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Emma Martínez, una anciana de 73 años residente en la provincia de Camagüey, expuso la crítica situación de su vivienda, prácticamente inhabitable, y la desidia de las autoridades locales con respecto a su caso.
Según explica la anciana a CubaNet, en temporadas de lluvia se ve obligada a recoger sus pertenencias y refugiarse en casas de vecinos y amigos que se solidarizan con ella, ya que el cuarto de tablas en el que vive se filtra por todas partes.
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“Recojo y me voy a esperar a que escampe. Me voy para casa de los vecinos, porque temo que me caiga encima una teja o la propia casa. Este cuarto está virado y los horcones están dañados”, explica Martínez mientras las imágenes muestran el estado de profundo deterioro del lugar.
“El agua entra por todas partes, hasta por las paredes. Ahora vienen los ciclones”, indica la anciana y menciona la temporada ciclónica en Cuba, que se extiende generalmente desde junio hasta noviembre.
Además del estado crítico de su vivienda, Emma Martínez comenta los avatares que sufre para acceder a los alimentos y artículos de primera necesidad. La anciana reconoce que se ha quedado algunas veces sin comer durante un día.
“Mis dos hijos varones están presos. Como estoy sola, hay días que no tengo qué comer, y no como. Cobro una chequera de 1260 pesos, no me alcanza”, relata.
En medio del desabastecimiento sin precedentes que sufre el país, donde los precios de los productos alimenticios se han disparado, existen casos como los de Emma que representan la parte más vulnerable de una sociedad muy empobrecida.
“La libra de arroz está a 45 pesos, la mano de plátano burro a 50 0 60. Debo pagar el agua, la corriente eléctrica. Yo vendo escobas cuando se me acaba el dinero que me paga asistencia social. Gracias a eso sobrevivo”, explica la anciana y menciona el precio de algunos productos, los cuales fluctúan según el territorio, llegando a costar hasta 70 pesos cubanos la libra de arroz en el mercado informal. Este último, muchas veces el único que ofrece los alimentos.
Sobre la situación de la salud pública en Cuba, la crisis de fármacos e insumos médicos, así como la sobresaturación de muchas infraestructuras de salud a consecuencia de la pandemia del coronavirus, Emma comenta que es una persona saludable, aunque con ciertos padecimientos propios de la edad, los cuales no se trata adecuadamente.
“Soy hipertensa y alérgica, pero no voy al médico porque no hay medicamentos”.
La camagüeyana, además, es analfabeta. Confiesa a CubaNet que apenas puede escribir su nombre.
“Yo de números sé un poquito, pero leer bien y escribir, no. Solo escribo mi nombre y algunos letreros. Mis hermanos mayores me enseñaron a leer en mi casa”.
Acerca del estado de su vivienda, y los trámites pertinentes para solicitar subsidios o asistencia estatal dada la delicada situación que enfrenta, Emma explicó:
“He ido al gobierno y me dicen que se acabaron los subsidios y que no hay materiales para arreglarme la casa. Allí me dijeron: le pertenece a usted ver al delegado y a la presidenta del CDR. Cuando vi al delegado Asley este me dijo que esperara a ver si entre los subsidios de asistenciados yo alcanzaba”. Sin embargo, a pesar de sus gestiones las condiciones que atraviesa la anciana permanecen iguales.
Hace alrededor de dos meses, un grupo de funcionarios evaluó las condiciones de su vivienda y la declararon crítica. Según asegura Emma, los funcionarios se comprometieron a construirle una nueva vivienda, en el mismo terreno, aunque fuese de madera. Sin embargo, tras ese día de la evaluación no ha vuelto a saber de los funcionarios.
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