborales a entrenadores, entrenadores con salarios míseros, falta de estímulos económicos para los atletas pues siguen sin concebir la actividad deportiva como una profesión.
Falta de patrocinio, tan utilizado en el planeta y que en Cuba no se permite; el fogueo internacional es casi nulo, para no ser absolutos, lo que afecta el nivel competitivo.
Para colmo, los muchachos llegan a los torneos internacionales directo al evento y en la mayoría de los casos no existe adaptación a los cambios de horario o condiciones geográficas.
Las categorías juveniles, que son en definitiva el relevo seguro de los adultos, no participan en torneos internacionales de sus categorías.
A todo eso únele la falta de oportunidades de promoción a la alta competencia y a la dirección nacional de nuestro deporte a los dirigentes provinciales y entrenadores de la base, que en muchísimas ocasiones hacen al atleta, lo perfilan para ser grandes.
O sea, los Mijaín López, Filiberto Azcuy, Juan Luis Marén, Ismael Borrero son seres de otra galaxia.
Podría decirse que sí porque, pese a estas dificultades, entrenadores y atletas son los grandes héroes de los resultados mundiales y olímpicos de la lucha cubana.
Mijaín López es un fenómeno universal que, sin miedo a equivocarme, puede luchar por su quinta medalla de oro olímpica. Su mayor oponente para lograrlo es el peso corporal y cuando se habla de los resultados de Mijaín, considero que no se puede dejar de hablar de Oscar Pino, por ser una pareja de entrenamiento capaz de exigirle el mismo nivel que la élite mundial.
Sin ser una experta en el tema, para mí Pino pudiera ser campeón olímpico. Una verdadera lástima que los dos coincidieran en tiempo y división.
Coincido contigo Julita, pero para terminar tu pregunta sobre la decadencia del deporte cubano te expongo lo mal que nos han hecho sentir a muchos técnicos capaces y con deseos de ayudar, al mantenernos apartados, inutilizados, cuando pudiéramos de una forma u otra, aportar o contribuir a evitar esta catástrofe deportiva que va en picada y que tanto nos duele.
Precisamente, acerca de tu vida como entrenador ¿qué me dices de que, a pesar de trabajar durísimo, nunca formaste parte de la selección nacional cubana?
¡Cosas de la vida! Comencé a trabajar como entrenador de lucha en Ranchuelo y San Juan de los Yera por un mísero salario de 86 pesos cubanos; después pasé por la EIDE provincial, donde conseguimos promover al alto rendimiento a varios atletas, además de ubicar a la escuela en la élite nacional.
Hice coincidir mis estudios universitarios con mi trabajo como entrenador, con resultados excelentes: ¡gladiadores medallistas al máximo nivel!
Por si no fuera poco, Daniel Gómez fue pionero en la práctica de la lucha sambo en Cuba y ganó los tres torneos nacionales que se efectuaron en el país; todo ello, sin recibir remuneración monetaria por el trabajo realizado.
Primer expediente de su graduación de la Licenciatura en Cultura Física en 1986 y profesor universitario hasta 1991, mi interlocutor de hoy fue contratado para trabajar en Venezuela, país que en ese entonces sí lo valoró y lo elevó al equipo nacional.
Yo diría, como pueden decir otros entrenadores cubanos que no tuvieron oportunidades de promociones en Cuba debido a los “cargos vitalicios que allí proliferan”, que tuve grandes oportunidades internacionales en Venezuela.
A la nación sudamericana llegué en 1991, a través de Cuba Técnica; fue la primera contratación masiva de entrenadores para Venezuela. Primero estuve en el estado de Mérida, donde promoví a varios atletas para el seleccionado nacional, dos de ellos, Jesús Vale y Mayra Ocampo, con relevantes resultados internacionales.
Posteriormente me trasladé al estado de Yaracuy, donde merced a mi trabajo fui partícipe de una explosión de resultados nacionales e internacionales; surgieron atletas que formaron parte de los equipos nacionales venezolanos, como Darwin Parada, José Aguilar y Guillermo Talavera, lamentablemente fallecido y que resultó el primer atleta latinoamericano que comenzó a vencer de forma sistemática a los cubanos.
La próxima parada de Daniel Gómez en Venezuela fue en Maracaibo, estado de Zulia, donde además de entrenar a los luchadores del patio, comenzó a trabajar con la selección nacional de lucha libre.
Corría la temporada 1996-97 y mi primer objetivo con el equipo nacional fue traer figuras jóvenes. Así comenzó nuestro trabajo, dominando los torneos bolivariano y sudamericano, siendo subcampeones en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Maracaibo 98 y quedando en la élite en los Panamericanos del 99 solo superado por las grandes potencias del continente.
Sin embargo, a pesar de mis logros, yo no quería ni regresar a Cuba, donde nunca fui tomado en cuenta, ni permanecer en Venezuela. Decidí vivir en Estados Unidos, donde radico desde 1999 en Miami.
Pero tú hiciste una segunda temporada en Venezuela.
Sí y tuve muy buenos resultados, pero al encontrarme con una federación viciada, un país con enormes problemas políticos y sociales, mi estancia fue breve. Era insoportable la presión que ejercía la dirección del deporte cubano para que me dejaran sin trabajo en Venezuela, aprovechando la llegada de Hugo Chávez y su socialismo del siglo XXI.
Así que regresé a Miami, donde como todos los emigrantes, llegué a comenzar una nueva vida, solo y desde cero. Prácticamente tuve que olvidarme del deporte, aunque hice mis incursiones en la lucha (wrestling) y trabajando con atletas de artes marciales mixtas.
Una pregunta que no me permitiría omitir. ¿Entrenadores de lucha que para ti han sido grandes en Cuba?
Nadie pone en duda que Pedro Val, Carlos Ulacia, Julio Mendieta, Raúl Trujillo y Filiberto Delgado tienen un lugar asegurado en esa vidriera pero hay otros que, a pesar de su extraordinaria trayectoria, nunca tuvieron una oportunidad de trabajar con los equipos nacionales cubanos.
Por ejemplo, los ya fallecidos Hugo Shelton, entrenador de Raúl Cascaret, entre muchas figuras de las provincias orientales y Fernando Landa, técnico de Héctor Milián, Mario Olivera y otros grequistas pinareños; Elio Pacheco, preparador de Filiberto Azcuy y cuanto grequista camagüeyano había surgido; Erasmo Yanes, formador de grandes libristas de Ciego de Ávila.
Es un honor para mí poder mencionarlos a todos en esta oportunidad que me da CiberCuba.
¿El hoy de Daniel Gómez?
Gracias a Dios tengo en Estados Unidos a mis dos hijos y mis tres nietos, todos con las puertas abiertas para labrarse un futuro próspero según se lo propongan. Llevo 23 años con mi esposa y, ya retirados, tenemos garantizada una vejez digna y tranquila. No soy rico, ni tengo grandes lujos, pero como dijo Nicolás Guillén: "Tengo lo que tenía que tener".
Si me preguntas: ¿extrañas tu terruño? ¡Claro que lo extraño! Extraño mi campiña, mis playas, mis amigos y hasta mi profesión y mi deporte porque, aunque esté lejos ¡sigo siendo cubano! … y sigo haciéndole honor a mi arroz congrí, mi carne de puerco y mi yuca con mojo.
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