El reguetonero cubano José Manuel Carvajal, más conocido como El Taiger, fue blanco de una reciente polémica por su viaje a Cuba, pero tuvo en suerte que este martes voceros del régimen cubano salieran en su defensa en la televisión pública cubana, en poder del régimen.
“Al Taiger le tocó aprender que ser libre no es tan fácil”, sentenció la presentadora del programa 'Con Filo', Gabriela Fernández, sobre el reguetonero que vive en Miami y que el sábado pasado fue testigo de una protesta de exiliados cubanos frente al Flamingo Theater Bar de Miami, donde ofreció un concierto.
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La polémica que rodeó al artista por su viaje a Cuba y por sus declaraciones posteriores, fue aprovechada por la televisión cubana para atacar con sus clásicos argumentos a la misma comunidad de exiliados cubanos a los que quiere en sus hoteles e implora sus recargas y remesas tramitadas a través del conglomerado empresarial militar de la dictadura GAESA.
“Para un artista, emanciparse de esta maquinaria neofascista resulta en lo absoluto cosa fácil: O estás con nosotros, o contra nosotros”, analizó Fernández en el programa, dedicado en esta ocasión a descalificar ciertas formas de activismo de los exiliados cubanos de Miami, aprovechando el boicot convocado y las manifestaciones frente a conciertos de artistas cubanos como El Taiger o los Van Van celebrados en esa ciudad.
En la “defensa” de El Taiger realizada por la presentadora llama la atención esa idea de que al reguetonero “le tocó aprender que ser libre no es tan fácil”. No porque descubriese algo que es obvio para todo el que haya emprendido el camino de ser libre -algo que el régimen pondera como una angustia que le evita a su pueblo (siendo esclavo se vive más tranquilo)-, sino porque, al subrayar esa dificultad, admite que el artista no lo era hasta que le “tocó aprender” lo que es la libertad fuera de Cuba.
“Es la promesa imperial sobre la cual la Inquisición disfrazada de democracia se otorga la potestad para acabar con la carrera o la paz de cualquiera que pueda parecerle algo tibio”, definió Fernández, quizás muy joven para conocer otros tiempos en que la llamada “revolución” perseguía y estigmatizaba a “los tibios”, siempre sospechosos de ser “contrarrevolucionarios”.
Según la joven vocera del régimen, “está escrito en la biblia miamense que la mejor forma de perseguir el futuro maravilloso que quieres para tu patria es saboteando los conciertos a tus coterráneos, inventando teorías ‘conspiranoicas’ que ni Hollywood, o rompiendo discos con una aplanadora”.
Se escandaliza el régimen cubano con las llamadas al boicot que hace la sociedad civil cubana de eventos o artistas bajo el manto de influencia de la dictadura. Se da golpes en el pecho y pregunta lloroso cuándo sus instituciones han boicoteado a nadie.
Más allá de las bochornosas imágenes de las delegaciones cubanas que boicotean desde la Cumbre de las Américas hasta las presentaciones de informes y denuncias de activistas en Ginebra y otros foros de organizaciones internacionales, lo cierto es que el régimen totalitario cubano no es muy de boicotear. Ellos son más de censurar, acosar, amenazar y encarcelar.
Los exiliados cubanos llaman al boicot, porque en sus países de residencia (democracias en su mayoría), no se puede censurar o prohibir por decreto, aún aquellas expresiones que resultan contrarias a los principios y valores de sociedades abiertas. Nadie tiene el poder en Miami o Madrid para prohibir un concierto de los Van Van, y lo demuestra los hechos. Es la sociedad civil la que, guste o no, tiene el derecho de protestar y presionar para que determinados eventos no se celebren.
Y sí, efectivamente, el factor económico pesa. Pero en Cuba el régimen no llama al boicot de un concierto de Yotuel, Gente de Zona, Descemer Bueno, El Funky o Maykel Osorbo. No, directamente lo prohíbe, y ya de paso, amenaza con el Código Penal a los cubanos que salgan a la calle silbando Patria y Vida.
“¿En qué programa de radio se le ha presionado a un cantante para que condene el bloqueo contra Cuba?”, preguntó el presentador de 'Con Filo', Michel Torres Corona, que abría el programa haciendo mofa de las palabras del actor Edwin Fernández, sin percatarse de que aquellas fueron y son dichas en sus redes sociales, y las suyas en un medio supuestamente público de comunicación.
No, en la televisión cubana no se le presiona a ningún artista para que condene el bloqueo; sencillamente en las pantallas de los televisores de Cuba nunca aparecerá nadie diciendo que dejen el cuento del bloqueo, que el verdadero bloqueo es interno, de la cúpula del régimen sobre el cubano de a pie.
En la televisión cubana verás a Ana Hurtado insultando a Yotuel, a Harry Belafonte pidiendo que levanten el embargo, o a Antonio Gades y la tripulación de su megayate, borrachos como cubas a los pies de la estatua de Martí, en la republicana Plaza Cívica, cantando “Las morcillas de la Aurelia”.
Si Torres Corona cree que reconociendo que “el quinquenio gris” fue un error infame y un episodio inquisitorial, Cuba ha dado el cambio que necesitaba para mantenerse en la continuidad, está en lo cierto.
Eso es lo que es la continuidad, una bobería solemne que pretende legitimarse señalando la UMAP y el quinquenio gris como errores del pasado, sin adentrarse en la lógica represora del sistema totalitario que heredan de los Castro.
Pero que se ahorre la ingenuidad o la desfachatez de preguntar cuándo se ha visto en la televisión cubana que “a un músico se le pregunte con insistencia por el imperialismo”. En los medios oficialistas cubanos solo se ve lo que le interesa al régimen que se vea. Lo demás no existe. “Estás con nosotros, o contra nosotros”, esa siempre ha sido la divisa de la dictadura.
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